Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales en su blog LA VIDA PASA nos ofrece el enlace con la página PARES, del Portal Movimientos Migratorios Iberoamericanos, desarrollado con el objetivo de fomentar y facilitar el acceso a los fondos documentales relativos a la emigración española a Iberoamérica en la época contemporánea, cuya máxima intensidad se dio en el siglo XIX y XX, y donde se pueden encontrar fichas de gente conocida como Félix Apaolaza, Fernando Carranza, Antonio Chapa Arisqueta, Vicente San José Pedrueza, Manuel San Salvador, …
Nosotros
recordando esa gran cantidad de indianos portugalujos que durante siglos
emigraron a hacer las Américas, hemos querido rendir homenaje a las madres de
aquellos que siendo todavía niños abandonaron su hogar y en su mayor parte no
volvieron.
Nuestra personaje, hija de un castellano de oficio tejedor, Pedro García, que llegó a la Villa en 1806 y se casó con María de Arzubiaga, labradora jornalera, tenía 22 años y era costurera cuando se casó con Luis Tajada y Sobrado, viviendo en la calle del Medio.
El hijo mayor, Cleto, nacido en 1846, era muy joven cuando se embarcó para Santiago de Cuba, donde residía un tío suyo casado con una negra y varios hijos, que le empezó recomendando que modificara su apellido por Tejada, como había hecho él, para evitar mofas, y que le encontró trabajo en Cienfuegos en un almacén de azúcar. Posteriormente abrió una tienda propia, que sería la primera de otras más que fue estableciendo en diferentes asentamientos rurales, y que le darían una buena posición social.
Involucrado en la política municipal de Cienfuegos, cuando el barrio de Palmira, donde se encontraba el central Portugalete de Sotero Escarza, se segregó como municipio independiente, Cleto fue elegido su primer alcalde en 1879. En 1881 volvió para visitar a su madre, y en el viaje su mujer dio a luz un niño, bautizándolo en la parroquia de Santa María con el nombre de Pablo, que se quedaría con su abuela mientras sus padres regresaron a Cuba.
Cleta cuidó y educó a su nieto hasta los ocho años en que ella murió, regresando entonces a recogerlo Cleto Tejada (que siempre llevó consigo la foto de su madre que conservan sus descendientes) y que en 1894 murió trágicamente en el Hotel Inglaterra de La Habana donde se hospedaba con su mujer mientras buscaba tratamiento a sus trastornos mentales.
Su hijo Pablo tras realizar en EEUU estudios de contaduría llevó la contabilidad de varias bodegas y tiendas de Cienfuegos.
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