jueves, 22 de febrero de 2018

UNA PORTUGALUJA LA PRIMERA MUJER MEDICA DE BIZKAIA: TICIANA ITURRI LANDAJO



Tras haber confeccionado el nº 24 de Cuadernos Portugalujos dedicado a las mujeres portugalujas, en el que no figura ninguna médica, se han puesto en contacto con Roberto Hernández Gallejones, las portugalujas Begoña Villanueva y Begoña Madarieta, que están preparando una ponencia para un Congreso en verano sobre la figura de Ticiana Iturri Landajo, de la que nos ofrecerán su contenido con posterioridad, remitiéndonos mientras tanto al trabajo de Juan Gondra Rezola, publicado por el Colegio de Médicos de Bizkaia el año pasado, titulado Bizkaiko lehenak: médicas que abrieron caminos, quien nos descubre que la primera mujer colegiada en el Colegio de Médicos de Bizkaia, en el año 1932, Especialista en Obstetricia y Ginecología fue la citada Ticiana Iturri Landajo, Doctora en Medicina, nacida en Portugalete el 14 de julio de 1904.
El trabajo que se puede leer en internet, y que también lo recogió en el periódico Bilbao, nos descubre a esta mujer que nació en la calle del Medio, al igual que lo hicieron otros de sus hermanos, en el domicilio de la familia de su madre Ticiana Landajo Ugalde, que tenían tienda de telas. Su padre Juan de Iturri y Astorquiza de Gamiz, había estudiado contabilidad y comercio y trabajaba para la familia Salazar en sus negocios mineros.
Era todavía pequeña cuando a su padre le encomendaron la gestión de una mina en Lora del Rio por lo que se trasladaron a esta localidad sevillana y luego a su capital.
Ticiana estudió el bachillerato en Sevilla continuando en Madrid con los estudios de Medicina y al acabarlos se formó como especialista abriendo consulta al mismo tiempo que trabajaba en la Escuela Nacional de Puericultura, para realizar la tesis doctoral y preparar las oposiciones para maternóloga del Estado. Superadas estas y el doctorado, con la defensa de su tesis “Acción de algunos galactogogos” que fue calificada con un sobresaliente, obtuvo el destino en Bilbao, en la Dirección Provincial de Sanidad.
Establecida aquí con su consulta, fundó una clínica en Begoña para asistir a partos y a enfermas de su especialidad, compaginando el ejercicio de su vida profesional con la divulgación de sus conocimientos de higiene y maternología mediante artículos, conferencias y congresos. Tuvo una relación estrecha con “Emakume Abertzale Batza” y formó parte del profesorado de la escuela de enfermería organizada en el Centro Vasco de la calle Bidebarrieta, de Bilbao. Se distinguió por su defensa de los derechos de las madres solteras.
Tuvo que superar la desconfianza de sus colegas. En 1935 el Colegio de Médicos de Bizkaia recibió una denuncia del director de la Casa de Maternidad, diciendo que una comadrona ejercía como médica; parece que no podía creer que una mujer fuera médica, porque siguió en su postura tras las aclaraciones verificadas por el Colegio. La Junta Directiva respaldó su solvencia y reprendió al denunciante. Pero no fue el único en dudar de ella, la cerrazón de algunos médicos bilbaínos que veían con muy malos ojos la irrupción de una mujer en un reino de hombres, les llevó a extender el rumor de que para atender a los partos y a las operaciones complicadas, Ticiana llamaba a un colega que tenía su consultorio en su vecindad y acudía allí “a escondidas”. Según quienes la conocieron, era una buena especialista y los rumores eran completamente falsos además de rastreros.
La guerra civil cortó su trayectoria feminista. Su hermana Miren, maestra de Ortuella, había marchado a la Gran Bretaña como andereño de los niños evacuados de Bilbao y a su regreso fue depurada y castigada a no poder ejercer en las “Provincias Vascongadas” ni en las limítrofes. Marchó a un pequeño pueblo de Cuenca, donde permaneció durante dos años, mientras realizaba los estudios para practicante. Después de obtener el título, regresó a Bilbao para trabajar con Ticiana. Durante veinte años las dos hermanas vivieron juntas en el Arenal bilbaíno.
Ticiana continuaba trabajando como maternóloga del Estado destinada a la Escuela de Puericultura y Maternología de Bilbao, en la Jefatura Provincial de Sanidad, donde seguía en el año 1962 y donde realizó durante años una gran labor de divulgación de la higiene maternoinfantil entre médicos, profesionales de enfermería y auxiliares. También trabajó como especialista en Ginecología para el Seguro Obligatorio de Enfermedad, en el que obtuvo una plaza de esta especialidad en Bilbao en el año 1955.
Fue miembro activo de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, colaboradora de su revista Gaceta Médica, y participó en congresos de su especialidad en España y en el extranjero. Manifestó una sensibilidad especial hacia algunas actividades de su especialidad que no solían preocupar tanto a sus colegas varones: averiguar las causas y buscar tratamientos para el aborto de repetición y para las dificultades en la lactancia materna.
Hacia 1960 tuvo dos desgracias seguidas que le impactaron. Primero, el fallecimiento de su madre, Ticiana Landajo, y después el accidente cerebrovascular sufrido por su hermana Miren, que le dejó inválida por hemipléjica. Pocos años después enfermó ella también y tuvo que afrontar una penosa enfermedad que le incapacitaba en temporadas para el trabajo, durante las que era sustituida por otra de las primeras tocoginecólogas vizcaínas, Mª Mercedes Ateca, que fue también la que siguió con su consulta cuando Ticiana falleció el 5 de marzo de 1969, cuando aún no había cumplido los 65 años de edad, siendo trasladados sus restos al panteón familiar de Pando.
En reconocimiento a su persona, el Colegio de Médicos de Bizkaia bautizó con su nombre las salas "Iturri", sitas en la 4ª planta de su sede.

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