Thursday, September 11, 2025

NIÑOS DE LA GUERRA DE PORTUGALETE EVACUADOS A FRANCIA EN EL BUQUE SARASTONE

 

El buque inglés de carga “SARASTONE”, tiene un lugar de honor en la historia, y por ello sus restos están considerados como Bien Cultural por la Junta de Andalucía, al haber sido hundido en la II Guerra Mundial, por un avión alemán en octubre del año 1941 en el puerto de Mazarrón, Huelva.
     Su relación con Portugalete nos la cuenta Aurelio Gutiérrez en su blog LA VIDA PASA, dado que fue uno de los buques que trasportó niños vascos al exilio francés durante la guerra civil: 

Cuando las fuerzas sublevadas franquistas y sus aliados, entraron en Portugalete en junio de 1937, la desbandada de ciudadanos fue total, y si hasta ese momento, el buque “Habana” desde el puerto de Santurtzi, era el medio de alejar a los niños de corta edad fuera de la contienda, con la caída de la margen izquierda, los nuevos evacuados lo fueron a primeros de julio desde el puerto de Santander y posteriormente en agosto, del puerto del “Musel” en Asturias.
     Muchas de estas personas que escaparon de Portugalete y pueblos vecinos, consiguieron embarcarse en el buque inglés SARASTONE, que del puerto de Santander, el 9 de julio de 1937 con 2.500 personas a bordo, se dirige al puerto francés de Saint-Nazaire. Sus pasajeros a bordo, la mayor parte eran niños de edades comprendidas entre los 5 a 15 años de edad, pudiendo ir acompañados en esta ocasión por familiares.
     De Saint-Nazaire, fueron trasladados y repartidos por diversas regiones francesas, en concreto a la región de Calvados-Normandía-Francia, donde un Comité de bienvenida les iba repartiendo en el seno de familias adoptivas o en diferentes colonias o refugios en manos del gobierno francés, fueron destinados una centena de personas, entre ellos varios vecinos de Portugalete.
     Esta estancia en tierras francesas duró hasta comienzos de noviembre del mismo año, cuando el gobierno francés con la excusa de que en el lugar de procedencia de los refugiados no existían ya combates, y por lo tanto en ausencia de guerra y peligro, podían retornar a España. Por detrás también estaba el argumento del alto coste económico que significaba para el gobierno francés el mantenimiento de dichas colonias.
     Los únicos casos de personas relacionadas hoy en día con Portugalete que se embarcaron el 9 de julio en el SARASTONE, y de los que he podido recoger alguna información son los de Tomás Izaguirre Las Heras y los que corresponden a mi familia, en concreto a Felipa Aguado Bastida, aún habiendo más.
     FELIPA AGUADO BASTIDA, (Ortuella 1911, Portugalete 1944) casada con Patricio Gutiérrez del Moral, natural de Portugalete, embarcó embarazada de 7 meses en compañía de su hija Araceli Gutiérrez Aguado, nacida el 29 de mayo del año 1936, y por lo tanto con un año escaso de edad.
     Mi hermano Antontxu, nace en Bénouville-Caen, en la maternidad de Hombay 03/09/1937 falleciendo en Gorliz, en 2016). Mi hermana Araceli por su corta edad en el exilio, no tiene apenas recuerdos, y lo poco que sabe de aquella estancia en Francia, es lo que le fueron contando otros portugalujos de mayor edad que ella, y que tuvieron el mismo destino.
     TOMAS IZAGIRRE LAS HERAS, (Erandio 1927), raro era el día que no le veíamos pasear por el muelle de Portugalete, luciendo su eterna juventud.
     Su aita Salustiano Izagirre, “Salus”, según me contó, consiguió el mismo día que era destruido el Puente Colgante embarcarle a él y a sus tres hermanas mayores que él, en una lancha con destino a Santander, y de aquí una vez que se embarcaron en el Sarastone dirigirse a Villequiers-Caen. Y como el resto, retornar tres meses después a Erandio, y varios años después a Portugalete, de donde no se separó desde que tenía unos trece años hasta su fallecimiento.
    Su relato hace revivir como en esos días anteriores al 22 de junio, decenas de pequeñas embarcaciones, bordeando la costa para si evitar a los buques franquistas que controlaban el Abra, se dirigieron hacia Cantabria, evitando así el tortuoso camino por carretera, y los peligros que entrañaba ese itinerario. 
     Como en tantos otros relatos, el recuerdo del pan blanco, en contraposición del pan negro que se encontraron a su vuelta a España, surge una vez más, así como los vivos recuerdos de su aita, patrón que fue de los remolcadores Eusko Mendi y del Altsu Mendi de la flota naviera Sota y Aznar.

 

 


 

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