José Antonio Otxoa San Sebastián, nos ha facilitado la foto familiar de las bodas de oro de sus abuelos Pedro San Sebastián Onaindia y Antonia Abiega Larrazabal que tuvo lugar en El Saltillo en 1948 y donde aparece también él con 5 años.
Sobre El
Saltillo, recordemos que fue Prisca Arana, que destacó por sus acciones
benéficas, quien levantó en 1894 en un terreno en el acantilado sobre la playa,
comprado a Víctor Chávarri y Salazar que a su vez se lo había adquirido a
Casilda Iturrizar, junto al palacete “El Salto”, que su hermana había
construido dos años antes, otro más pequeño al que bautizó con nombre
diminutivo de “El Saltillo”, trasladándose a vivir allí con sus dos hijos:
María Vallejo, casada con Pedro J. Galíndez y Emilio Vallejo, casado con Sofía
Real de Asúa. (En la foto inferior de Juan Antonio Cortés hacia 1896, el regato
del Salto, canalizado durante la construcción de los palacetes salta el
acantilado hasta la playa).
La finca disponía en el extremo superior junto a la
carretera del tranvía, de una vivienda para el guardián-jardinero que desde
1910 a 1955 fue ocupada por sus abuelos.
José Antonio nos ofrece sus recuerdos:
Mi abuelo Pedro nacido en Orozco en 1877 empezó a
trabajar desde muy joven como cochero y jardinero para el Conde de Aresti en Gordexola.
Tras librarse de ir a hacer el servicio militar en la guerra de Cuba, pagando a
otra persona para que lo hiciera en su lugar, que por cierto murió allí de
fiebres tifoideas, se casó en 1898 con mi abuela, Antonia, natural de Gordexola.
Tenían ya dos hijos, cuando se trasladaron a Deusto,
donde encontró trabajo de jardinero, y donde nació mi madre María (1906-1994).
Dos años después Prisca de Arana le contrató a su servicio en su finca del Saltillo, que a su muerte en 1921 pasó a poder de sus hijos, María y Emilio Vallejo y Arana
En 1922 este último vendió su parte a su hermana casada con Pedro Juan Galindez Quintana, que falleció allí en 1928 quedando doña María como única propietaria.
Eran años en que la familia organizaba grandes fiestas y eventos muy relevantes en Bizkaia, a los que atendía mi abuelo.
El palacio tras la entrada principal a la altura de la primera planta, con una amplia y señorial escalinata doble y también con plataformas con verjas elegantes y vistas a la playa y al Abra, estaba rodeado de numerosos árboles y alguna campa con jardines. Hacia la parte superior estaban las plantas y flores, con semilleros y numerosos árboles frutales. Había varios cerezos y perales (peras duras, de cuchillo y algo ácidas), manzanos, ciruelos, avellanos, etc. Todo ello lo cuidó mi abuelo hasta su final.
Mis abuelos estuvieron siempre al servicio de la familia y durante la guerra civil la casa palacio fue ocupada y destinada primero a hospital y luego a cuartel. Tras la contienda permaneció sin ser habitada por los dueños toda la década de los años 40.
Yo que nací en 1943 y hasta los 15 años, pasé allí con mis abuelos muchos días y periodos veraniegos.
Su casa, (hoy desaparecida) situada en el borde superior del terreno, junto a la carretera, tenía dos pisos con cocina, baños, dos habitaciones o salas en la planta de abajo y cuatro habitaciones arriba. En la parte inferior tenía un gran semisótano (el terreno estaba en cuesta), con gallinero (donde de niño vi aparecer escondido un fajo de billetes del Gobierno Vasco de Aguirre) y un espacio amplio donde mi abuelo hacía coronas para difuntos, para venderlas especialmente en Todos los Santos, y obtener un pequeño sobresueldo.
En esta casa de mis abuelos, su familia hemos pasado muchas horas y vivencias.
Continuará…
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