En la Villa jarrillera siempre han sido
numerosos los establecimientos donde se vendía vino y licores a granel, lo que
se conocía popularmente como “bodegas” o “bodeguillas” y los de El Ojillo tenemos
como referente “la bodega de Acha” cuyos antecedentes se remontan a principios
del siglo XX.
Hoy traemos a esta entrada una de las pocas
que quedan y que situada en el Casco Viejo, concretamente en la calle Casilda
Iturrizar nº 7, lleva un nombre que a lo largo de nuestra historia se ha
repetido entre establecimientos de venta de vino: Bodega riojana.
Este “almacén de vinos” lo abrieron en 1957
dos riojanos de la zona de Berceo, Ignacio Dulce Muñoz, y su cuñado Santiago
Prado Echeverría.
Al año siguiente la bautizaron con un rótulo
actual de Bodega Riojana, y en la década siguiente Ignacio Dulce se traslada a
la zona alta de General Castaños donde abre otra bodega con el nombre de Vinos
Asunción, en honor de su mujer Asunción Prado, lo mismo que años después haría
el hijo de ambos abriendo otro establecimiento con el mismo nombre en Repélega.
En la calle Nueva siguió Santiago Prado, y
hoy es el día, cuando ya se ha generalizado la venta de licores embotellados,
en que su hijo Juan Carlos todavía lo sigue vendiendo al por menor directamente
desde las barricas, como se puede ver en las fotografía que acompañamos.
Si en la foto superior aparece Santiago Prado
y su cuñado con su mujer, y se puede observar el detalle habitual durante años
de un camión cisterna de vino cosechero descargando en la puerta del
establecimiento, bajo estas líneas su actual propietario que tras acabar los
estudios de Derecho y en lugar de ejercer la abogacía, quiso continuar la
tradición familiar que en la actualidad está en vías de extinción. Sin embargo
sigue habiendo clientes fieles, ya mayores, que siguen comprando los vinos a
granel, ya sea el cosechero tinto, rosado, amontillado, cordovín, vermouth, o
licores como el pacharán o el anís para elaborar pacharanes caseros. En la foto
del actual establecimiento, que no ha cambiado en casi siete décadas y que fue
conocido como “la Alhondiga”, destacan también las botas que suelen comprar algún
turista de paso o aficionado al Atlhetic para llevar a San Mamés.
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