La semana pasada murió Jesús Yagüe Arechavaleta. La pasión por el cine había prendido en él desde muy joven cuando todavía con pocos años desde la casa de su abuelo Arechavaleta (popular comerciante de la calle del Medio) veía los carteles del Cine Ideal, que unos años después se podía palpar cuando dirigía aquellos CINE FORUM que hacían en el HOTEL, algunos moderando también el coloquio, hasta marcharse a Madrid en busca de su ideal de hacer cine.
Se lo contaba recientemente a un amigo:
"Cuando yo
tenía cuatro o cinco años mis padres me dejaron al cuidado de los abuelos
maternos. Y entonces descubrí que enfrente de la casa donde vivían, al otro
lado de la calle, había un local grande, muy grande, que se llamaba Cine Ideal,
donde todas las semanas ponían encima de la marquesina un cartel panorámico
ocupando toda la fachada con unos dibujos en colores muy llamativos, con
nombres de personas como Humphrey, John, Ginger o Katherine... Y, debajo, títulos
sugerentes donde se leían palabras como "Amor", "Viento", o
"Aventura"...
Al
cumplir seis años me llevaron una vez y descubrí que aquello era el cine, donde
te contaban una historia que no tenía colores pero que te atrapaba. Y me
atrapó. Por eso, catorce años después, dejé mi pueblo y me vine a Madrid para
intentar hacer aquello que yo había visto en la pantalla: el cine, eso era el
Cine para mí".
Tras unos primeros años, que no fueron fáciles, empezó colaborando como ayudante de dirección para en 1964 realizar sus primeros
cortometrajes. Uno de ellos, Los seis días, fue galardonado con el Premio
Nacional de Cinematografía y con el Premio
Federación de Deportes.
Tras este espaldarazo realizó en 1965 su primer
largometraje titulado Megatón Ye-Ye,
seguido de otros cuatro, los últimos también
como guionista, Los flamencos (1968) y
Los escondites (1969), ésta su
película más personal, que años después sería programada en el Festival de
Stiges.
Con la llegada de los años 70 y el cine de “destape”, realizó
cuatro películas, empezando por La mujer
es cosa de hombres (1976), con José Sacristán, y la última, Préstame a tu mujer (1981), interpretada
por Alfredo Landa, una de las más conocidas.
Desde 1971 hasta que se retiró en 1995 se dedicó también
a dirigir series y escribir guiones de televisión.
En una de sus habituales visitas y tras la muerte de
sus padres, nos comentó que el único cordón umbilical que le unía a Portugalete
era su suscripción a la Colección El Mareómetro.
Mañana recogeremos sus recuerdos, EL LUGAR DONDE COMIENZAN MIS SUEÑOS, escritas desde su residencia en Mataelpino en
Madrid al jubilarse en 1995.
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