AUTOR

viernes, 19 de diciembre de 2025

EL MARKETING DE 1895: SI COMPRABAS EN LAS ARENAS, EL PUENTE TE SALÍA GRATIS

 


 Hace 130 años, en el verano de 1895, Portugalete vivía sus años de máximo esplendor como estación turistica. El trasiego de bañistas, la elegancia de su playa y la actividad social eran el motor de la Villa. Al otro lado, apenas unidas desde hacía dos años por la estructura metálica del Puente Colgante, Las Arenas comenzaba a configurarse como un núcleo residencial y veraniego.

Hoy rescatamos una curiosa noticia publicada en el Noticiero Bilbaíno del 3 de julio de 1895 que nos ha facilitado Karla Llanos. No es solo el anuncio de una apertura comercial, sino una prueba temprana de la estrecha relación económica que el Puente fomentó entre ambas orillas y de una estrategia de marketing que hoy nos parecería de lo más moderna y que retrata perfectamente la dinámica social y económica de finales del siglo XIX entre las dos orillas.

La noticia decía así: “Mañana se abrirá en Las Arenas la tienda de ultramarinos titulada «Puerto Rico». Es un establecimiento que honra á su dueño; y dada su pericia en este ramo del comercio, no dudamos que reportará grandes beneficios á los habitantes de aquella pintoresca estación veraniega.
La referida tienda está situada en uno de los mejores puntos, ó sea en la Plaza, donde paran los tranvías, próxima al puente de Vizcaya. Como quiera que su propietario está dispuesto á hacer todo cuanto le sea posible en beneficio del público, dicho se está que los precios serán arregladísimos.
A todos los de Portugalete que hagan compras por valor de dos pesetas se les abonará el pasaje del puente.

Resulta curioso observar cómo el dueño del «Puerto Rico» (lo de Costa Rica llegaría más tarde) identificó rápidamente su mercado potencial: los vecinos y veraneantes de Portugalete. Para atraerlos a cruzar la Ría, ofrecía lo que hoy llamaríamos "envío gratuito" o "parking bonificado": pagarles el billete del Transbordador.
     En una época en la que dos pesetas representaban una compra de cierta entidad, el incentivo de ahorrarse el pasaje era el empujón definitivo para que los jarrilleros se animaran a visitar la "pintoresca estación" de enfrente.
     La fotografía que acompaña estas líneas nos sitúa exactamente en ese escenario. Podemos ver la Plaza de Las Arenas con el tranvía en primer plano, donde se ubicaba el comercio, frente al Puente y al fondo la Villa con su Iglesia parroquial con el fuerte militar de San Roque en lo mas alto. Es la estampa viva de un tiempo en el que nuestras dos orillas empezaban a entenderse como un solo destino gracias a la audacia de Alberto Palacio y, como vemos, también a la de los comerciantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario