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viernes, 21 de febrero de 2025

1963 ADIOS A LA LEÑERA DE ZUBELDIA

 


Se me ha pedido que escriba unas líneas sobre esta entrañable foto que nos hicieron sobre los últimos restos de la leñera familiar de la Panadería Garaizabal en Maestro Zubeldia. La foto no es muy buena, pero los recuerdos, sí.

He escrito, entrañable, pues aquel solar donde se almacenaba la leña para los hornos, fue un lugar de juegos, risas y proyectos de todo tipo. Estuvo situada entre las casas del Ojillo, el callejón de la panadería, la calle y el otro callejón lateral de la casa de los Arrugaeta, también conocida como “de la barrera” por estar protegida por una verja. Toda la leñera estaba cercada, bien por tablas o por una tapia de ladrillo y en una esquina del callejón, se encontraba el garaje con sus puertas correderas de madera donde se guardaban las camionetas del reparto del pan que conducía mi aita y años después, por mi primo Pedro o por mi otro primo, Txema. En otra esquina, hubo un gallinero donde las “reclusas” engordaban con el pan sobrante de la panadería y ponían unos huevos de campeonato.

Como hemos dicho, allí se almacenaba la leña de encina que periódicamente traían unos camiones y era descargada a mano, una a una, formando un gran montón. Mientras la zona protegida estaba casi vacía era el momento de montar un espectáculo de circo, el “mundialmente” famoso Circo Zubel, que realizábamos emulando lo que habíamos visto en las comedias de la tejavana o en la visita anual al circo Atlas en La Casilla de Bilbao, al que nos llevaban mi ama Sere y mi tía Isabel. Una cabalgata publicitaria formada por “los artistas” debidamente disfrazados, pregonaba por las calles los horarios, avisando que la función no era gratis y que cobrábamos “una gorda” o “una chiquita” (10 céntimos o 5 céntimos de peseta). La pista tapizada con el serrín del taller de cepillos de Araco estaba rodeada de “localidades” que no eran otras que bancos corridos formados por largos troncos para los de preferencia y de pie para los de general.

Los números de trapecio eran realizados en una de las tres gigantescas y traicioneras higueras existentes, por el inigualable “hombre de goma”, el difunto Javitxa. El resto de los números eran de payasos, equilibristas, gimnastas sobre la carretilla de la leña, forzudos, cantantes, magos, etc. eran repartidos entre chavales y chavalas. Mi amama Gregoria, mi ama y mi tía seguían el espectáculo desde los palcos principales que no eran otros que los balcones de la casa familiar.

En temporada de higos, toda la calle nos poníamos morados y con unas pirrileras de aupa. En sus últimos años, construimos una bolera de bolos a cachete, emulando lo visto en Urioste. Allí aprendieron a bailar nuestros primeros discípulos del Elai Alai y hacíamos, también, casetas en la trasera del garaje o entre los troncos del montón de leña y alguno y alguna, empezó a dar a escondidas sus primeras “caladas” o se aplicó leche de higos verdes en el pubis para adelantar la salida de vello.

Había un palomar adosado a la pared del garaje y en época de pichones, los de la cuadrilla de mi tío José Mari se ponían tibios merendando en la panadería sobre las cestas del pan dados la vuelta.

Pues bien, aquel paraíso llegó a su fin en 1963, cuando vendieron el solar para que Cotera construyera el número 4 de la calle Maestro Zubeldia.

Comenzó el derribo y desescombro de las tapias y cobertizo y alguien (¿Miguel Santacoloma?) tuvo la feliz idea de subir a casa a por la máquina y congregar a todos los chavales que andábamos por la calle y mi aita con su txapela y su habitual vestimenta de mahón, se unió al grupo. Nos colocamos junto a la pared donde antes vivieron las palomas, resultando la foto que encabeza estas líneas.

Semanas después, calló el garaje bajo la piqueta y el antaño idílico lugar de juegos, pasó a la historia en 1964 bajo el nuevo edificio al que fueron a vivir un par de los fotografiados.

He pedido ayuda a mis primas y a Mari Luz para refrescar la memoria y no meter la pata al nombrar a los fotografiados. Éste es el resultado de nuestra memoria y completado con las fotos del archivo de los Amigos de Zubeldia y La Cruz, con el dibujo de Juan Andres Garaizabal y su ama Isabel Santibañez en el palomar.

De izquierda a derecha. Arriba: Paco Garaizabal (+), Fernan Carvajosa (+), Amado González, Javitxa Martínez (+), Maribel Garaizabal, Juan Carlos López y Fede Martínez. Centro: José Luis Garaizabal con Juan Andrés Garaizabal a hombros, José Ángel León (+). En la siguiente fila, de pie: Edu Garaizabal, Mariluz León, dos hermanos (“Pito” y “Cagalera”), xx, Jesús Beristain y Paco Urzay. Arrodillados: XX, Ángel, “Casito” y XX. 

JOSE LUIS GARAIZABAL FLAÑO

 

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