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martes, 11 de febrero de 2025

LA ANÉCDOTA DEL POLVO DE LAS TIZAS USADAS EN LAS PIZARRAS ESCOLARES

  



Hoy traigo a esta entrada otra anécdota surgida en ASPALDIKO en el encuentro de la semana pasada recordando la vida escolar portugaluja de épocas pasadas.

Algunas imágenes nos traían a la memoria el aspecto de las aulas, con aquellos bancos y pupitres con su tintero incorporado (la foto inferior corresponde al Colegio Santa María) y sus pizarras negras donde se escribía con blancas tizas de yeso. (Más de algún alumno distraído recibiría una de ellas en la cabeza lanzada por el profesor para traerle a la realidad).

Lógicamente no caíamos en el recuerdo de que dichas pizarras se borraban con trapos o cepillos, que recogían el polvo que se iba generando, hasta que apareció la foto de las escuelas de Zubeldia por su fachada posterior, donde alguien hizo mención a los bordes blancos de las ventanas de las aulas.

Efectivamente, dentro de la vieja fachada destacaban los bordes blancos de las ventanas producto de que los profesores sacudían allí el polvo recogido en los trapos o cepillos con los que limpiaban los encerados de clase.

Eran otras épocas y el polvo interior se echaba por el balcón.

2 comentarios:

  1. En los años 80 aún recuerdo que se sacudía el borrador por la ventana (al menos en otro establecimiento privado de Portugalete). Y tizas y hasta borradores (con taco de madera) volaban sobre los alumnos para hacerlos callar...

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  2. José Manuel López Díez12 de febrero de 2025, 11:11

    Efectivamente, el "ejercicio de tiro al alumno" descrito arriba quedaría incompleto si no mencionáramos los borradores y los cuadernos que algunos maestros lanzaban a la cabeza de sus discípulos, a veces sin que mediase provocación por parte de estos.

    Y, por mucho color que le echemos a la foto, tampoco puede disimularse el aspecto exterior que ofrecía la escuela en los años setenta. En la fachada principal llamaban la atención un canalón colgante y los excrementos de palomas que llenaban las repisas de las ventanas. La lateral de abajo estaba agujereada por la metralla de la guerra civil (según se decía). Y, como "patio de recreo", una campa pelada alrededor que se convertía en un resbaladizo barrizal cuando llovía.

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