Finalizamos el tema de los relatos de naufragio
en la barra que Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales nos ofreció en su
blog LA VIDA PASA y que recomendamos consultar en su totalidad, con uno de los
que tuvieron lugar todavía tras la realización del Muelle de Hierro, como fue
el naufragio del vapor VELAZQUEZ en julio de 1883.
El citado vapor hacia las diez de
la mañana empezó a maniobrar y a elevar el ancla hallándose a bordo el práctico
lemán Bernabé Ortiz Revilla, de la Cofradía de Mareantes de esta Villa. Se
dirigieron ría abajo hasta la altura del muelle de la Benedicta donde viendo
que el mar estaba algo alborotado, dispuso el capitán ser remolcado por el
vapor remolcador “San Nicolás”, tras haber salido ya con anterioridad y
por delante de ellos otros vapores con más calado que el que suyo (catorce pies
y diez pulgadas).
Así siguieron sin novedad hasta la
piquera de la barra en la que sintieron cuatro fuertes golpes de mar y por cuya
causa falló el calabrote del remolcador y en ese momento al caer otro fuerte
golpe de mar hizo que el buque diera una guiñonada hacia el banco del Nordeste
en dicha barra, tocándose en él bastante y sin poder enderezarse. Siguió así
sobre el citado banco atravesado y dando el costado de babor al mar y sin que
pudieran hacer que el buque diera rumbo hacia afuera y la fatalidad de
habérsele enredado al vapor en la hélice un cabo.
Se le tiró de nuevo al remolcador
por la proa otro cabo pero al tirarse o hacerse firme volvió a fallar de nuevo.
El “San Nicolás” y otro vapor también remolcador “Algorta” se
fueron arrimando, sin que les fuera posible acercarse a su costado porque su
pérdida hubiera sido segura y total, y quizás con la desgracia de sus
tripulantes.
Así siguieron los tres vapores
hasta cosa de las diez de la mañana, que convencidos de no poder hacer más por
venir la mar a más, bajar la marea y aumentarse por lo tanto las corrientes se
retiraron, no pudiendo aproximarse al costado del “Velázquez” lancha ni
embarcación alguna para el salvamento de los exponentes y demás tripulantes. Apagados
los fuegos a fin de que no estallara la caldera tuvieron aquellos que seguir a
bordo
Hacia las tres menos cuarto de la
tarde llegaron tres lanchas de la Cofradía de Mareantes de esta Villa dado el
gran riesgo de esperar a otra marea, embarcando a todos los tripulantes en las
lanchas siguiendo las órdenes del capitán del vapor el cual no pudo hacer nada
más por el salvamento del “Velázquez”.
Tras estos naufragios
se producía el correspondiente expediente o pleito, relativo a los costos,
seguros, responsabilidades, etc.
En este caso la carga
del barco era de diversas partidas de arroz, tocino, café, bacalao, sosa, tejidos de pana,
así como instrumentos náuticos, velas, botes, planchas y máquinas trilladoras,
algunas de las cuales pudieron ser rescatadas y que fueron subastadas. En dicha
subasta el vecino Benjamin Smith reclamó que dos calabrotes adjudicados en la
subasta no eran de la largura y circunferencia expresada por el perito tasador.
El Capitán,
piloto, segundo piloto, primer maquinista, mayordomo, contramaestre los
marineros del vapor permanecieron de residencia en la Villa para otorgar la
correspondiente escritura notarial.
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