Altos Hornos de Vizcaya (AHV) fue la mayor empresa de España durante gran parte del siglo XX y si en la Plaza un artístico monumento nos recuerda a uno de sus fundadores, Víctor Chávarri, en el Ojillo tuvimos durante años un ejemplo de su amplio programa paternalista como fue la Cooperativa de Obreros y Empleados.
Muchos vecinos del Ojillo, estaban orgullosos de trabajar en Altos Hornos, estudiaron en su escuela de Artes y Oficios, disfrutaban de bonificaciones extraordinarias en años críticos en forma de carbón para uso doméstico y subvenciones al aumento del precio del pan utilizando la citada Cooperativa. Una de las chapas utilizadas como moneda de intercambio que nos muestra Txomin Hermosilla nos señala que vale por un pan pequeño (1 RICHI).
Si fue en 1924 cuando el arquitecto Santos Zunzunegui proyectó la casa que con el nº 2 de la calle Correos haciendo chaflán con el Ojillo, y pegando a la caseta del fielato, sería en 1933 cuando al crearse la Sociedad Cooperativa citada, se instalaría en sus bajos.
Juan Fermín López Markaida nos recuerda este Economato de Consumo, conocido popularmente como La Cooperativa o La Cope:
… en una economía
socializante eran cooperativas con pretensiones de ajustar a la baja los
precios al por menor o recatón, al ahorro doméstico favoreciendo a las clases
más desfavorecidas y como contrapunto al libre mercado minorista de tendencia
inflacionista.
En las postrimerías de
su actividad además de dar servicio a sus obreros y empleados, estaba abierto
al público en general con otros precios de venta superiores a los de los
cooperativistas o dependientes, pero siempre procurando ser más económicos que
las de las tiendas minoristas del sector.
Estos economatos de
empresa, que fueron canales de suministro alternativo a las economías
domésticas, desaparecieron en 1986.
Por su parte, Javier Sádaba, recordaba en su "Autobiografía" de esas décadas:
En la Calle de Abajo estaba la Cooperativa de Altos Hornos, "La Cope" en donde, primero, se dio el racionamiento y, más tarde, se utilizó, durante no mucho tiempo, como tienda de la fábrica que, en nuestros días, es puro recuerdo. Porque sus hornos se apagaron, sus "gánguiles" no llevan la escoria al mar y su luz ha desaparecido. En más de una ocasión los chavales robaron en "La Cope". Chavales y no chavales que, faltos de alimento, encontraron en la tienda lo que escaseaba en sus casas. No diré que se pasaba hambre como en Burundi pero se padeció una penuria general que, visto desde nuestros días, horroriza. La penuria no se limitaba al alimento. Sin radio, sin TV, sin coches, sin nada de lo que hoy llamamos consumo y con una escolarización deficiente, la calle se constituía en la auténtica escuela.
Gracias Juanfer López Markaida por estar siempre ahí, gracias por tu sabiduría y buen hacer !!!
ResponderEliminarJavier del Val , ha hecho el último comentario
ResponderEliminarBuen comentario que anima el recuerdo, gracias Juan Fermín y gracias al Mareometro
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