lunes, 11 de noviembre de 2024

CUANDO EN LA VILLA HABÍA SERENOS

  


En el ultimo libro de Roberto Hernández Gallejones, que se presenta el miércoles, dedicado a la Vida Municipal de la Villa nos habla de la historia de los policías municipales y de la existencia de los serenos.

Leyendo un ejemplar del Noticiero Bilbaino del 16 de julio de 1895, encontramos una curiosa queja del vecindario sobre su actuación.

Se quejaban “de la total ausencia de serenos por la noche, que aunque los consideran pocos en numero para las atenciones de esta villa, ellos sin embargo encuentran medios para hacer aun menores los auxilios que deben prestar y desde determinadas horas de la noche, mientras unos descansan, otros se encargan de cantar las horas por todo el pueblo, haciendo ver la vigilancia de todos sus compañeros”.

En el citado libro de Roberto se nos dice que ese año su número era de 6 y que estaban descontentos con su salario pues consideraban su trabajo penoso y de bastante responsabilidad y además tenían que pagar de su bolsillo el aceite de las farolas. También nos describe su vestimenta: Capote, gorra de piel, cinto y una badana, “para resguardar el pecho del calor de la linterna”, y además llevaban una lanza, una carraca, dos silbatos y un farol inglés, o sea algo parecido a las fotos que hemos encontrado en la red. En general la mayoría procedía de Castilla.

En cuanto a la queja del periódico, añadían que “si los serenos velaban toda la noche, durante el día habrían de dedicarse al descanso, por lo menos seis o siete horas, pero en vez de dormir se dedican a diferentes trabajos y hasta algunos eran agentes de consumo, cuyo servicio prestan al rematante del fresco, desde las seis de la mañana hasta la hora de empezar el servicio nocturno”.

La Villa en aquellos años no alcanzaba los 5000 habitantes y la mayoría vivían en el casco viejo.

 

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