El nº 1 del
Ojillo, a mitad del siglo pasado, estaba bien surtido de comercios con la
carnicería de Angelita “la navarra”, la pescadería de Carmen y la tienda de
ultramarinos de Angelines, a los que seguían la peluquería de Moisés y la
bodega de Acha.
El traspaso del
local de Angelines a Seve, hizo que desde entonces y durante ya seis décadas
esta tienda de golosinas haya sido lugar de encuentro de generaciones de niños
y niñas.
Severino Villar,
nacido en Bilbao en 1927, trabajó desde muy joven con un tío suyo que tenía una
tienda de caramelos y golosinas en la calle Ronda, completando su actividad con
el aprendizaje de cocina en los fogones de los restaurantes Zaldúa y Koki de
Hurtado de Amézaga. En 1957, ayudado por su tío coge el traspaso de este local
que llevaría hasta su jubilación en 1992, sin olvidar su afición por la música.
Seve ha sido un
personaje enormemente popular en la Villa no solo por su tienda dedicada
exclusivamente a golosinas, chucherías y revistas, sino por su personalidad y
figura, con su popular biscuter. Dotado de una singular simpatía, siempre
rodeado de hermosas chicas, y con una gran voz de tenor que bordaba los
boleros, recorrió toda España actuando con cantantes tan conocidos en su época
como Luis Mariano o Antonio Machin, sin olvidar su estancia durante unos
cuantos años en el restaurante Currito en Madrid.
Tras cuatro
décadas en el local del Ojillo, traspasa el comercio que seguiría con la misma
dedicación de confituras y revistas, regentada por Eloisa Toro con el nombre de
su hija Natalia y que ha llegado hasta nuestros días.
En la segunda foto de su archivo fotográfico, en el dique frente al letrero que
anunciaba que el precio del gasolino que nos llevaba a la playa de Ereaga era
de 7 ptas.
Publicado el 20 de abril del 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario