El cartel colocado en las farolas
del Muelle Nuevo y en otras calles de la Villa, anunciando la próxima batalla de bandos que con gran colorido recorrerá
desde el parque del Doctor Areilza o “Parque de los monos”, hasta la Plaza
frente al Ayuntamiento, y que ha sido la comidilla en algunos círculos jarrilleros,
nos da lugar a esta entrada.
Lo podría firmar José Luis
Garaizabal que ya lo ha tratado varias veces en este blog, pero como ya ha
tirado la toalla, recojo yo el testigo.
El citado parque al final de la
calle María Diaz de Haro lleva el nombre oficial de PARQUE DEL DR. AREILZA y es conocido
para una parte de la población como PARQUE DE LOS MONOS desde hace décadas.
Como divulgador de la historia
jarrillera tendría que resumir así la historia de ambas denominaciones:
Enrique Areilza, el prestigioso médico, vivió y murió en el palacete del Salto situado sobre el citado parque inaugurado en 1917. El Ayuntamiento que le había ofrecido el cargo de alcalde en vida y que él modestamente rechazó, así como hizo el utilizar el titulo de conde a que tenía derecho, a su muerte le nombró Hijo adoptivo de Portugalete y dio su nombre a dicho parque en 1927. Su viuda financió la sala de operaciones del Hospital Asilo que llevó su nombre.
Casi medio siglo después durante la dictadura franquista, el alcalde entre 1965 y 1975, José Manuel Esparza, tuvo la ocurrencia de convertirlo en zoo urbano, con numerosas especies viviendo en semilibertad como pájaros, palomas o pavos reales, en un estanque con peces, patos, o cisnes, y jaulas con especies como jabalíes o monos. La experiencia fue un total fracaso, porque algunas especies no se aclimataron, el estanque era una sucia ciénaga, y además el gamberrismo se cebó en muchos de ellos, pero lo que quedó en el recuerdo de los niños y niñas de entonces fueron los monos a los que les echaban comida mientras estos hacían monadas y tambien guarrerías.
Es triste tener
que explicar a nuestras nuevas generaciones estas historias, constatando que una
parte de la sociedad jarrillera ha preferido consolidar por encima del legado
del insigne doctor que tanto hizo para combatir la tuberculosis infantil, la
memoria de los monos que entretenían y escandalizaban a los niños que utilizaban el
parque.
Tenemos que aceptar con naturalidad que el pueblo, o buena parte de él, rechace o no acabe de integrar en su léxico algunas denominaciones oficiales. En mi opinión tiene más valor lo que viene de las costumbres y el acerbo popular, que lo que pueda ser oficial, por bien intencionado que sea.
ReplyDeleteOcurre con la cuesta de las maderas, apodo que prácticamente ha sustituido al oficial Casilda Iturrizar; lo mismo con el parque de los monos, hasta tal punto que se usa en la cartelería oficial. E incluso con el que habéis llamado Muelle Nuevo, cuyo nombre oficial es Muelle de Churruca, nombre casi totalmente ignorado por los portugalujos.
Y en el pasado el acerbo popular nos inundó con entrañables apodos, como campa de Tejada, campa de Marcos, campa del Gordo, casa del ataúd, casa de los tres portales, palacio de los perros (el palacete Lexarza), la Pajona, camino de los Carros (incomprensiblemente nunca oficializado), o la calle Gregorio Uzquiano, aún conocida por el más histórico topónimo del Ojillo. Incluso hoy aún muchos dicen "quedamos donde el Java", a pesar de que este añorado cine ya no existe. En fin, hay un larguísimo etcétera, apodos todos que son reflejo de la idiosincrasia del mismo pueblo. Gracias a esos apodos se conserva el recuerdo de casas, palacios, cines, serrerías, campas...Podrían y deberían convivir con los nombres oficiales.
Me parece que no se puede meter en el mismo saco topónimos con siglos de antigüedad y denominaciones coloquiales más o menos modernas que se deben más a la pereza mental o a la ignorancia del pueblo que a su "acervo". Por mucho que los usemos, o incluso por graciosos que nos parezcan, ¿podrían convivir nombres como "calle de las viudas" o "casas de los pitufos" con los oficiales? Cada cosa en su sitio. En cuanto a lo del "parque de los monos" en un cartel, dice bastante sobre el criterio de una asociación supuestamente cultural. Si no es una "portugalujada" para llamar la atención.
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