martes, 6 de noviembre de 2012

LA CRUEL EJECUCION DEL JEFE DE LA GUARDIA MUNICIPAL DE PORTUGALETE GUILLERMO CURIEL EN 1937



 
Tasio Munarriz, tras la publicación de su libro REPUBLICA Y GUERRA EN PORTUGALETE, nos ha enviado una serie de apuntes cortos que por su interés iremos reproduciendo en este blog:

Después de la ocupación de Portugalete por el ejército llamado “nacional” el 22 de junio de 1937, comenzó la represión para unos y el premio para otros, aunque hubo algunos republicanos que no fueron molestados y “nacionales” que no se aprovecharon de su situación privilegiada. Entre los reprimidos figuraron 26 portugalujos que fueron fusilados o ejecutados con garrote vil.
El caso más famoso por la crueldad de su muerte es el de Guillermo Curiel Gordón, que fue jefe de la Guardia Municipal en el bienio reformista republicano, sustituido por el guardia civil jubilado Sisebuto Santidrián en el bienio negro y repuesto por la corporación del Frente Popular.
Juzgado y condenado a muerte por la Dictadura, fue llevado a la Villa en un coche el 3 de setiembre de 1937. En la Plaza del Cristo lo bajaron y lo sujetaron al coche con una cuerda en las muñecas arrastrándole por todas las calles, según narran varios testigos presenciales. Al final lo llevaron al cementerio, donde lo fusilaron. La hija de Santidrián afirmó en su testimonio que la causa de la condena a muerte de Curiel fue la de haber participado en las torturas y el asesinato de su padre en agosto de 1936.
Los periódicos bilbaínos “La Gaceta del Norte”, “El Correo español” y “Hierro” publicaron el día 4 de setiembre de 1937 la nota oficial que reproduzco. Para darse cuenta de la precipitación con la que se celebró el juicio hay que tener en cuenta que la caída de Santander fue el 26 de agosto.
Unos días antes, catorce portugalujos condenados a muerte que estaban en la cárcel de Larrinaga escribieron al alcalde una carta suplicándole que intercediese para que les conmutasen la pena. Le aseguraban que ninguno de ellos tenía delito de sangre y le mostraban su arrepentimiento por haber equivocado el camino para servir a su querida patria.
Desconozco si el alcalde hizo algo para salvar de la muerte a estos vecinos suyos, pero cinco de éstos fueron ejecutados en diversas fechas (Guillermo Curiel, Fortunato Niño, Amós Ordoñez, Nicasio Sedano y Luis Sáez) y otros nueve recibieron la conmutación (Eugenio González, Eustasio de Miguel, Félix Acebo, Joaquín Supervía, Felipe Corta, Jesús Fernández, Antonio Hernández, y otro por cuya orden firmó Benigno Urcullo).

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