Ya en 1514 cuando Pedrarias
Dávila, gobernador de estas tierras conocidas como Castilla del oro, salió
hacia ellas con una armada de 25 navíos y 2000 hombres, iban portugalujos como
el grumete Juan de Portugalete, que se quedó en Cuba, así como Pedro y Sancho de
Portugalete, y años más tarde, en 1548, figuran comerciando por Nicaragua, Gregorio y Sancho de Ugarte con el también portugalujo Pedro de San Martín.
En 1600 aparece ocupando el
cargo de Contador de la Real Hacienda de Guatemala el portugalujo Francisco de
Otañes y la Loo, hijo de Francisco de Otañes y Clara de la Loo.
Dedicado a la milicia, en 1584 había
servido en Flandes, donde participó en la expugnación de Terramunda y
recorriendo los principales dominios de la corona española en Europa, como
Colonia, Namur, Luxemburgo, etc.
Fue veedor de Aragón, en 1587,
ocupó el cargo de Entretenido de la Capitanía General de la Mar y siendo Contador de la avería de la Casa de Contratación, decidió
embarcarse para América a ocupar el citado cargo real.
Otro
portugalujo que ocupó el puesto de alcalde de la Villa de Sonsonete
(actualmente pertenece a El Salvador) fue Sebastián Zuazo Coscojales, hermano
del famoso Diego de Zuazo, arcediano de la catedral de México.
Hijo de “don Sebastián de Fontuso y Suazo y de doña Agustina de Coscojales” vivía
en Sevilla, allí se había casado en 1669, cuando se embarcó para las Indias
donde viviría tres años escasos. Tras ser secretario del capitán general Fernando Francisco de Escovedo, gobernador
de Campeche, fue cuando consiguió el cargo de alcalde mayor de la villa de
Sonsonete y además Tesorero Real.
Su
esposa que se había reunido con el en 1679, reclamó la restitución de 500 doblones
de oro que él había pagado por el citado cargo de alcalde mayor.
Otro portugalujo que anduvo por estas
tierras de Guatemala, fue Ventura de Murrieta, que ocupó el cargo
de alcalde mayor de la provincia de Sebaro.
Capitán
de la real armada, en la que sirvió 26 años como oficial de mar y guerra, fundó
capellanía en Portugalete, con un capital de 3.500 ducados, por su testamento
otorgado en Valladolid en 1758.
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