Dentro de la historia de la beneficencia portugaluja existió durante muchos años el llamado Comedor de los Pobres. En las actas del Santo Hospital encontramos desde los primeros tiempos esta dedicación a dar de comer a los necesitados y así anotamos la cifra del mes de julio de 1786: 1.582 raciones, repartidas entre 186 enfermos, 930 personas mayores imposibilitadas, 434 niños huérfanos y pobres y 32 forasteros "justamente transeúntes". La Junta de Caridad llevaba una cuenta separada de estas comidas que corrían a cargo del Ayuntamiento.
En 28 de enero de 1887
se le dota de un nuevo reglamento, que Aurelio Gutiérrez Martin de Vidales recogió
en su blog LA VIDA PASA, siendo el
secretario municipal Eusebio de Santamarina, el contador depositario de los
fondos hasta 1893, en que se lo pasó a Antonio de Salazar, entregándole 599,93
ptas. pero constatando también una deuda a Andrés de Salaverri de 1.315 ptas.
por la carne suministrada. Salazar se hizo cargo de esta gestión del
"Rancho de los pobres" pero en 1899, planteó encargarse sólo de la
contabilidad siendo "el Ayuntamiento o quien corresponda", el que
llevara la inspección y dirección de este.
Con la muerte de
Manuel Calvo y la creación de la Fundación Manuel Cavo para gestionar su
testamento, que dedicaba una parte de “sus rentas al pago de la caritativa
costumbre que hay en el pueblo, de repartir a diario raciones de olla y pan
entre los menesterosos". De esta manera la beneficencia portugaluja se
adaptaba a los nuevos tiempos. Mientras la Fundación del Hospital, financiada
por ayudas populares, gestionaría y cubriría la asistencia a enfermos y
mayores, la Fundación Manuel Calvo, mantendría el comedor de los pobres,
financiada por las rentas de su fundador.
Al inaugurar el nuevo
Hospital, en 1907, el rancho de los pobres se suministró en el Hospital,
estando sujeto a las diversas situaciones económicas que pasó la sociedad portugaluja.
En ciertas épocas se redujo a solamente 10 las raciones que se podían dar,
adelantando su importe el Hospital, y en otras ocasiones como en 1921, en que
se daban 19 raciones diarias se solicitaba ayuda al Ayuntamiento. En los años
treinta "en vista del estado de las fincas en La Habana" se tienen
que rebajar a nueve las raciones, "suprimiéndolas si la situación no toma
un cambio favorable".
Tras la guerra civil el Comedor de los Pobres vuelve al centro de la Villa y lo encontramos situado en La Ranchería, bajo el amparo de la entones organización del nuevo régimen denominada Auxilio Social. La segunda foto nos muestra su entrada en el hueco existente entre el desaparecido cine MAR y las escaleras de subida a General Castaños.
En 1943 se produce la
última donación que se recuerda, dedicada a este Rancho de los Pobres y se
trata del legado del indiano Bernardo Castet, que le asigna una parte y que se
materializa en 58.544 ptas. que recibe la Fundación. En los años cincuenta desaparecería,
estando durante casi medio siglo sin poder cumplir con los objetivos fijados
por su fundador.
En el siglo XXI, disponiendo
nuevamente de rentas provenientes del renovado y moderno Hotel Puente Colgante,
la Fundación Manuel Calvo adapta sus fines sociales a los tiempos presentes y
acuerda destinarlas a "actividades de ámbito social.
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