En 1947 Gabriel Lashayas dejaba Gallarta para instalarse con
su familia en Portugalete, por aquel entonces el verdadero centro comercial de
la comarca, donde se establecería con un almacén de artículos de mercería y
donde viviría más de medio siglo, hasta su muerte en 1999 en el Ojillo en pleno
corazón de la Villa.
Ahora que empieza a ver la luz el diario de guerra, que escribió durante la misma como barbero del
Batallón Rosa Luxemburgo, he recurrido al libro Aquel viejo Gallarta, editado por Trueba, para recordar sus orígenes
como barbero o alpargatero, y me ha recordado la cantidad de gallartinos y
gallartinas que a lo largo de aquellos años trasladaron su domicilio a la
Villa, como veo a Pedro Luis Santamaria, los Martínez de Osaba y otros.
El capítulo dedicado al transporte en el que aparecen estos
últimos me da pie a esta entrada de hoy dedicada a la línea de autobuses que
unían Gallarta con Portugalete.
Según copio, la primera línea regular de transporte de
pasajeros por carretera de la localidad fue la de la familia Martínez de Osaba.
Era el primer cuarto del siglo XX y una flota de cuatro autobuses cubría
diariamente el trayecto entre ambas localidades.
Aquel primer grupo de autocares, que llegó a contar incluso
con uno de gasógeno, comenzaba a circular a las 7 de la mañana y hacía
servicios cada hora. Para los gallartinos, esta línea constituyó durante
décadas la única posibilidad de desplazamiento.
Con anterioridad a la guerra civil, Martínez de Osaba, puso
en circulación un autobús denominado “La Cucaracha” que trasportaba a los
obreros hasta las fábricas de Sestao, pero en una ocasión sufrió un incendio a
su paso por el puente de Gallarta que lo dejó inservible.
Su foto estacionado en el Cristo (a la izquierda de la foto
superior) ha sido muy repetida entre nosotros.
En la posguerra, el autobús continuó siendo el principal
transporte para Gallarta, por lo que la citada familia decidió fundar en 1954
la compañía “Encartaciones S.A.”
surgida de la unión de diversas líneas de la comarca.
Con sus cocheras en Gallarta, sus autobuses acorde con los
tiempos que corrían, alguno incluso con dos pisos como se ve en el centro, trasportaron
a las personas a sus lugares de trabajo, de compras, o hasta la estación del
tren que les permitiera continuar el viaje hasta Bilbao.
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