Con este título y el subtitulo, La nueva edición de los Cuadernos Portugalujos repasa la historia de la vía
Gregorio Uzquiano, Diana Martínez en la edición de EL
CORREO del día de hoy, escribe lo siguiente:
El casco histórico y su mítica calle del Medio, centro neurálgico de Portugalete durante siglos; la basílica de Santa María, inaugurada en 1580; el Puente Colgante, construido a finales del siglo XIX... La villa jarrillera cuenta con varios puntos célebres, pero si algo destaca en la zona alta de la localidad, por encima del casco viejo, es la popularmente conocida como el Ojillo, «una de las calles más emblemáticas de Portugalete», recalca Rubén Las Hayas, creador del blog El Mareómetro y fundador de la ya extinta Fundación El Abra, que hasta el año pasado se encargaba de elaborar los Cuadernos Portugalujos, una serie de librillos con historia y fotografías de fotografías de los siete siglos de la villa. Ahora el Ayuntamiento edita y financia el ejemplar, cuya nueva edición homenajea a la calle Gregorio Uzquiano, más popularmente conocida como el Ojillo.
¿Qué tiene de emblemática esta
zona? En su época dorada, en el siglo XX, «era una calle con mucha actividad»,
explica Las Hayas. Albergaba de todo. Una clínica maternal, taller de
calderería, tabernas, ultramarinos, panadería, barbería, fábrica de gaseosa y
la famosa furgoneta de reparto Sirimiri, «todo un símbolo del Ojillo de
aquellos años simbolizado por “su cacharro” de cuatro ruedas». Tal y como reza
el cancionero popular, «a la entrada del Ojillo lo primero que se ve el
cacharro de Sirimiri con las ruedas al revés».
A todo ello se suma que, al
comienzo de la calle, estaba establecida desde la década anterior la
Cooperativa de Altos Hornos. Y no solo eso. Al no existir en esa época Carlos
VII, una de las principales calles de la villa actualmente, «el Ojillo era la salida
de Portugalete. Todo aquel que saliera del pueblo o fuera al cementerio pasaba
por ahí», relata Las Hayas. Hasta contó con un servicio de autobús hasta
Gallarta.
Esta emblemática calle nació en
1881, con el aumento de construcciones de viviendas en una zona que previamente
solo era una camino rodeado de viñas y un arroyo ya entonces canalizado y
cubierto, de ahí el nombre del Ojillo, pues hace referencia a un ojo o agujero
del que mana un caudal de agua. La primera casa, conocida posteriormente como
la casa del número 16, se construyó en 1877 y, debido a la presión demográfica
originada por la industrialización, en 1883 se redactó el primer anteproyecto
de ordenación urbana como calle.
Benefactor
Ya en el siglo XX, las Siervas de
María levantaron el convento, que hoy en día se mantiene en esta emblemática
calle, colocando la primera piedra en 1913. En estas instalaciones la comunidad
religiosa ha cuidado y vacunado a la población, no solo de Portugalete sino de toda la comarca, durante años. Y asistió al
jarrillero Gregorio Uzquiano en sus achaques y enfermedades hasta su muerte en
1914, a los 72 años. En agradecimiento a la atención recibida, Uzquiano donó a
la congregación la mitad de su fortuna, con la que las Siervas de María
pudieron culminar las obras del convento. Por ese gesto, el Ayuntamiento puso
su nombre al Ojillo.
El cuaderno también repasa la
historia de la Asociación de Amigos del Ojillo, creada a finales del siglo XX y
extinta hace una década, con el fin de recuperar la historia de esta arteria.
Un pasado que renace en este librillo de treinta páginas, que se presentará hoy,
jueves, a las 19.30, en el hotel Puente Colgante, en un acto abierto al público
y con un lunch al final.
A partir del viernes el Consistorio
repartirá gratuitamente los ejemplares en Santa Clara.
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