Siguiendo con la prensa de 1896 que nos ha seleccionado Karla Llanos y que hemos empezado recogiendo con el programa de las fiestas patronales, ofrecemos hoy diversos pasajes que nos ofrecen una visión general del ambiente festivo que se vivía en la Villa en aquellos años de final del siglo XIX.
El periodista constataba: Portugalete parecía un hormiguero humano, pues tanto en la plaza como en los muelles y calles el paso se hacía intransitable, tal era la aglomeración de gente que acudió a visitar nuestra simpática villa, la playa del Salto, la de Las Arenas y muelles de este punto, se hallaban atestados de gente.
Positivos resultados para las fondas, casa de huéspedes, cafés y tabernas, en el frontón La Estrella magníficos partidos, en la plaza de toros además de novilladas trabajaran algunas compañías ecuestres y grandes peleas de carneros cruzándose apuestas.
Una de estas peleas en julio decía textualmente:
El día 12 se celebraran tres peleas de carneros en la plaza de toros de Portugalete, de 11 a 12 de la mañana. La primera será entre el carnero de Juan Bautista Elorriaga, vecino de Bilbao, contra otro de Las Carreras, de don Leopoldo Landeta; la segunda será el negro de Bilbao, propiedad del señor Gómez, contra otro de Sestao de José Alberdi; y la tercera será uno de Las Carreras contra el Borro de Bilbao, de don José Larrondo, atravesándose por cada parte en cada pelea 500 ptas.
La temporada propiamente festiva comenzaba en junio por San Juan con una verbena en la espaciosa campa de San Roque a la que acudía la banda de música Euterpe, la banda de tamborileros, ciegos, pianos mecánicos, poncheras, lecheras y churreros.
A las siete se corría por calles y plazas un novillo ensogado para diversión de los aficionados. Por la tarde, como otros días festivos, música y romería en la plaza y por la noche de nueve a once se quemaran hachones, barricas, etc. y música y tamboril.
El día 29 por la tarde, como otros días festivos, pero de 9 a 11de la noche, se repetirán las fogatas y música de la noche de San Juan.
A comienzos de julio la banda Euterpe, dirigida por Manuel Meléndez, tenía la costumbre de ofrecer un concierto, al que seguiría por la tarde, cucaña y patos y por la noche fuegos artificiales, que finalizarían con el zezenzuzco o toro de fuego. Además se elevarían un buen número de globos de diferentes clases y tamaños.
También encontramos ya en el mes de setiembre, la costumbre que tenía Casilda Iturrizar, la viuda de Epalza, de celebrar la festividad de Santo Tomás, patrón de su capilla del Muelle Nuevo, con una solemne ceremonia religiosa por la mañana y por la noche con una romería
Como en todas las épocas hay pequeños incidentes en las fiestas ese año también lo hubo:
Tres individuos, vecinos de Madrid, promovieron en la romería un alboroto en medio de blasfemias y palabrotas. Como se le insolentaron al alcalde fueron encerrados en prevención. Tras imponerles una multa cuando el cabo de municipales señor Escudero y el guardia Fructuoso fueron a comunicarles la providencia del alcalde y a ponerles en libertad, se arrojaron sobre ellos navaja en mano. El primero fue herido en la mano y el segundo en un dedo, siendo curados en la farmacia del señor Bustamante. Desarmados los agresores fueron encerrados en un calabozo y del suceso se dio cuenta al juzgado.
Mira por donde en éste artículo se vuelve a mencionar la palabra zezenzusco indicando, seguidamente, que es lo mismo que decir toro de fuego.
ResponderEliminarLo curioso es que no se especifica dónde estaba el calabozo. ¿En los bajos del Ayuntamiento? ¿En la planta baja de la Torre de Salazar?, pues por aquel entonces todavía debía seguir cumpliendo su función de cárcel municipal.
ResponderEliminar