Abundando en el homenaje a
Don Angel Alday, queremos resaltar hoy dos aspectos:
Asistió durante casi medio
siglo de manera desinteresada, diariamente, al hospital de San Juan Bautista,
que colabora en este homenaje, y más tiempo todavía, a las monjas de la
congregación Siervas de María del Ojillo.
Portugalete alardea en su
callejero de médicos ejemplares, Marcos Escorihuela, D. José Conde-Pelayo, y
los dos doctores que le precedieron en el Hospital, Zaldua y Gurruchaga, (estos
pagados por el Ayuntamiento), pero ninguno había nacido y vivido sus primeros
años en Portugalete.
Su impecable trayectoria
hizo que cuando llegó la democracia y se pensara en la renovación de los
Ayuntamientos, todos se fijaran en su figura como la persona ideal para
encabezar cualquier candidatura y por lo tanto para ser el alcalde ampliamente
deseado. Lo tenía todo: sensatez, prestigio, don de gentes, facilidad de trato,
capacidad, prudencia y reconocimiento, a lo que añadía ser un portugalujo
genuino.
Declinó el ofrecimiento
que le hicieron alegando que el ejercicio de la medicina y la atención a los
enfermos, era la dedicación de toda su vida, a la cual no le podía detraer
cuatro años dedicado a la política municipal.
Consideramos que raramente
se puede dar en nuestro pueblo un consenso tan generalizado ante un homenaje a
uno de sus vecinos.
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