Capitán Steve, el exiliado republicano vasco que ayudó a huir de Europa a
15.000 judíos. Esta es una historia de los héroes que no fueron
elegidos por Hollywood y de las heroínas sin placa ni calle; de padres duros
que son también hombres buenos; y de pueblos bienintencionados que honran
accidentalmente el pasado de sus vecinos.
Publicado en el
periódico Público
MADRID 28/01/2022 LEIRE ARIZ
SARASKETA@LEIREARIZ
A orillas del mar
Mediterráneo y a los pies del monte Carmelo, en la ciudad de Haifa, se abre
camino una pequeña bocacalle con el nombre de Capitán Steve. En medio de la calle, flanqueada por el moderno
rascacielos del ministerio del interior israelí y el minarete otomano de la
mezquita Al Jarina, yergue discreta una placa en hebreo que señala al puerto.
En la esquina, el alfabeto latino deletrea un nombre improbable para un
homenajeado en Israel: Esteban Hernandorena (Zubiaga).
Es 29 de diciembre de
1966 y el puerto tiene más ajetreo del habitual. Hace un año y un día de la
muerte del homenajeado y familiares, amigos y la asociación que ha promovido la
iniciativa se reúnen para inaugurar la calle. También hay un padre carmelita
que bendice la placa.
Entre ellos estaba María Pilar, hija mayor del capitán que hoy recuerda su
historia familiar desde Las Palmas, donde reside desde hace cincuenta años.
"Mi padre agradecía lo bien que fue tratado en Israel, pero su corazón
quería volver a casa".
Hernandorena abandonó
España como exiliado republicano a principios de 1939, aún en plena Guerra
Civil, y no regresaría más que de visita hasta casi treinta años después,
convertido ya en Capitán Steve.
Afiliado al Partido
Comunista de Euskadi desde 1931, puso sus conocimientos marítimos al servicio
de la República ejerciendo como segundo oficial de dos
submarinos que condujo desde las costas francesas hasta el Mediterráneo. Ya en
el Sur, participó también en la batalla naval del José Luis Díez, cuando en la
noche del 26 al 27 de agosto de 1938 el buque republicano intentó cruzar el
Estrecho de Gibraltar a toda velocidad haciéndose pasar por un destructor
británico. Fueron atacados a cañonazos por la flota sublevada, que los había
identificado pese a los intentos de camuflaje. Murieron veinticuatro
prisioneros de guerra que llevaban a bordo y cinco marineros. Según algunas
publicaciones, Hernandorena resultó herido en el hombro.
Su primera parada en el
exilio fue la Bretaña francesa, desde donde quiso partir a la URSS. Fue, según
su hija María Pilar, una de las pocas ocasiones en las que Pilar madre se puso firme contra su marido.
"De Rusia nada". Encontraron destino alternativo en México. No podían
imaginar que al llegar a Veracruz les
tocaría vivir a bordo del barco en el que habían llegado. Durante un año. Y con
tres niños. "El héroe no fue mi padre. La heroína para mí fue mi
madre", recuerda María Pilar de aquella etapa.
Ya en México, durante un
largo periodo en el que no pudo navegar, Hernandorena "parecía un león
enjaulado", dice su hija. Con un carácter agriado, espantaba a la
clientela de la pastelería El Molino en la que
trabajaba Pilar madre. Hasta que llegó la oportunidad que lo cambiaría todo. La
de volver al mar.
En palabras del propio
Esteban Hernandorena a una web israelí: "Yo quería regresar a Europa al acabar la Segunda
Guerra Mundial y unos amigos judíos me sugirieron que trabajara con ellos
trasladando barcos desde Panamá. Como tantos otros refugiados, yo deseaba
volver a España y continuar la lucha contra el régimen
de Franco y pensé que esta oportunidad me ayudaría en ese
objetivo. Viajaríamos a Francia para unirnos a otros exiliados republicanos".
Eran los primeros pasos
de lo que los israelís conocen como Aliya Bet, la
operación para la inmigración clandestina de judíos a una Palestina que se
encontraba aún bajo control británico. La colaboración entre la agencia judía y
el grupo de republicanos de Hernandorena se hizo oficial en un bar de Marsella.
"Tienen ustedes que
comprender que nosotros no teníamos barcos, ni capitanes, ni nadie que
conociera el mar. Teníamos que buscar entre los refugiados de unos y otros
países", contaba Zeev Hadari, uno de
los miembros del Mossad encargados de la operación.
En 1947, da comienzo "el viaje de los Pans". Las organizaciones detrás de la inmigración clandestina habían comprado dos barcos de 4.500 toneladas en Estados Unidos a través de empresas pantalla. Se llamaban el Pan Crescent y el Pan York. Hernandorena se convirtió en primer oficial de este último. Capitaneado por Gad Hilb, salió de Marsella en agosto para realizar varias cargas y descargas de fósforo con las que la tripulación trataba de desviar la atención de los británicos, omnipresentes y nerviosos en el Mediterráneo desde el embrollo del Exodus. Solo habían pasado unas semanas desde que Yossi Harel, el capitán que Paul Newman encarnaría en la gran pantalla, acaparara titulares en todo el mundo por haber sido abordado por los británicos cuando llevaba a 4.500 migrantes "ilegales" de Francia a Palestina.
Problemas en Rumanía y Bulgaria
Al fin, en septiembre,
el Pan York atravesó el Bósforo y adentrándose en el
mar Negro, llegó a la ciudad rumana de Constanza. Allí, el nuevo Gobierno
prosoviético acababa de juzgar y ejecutar al ex primer ministro Ion Antonescu, considerado hoy el "aliado
olvidado" de Hitler por detrás de Mussolini. Rumanía aceptó dejar salir a
15.169 judíos. Con una condición: que emprendieran el viaje desde Bulgaria.
En algún momento de ese
convulso año, Hernandorena tuvo tiempo de pasar por Bayona para renovar (¿u
obtener?) su "Euzko Agiria", el documento de identidad vasco expedido
por esas fechas. En el mensual hendayés BIL, donde se publicó el perfil más
detallado que existe de Hernandorena, marineros y camaradas
antifascistas como Nissan Levitan recuerdan
la impresión que dejó en ellos aquellos meses: "Hernandorena hizo amigos
entre nosotros no solo por la ayuda que prestó a la causa, sino también porque
todos habíamos recibido una educación socialista. [...] Él estaba del lado de
los que huían del nazismo y del fascismo".
A los cinco días de
salir de Bulgaria, el Pan York fue rodeado por cinco
destructores británicos y desviado hacia Chipre. Era la Nochevieja de 1947.
"Por la tarde dejamos embarcar a 50 oficiales desarmados, a medianoche
tuvimos una fiesta y yo me emborraché un poco", recordaba el propio
Hernandorena.
Pero 1948 empezó con
malas noticias para el Pan York y el Pan Crescent. Debían desembarcar en
Chipre. Su salida de Bulgaria había desatado una crisis diplomática entre
sionistas y británicos. Hacía poco más de un mes que las Naciones Unidas habían
aprobado el plan para la partición de Palestina y
transportar a 15.000 refugiados en ese contexto era visto por algunos como una
provocación, mientras que otros recordaban el historial de persecución que
dejaban atrás los pasajeros. El líder sionista Ben
Gurion decidió esperar y dio orden de no oponer resistencia
ante los británicos cuando los trasladaran al campo de refugiados de Famagusta
en Chipre.
(CONTINUARA)
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