Hace poco José Luis Garaizabal nos hablaba del naufragio del
bote JULIA en 1926, que recogemos en el próximo nº de Cuadernos Portugalujos
que está en la imprenta, y hoy es Andrés
Vitores el que nos recuerda el del bote JOVEN JOAQUIN que desapareció con sus
cuatro tripulantes en 1907 y que llenó de desolación a la Villa.
Ocurrió el día 12 de abril. A las dos de la madrugada
salieron como de costumbre a dedicarse a las faenas de la pesca en sus botes,
los patrones Joaquin Llantada y Antonio Garrido con tres tripulantes más cada
uno.
Cuando estaban fuera del puerto exterior a seis millas al oeste,
pescando con la mar en calma, surgió un fuerte viento de Nordeste que puso en
grave aprieto a las embarcaciones.
Mientras Antonio Garrido consiguió alcanzar el puerto, “un
galernazo” como diría la prensa, hizo zozobrar el bote JOVEN JOAQUIN de Joaquin
Llantada que aparecería después en la playa de Barrika sin sus tripulantes. Aunque al
principio se pensó que podían haber sido recogidos por algún barco, pronto se descartó
pues no era hora de marea en la que acostumbraran a salir los vapores.
Los desaparecidos eran, además del patrón Joaquin Llantada,
que dejaba a la mujer embarazada y con dos hijos, el mayor de 8 años, Martín
Videgain con mujer y cuatro hijos de corta edad, Felipe Jesús Izpizua, “el bermeano”, con
mujer y seis hijos, el mayor de 17 años y finalmente Daniel Zabalo, hijo
adoptivo del último.
La conmoción que causó el suceso fue enorme, pues eran muy
conocidos y queridos, por lo que automáticamente surgió la solidaridad del
pueblo con las familias que quedaban tan desprotegidas.
Como vemos en la foto bajo estas líneas, que es de 1933 por
el Ojillo con motivo de otro naufragio bermeano y que nos ha facilitado Luis Casas, la gente se echó a la calle
a recaudar fondos, acompañando a la Banda Municipal, a una rondalla, o a
aportar su donativo al ayuntamiento donde se había abierto una suscripción para
ayudar a las familias. Fueron casi 400 vecinos, incluyendo al alcalde Fernando
Carranza y todos sus concejales, sin distinción de clases desde los grandes
empresarios o con títulos nobiliarios hasta los más modestos aportando los
pocos céntimos que podían para apoyar a las viudas e hijos.
Enrique Bel puso su Cinematógrafo a disposición, celebrando
sesiones con películas de temas marinos, recaudando más de 400 ptas, y los
jóvenes que practicaban el fútbol organizaron un encuentro en Lamiaco contra el
“team” CLUB VIZCAYA para recaudar también fondos.
Como vemos si las desgracias han sido una constante en la
historia de nuestra gente de mar, la solidaridad espontanea y mayoritaria del
pueblo portugalujo ha estado también siempre presente.
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