En el número 4 de CUADERNOS PORTUGALUJOS ya se trató el tema de la primera bandera vasca, una década antes del nacimiento de la ikurriña de Sabino Arana. Esta "preikurriña" surgió entre los vascos de Cuba, y entre ellos se encontraba el portugalujo Faustino Diez Gaviño, quien fue uno de sus primeros promotores. En cierto modo, Gaviño contribuyó a crear un modelo de "ikurriña antes de la ikurriña", como lo describe Óscar Álvarez Gila. Su intención era plasmar el emblema de su identidad y recuerdo vasco en una bandera que, por entonces, aún no existía, y que él incorporó, con algunas modificaciones, a su periódico LAURAC-BAT.
Debemos recordar que Faustino era bisnieto de Josefa Aguirre, quien
regentaba la fonda de Calvo. Josefa llegó joven a Portugalete desde Ondarroa,
donde aprendería castellano y se casó. Lógicamente, sus tres hijos —Brígida,
Manuel y José— mamarían de pequeños su lengua materna, el euskera. Lo mismo
podemos pensar de Faustino, nieto de Brígida (a quien visitaba junto a su madre
cuando venía a la Villa). Aunque solo vivió en Portugalete hasta los 12 años,
al fundar el citado periódico, incluyó en su cabecera dos textos en euskera
junto al escudo con estrofas del himno a las libertades vascas, el Gernika’ko
arbola de Iparraguirre.
El diseño de esta bandera "de Euskal-Herria o Laurak-Bat", como
se puede apreciar, tenía una parte roja "representando la Nabarra y otra
blanca de las tres provincias vascongadas". En cada ángulo, una estrella
dorada simbolizaba las cuatro provincias, y en el centro se ubicaba el escudo
del Laurak-Bat. También incluía el árbol de Gernika y una cruz con la
inscripción JANGOIKOA ETA FORUAK, y en la parte inferior, EUSKAL
ERRIA.
Gaviño y su semanario eran radicalmente fueristas y en él se recogieron
aportaciones de diversas personalidades como Trueba, Unamuno o Sabino Arana,
incluyendo también algunos artículos en euskera.
Este periódico pudo ver la luz gracias al apoyo de Manuel Calvo, tío
de su querida madre, quien lo llevó a Cuba con un puesto de trabajo en una de
sus empresas en La Habana. Calvo, quizás, el portugalujo sobre el que más se ha
escrito, es un personaje singular, calificado como "eminencia gris en la
sombra", y su liderazgo entre los vascos de Cuba es digno de un estudio
profundo. Era todopoderoso en aspectos como la política y la economía, donde
destacó defendiendo la españolidad de la isla frente a los movimientos
independentistas o contra la abolición de la esclavitud, práctica que utilizó
ampliamente en sus negocios.
El LAURAC-BAT sería el portavoz de la Asociación Vasco-Navarra de
Beneficencia, dedicada a "socorrer a cuantos Vascongados y Navarros
necesiten auxilio en Cuba". Allí, su "presidente honorario",
"don Manuel" —como todos llamaban a Calvo—, fue considerado
"patriarca de la colonia euskara", simbolizando, como dejaron
escrito, "la más genuina representación de la Euskalerria y a quien con
cariño se le llama Aita, Aita…".
Incluso, en su central azucarera PORTUGALETE, cuando acuñó sus
propias monedas como negocio complementario para su tienda mixta de víveres,
cantina, barbería, etc. lo hizo en euskera con la inscripción GURE KAYOLA,
y con un bohío (cabaña), dejando patente su lengua materna.
Por su parte, Diez Gaviño dejó claro que su deseo desde dicho periódico era
fomentar entre los vascos residentes en Cuba "el fuego sagrado del amor
hacia el país que les vio nacer y su apego a las tradiciones y antiguos usos y
costumbres de su tierra natal".
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