El ejemplar de este mes de enportugalete.com, recoge la ficha nº 179 de personajes que le vamos enviando y dedicado a Mencía de Avellaneda.
Esta mujer, nos representa al colectivo femenino
que vivió bajo el poder de los grandes señores para satisfacer sus apetencias
sexuales, no conociendo nada de su nacimiento ni de su muerte, y estando su
historia ligada a Lope García Salazar,
el cronista, que la consideraba su
manceba preferida. Se tiene noticias de su relación hacia 1463 y cuando fue encarcelado
por su hijo en Muñatones en 1471, permitiéndosele mantener sus mancebas, seguía
con él.
Cuando las expulsó a
todas menos a dos para que le cuidasen, él prefirió a Catalina de Guinea que antes había sido “trasquilada y luego desorejada” por su hijo Gonzalo, y en especial a
Mencía de Avellaneda descrita como “moza y gentil” que era con quien más
frecuencia “se echaba en su cama”.
Dicho hijo, Juan, también “tenía cópula
carnal con cada una de ellas” especialmente con Mencía, un motivo más de
altercado con su progenitor, que temeroso de ser envenenado hacía que ella, que
estaba siempre a su lado, lo probara primero.
Pasados cinco años, acordó
con su hijo venir a Portugalete, donde un día que le permitieron salir a pasear
acompañado con Mencía y sus dos hijos bastardos, aprovechó un descuido de sus
guardianes y se encerró en la iglesia. Tras unos días en su interior se subió
con Mencía a la torre desde donde hizo la famosa proclama al vecindario
desheredando a sus hijos. Tras ser sacado a la fuerza volvió a estar preso en
la torre sospechando su envenenamiento por lo que mantenía la costumbre de que
fuera ella quien cocinara pues era como
en quien fiaba.
Unos días después comiendo Lope y su hija
bastarda de Mencía, de unos 13 años, una sopa de pan, la pequeña empezó a
sentir los síntomas muriendo enseguida mientras Lope lo haría horas después
tras fuertes dolores, atendido por Mencía y acompañada por otras 12 mujeres como
alguna hija, nuera, etc.
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