miércoles, 18 de junio de 2014

LA II REPUBLICA: ETAPA REFORMISTA (1)



 Hoy se nombra un nuevo monarca en las Cortes Españolas, y en la calle sigue la polémica entre monarquía o república. Tasio Munárriz, cree que muchos de los que piden la república tienen como ejemplo la de los años 30 del siglo pasado, sin darse cuenta que estamos en el siglo XXI, por lo que nos ofrece unas pinceladas históricas de lo que fue la II República Española, que recogeremos semanalmente.

No hay duda de que la Constitución del 9 de diciembre de 1931 aprobó derechos y libertades que habían estado reprimidos en las dictaduras anteriores. Lo más significativo fue el sufragio universal para los mayores de 23 años de los dos sexos.
En la primera etapa republicana que duró casi dos años, hasta las elecciones a Cortes ordinarias el 19 de noviembre de 1933, el gobierno de Manuel Azaña se dedicó a reformar superficialmente la propiedad agraria, el ejército, la enseñanza, las relaciones Iglesia-Estado, las relaciones laborales, la posibilidad de crear regiones autónomas, etc. de forma que despertó una gran ilusión revolucionaria en los partidos y sindicatos de izquierdas.
Pero pronto llegó la desilusión. Esta era una República burguesa en la que seguía dominando económicamente la clase capitalista del campo y de la industria. El hecho más significativo fue la mala gestión del asunto “Casas Viejas” de Cádiz: la Guardia Civil asesinó a 19 hombres, 2 mujeres y un niño anarquistas refugiados en una chabola. También murieron 3 guardias. Esta fue una de las causas de que la conjunción republicano-socialista perdiese las elecciones de 1933.
En Portugalete el interés municipal estaba absorbido por la reforma de Estado que permitía crear regiones autónomas. A ejemplo de Catalunya, José Antonio Aguirre, alcalde de Getxo, y otros alcaldes nacionalistas y carlistas promovieron el Estatuto de Estella que reservaba las relaciones entre la Iglesia y el Estado al Estado vasco, el cual negociaría un Concordato con la Santa Sede.
Portugalete no fue a Estella e inició una campaña en contra promoviendo el “Estatuto de las Encartaciones” que dejaba esas competencias al Estado español. Una de las bases de este estatuto decía: “….Aunque por las relaciones sociales y contacto constante con otros pueblos se hayan difuminado ciertas características primigenias, todavía se advierte la pervivencia de algunas de ellas y, sobre todo, hoy como ayer, la enorme diferencia, existente entre el vasco y el encartado, que, aún conviviendo en una misma provincia, les separan no pocos rasgos y matices biológicos”.

El 30 de agosto de 1936 acudieron al campo de fútbol de La Florida unas 20.000 personas de catorce municipios encartados para apoyar su autonomía (foto superior). Al final Las Cortes rechazaron el Estatuto de Estella y el ayuntamiento de Portugalete desechó el de las Encartaciones, que era su alternativa.

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