En el archivo familiar de mi mujer, Mari Jose Montejo,
ha aparecido esta fotografía de un día de cornites allá por los primeros años
de los sesenta. En ella se puede ver con el castillo al fondo, a unos cuantos
portugalujos que se habían desplazado desde la villa. No sabemos el nombre de
los adultos y la niña que están sentados en el suelo, pero el resto son todos
de la calle Santa María. De izquierda a derecha: Mari Jose, Memé y Jone
Montejo. Luego Javi y Miren Uriarte y su prima Arantza. Agachada y
probablemente enseñando un cornite, Marifé Ponce.
Aprovecho para enviar unas fotos de dos cornites que
he elaborado hoy en casa siguiendo el estilo de los que se fabricaban en la
portugaluja panadería de Garaizabal en
Maestro Zubeldia. El Lunes de Pascua, llevábamos un huevo con nuestro nombre
escrito en la cáscara y unos trozos de chorizo, para que el panadero que se
llamaba o apodaban Maruri, nos confeccionara después de la jornada laboral un
montón de cornites para todos los chavales de la calle y a la tarde nos íbamos
de excursión a degustarlos. La masa y los confites de colores corrían por
cuenta de la casa.
Los hermanos Jesús (Q.E.P.D.) y Txomin Etxebarria en
su libro “Tradiciones y costumbres de la Encartaciones” (pág. 97), nos dan unas
pistas sobre el posible origen de esta romería, que como apuntan, no trata de
festejar a ningún santo ni de visitar una ermita, aunque en tiempos pasados
existiesen en los alrededores.
Una teoría apunta a que las gentes necesitadas de
Santurce acudirían al fuerte que se construyó en el Serantes tras la guerra
carlista, para recibir las sobras del rancho y de ahí pudiera haber derivado,
aunque a mí me parece poco probable, que los soldados obsequiasen a los
visitantes con un richi en cuyo interior moraría un huevo y un trozo de
chorizo. Bastante duras estarían las cosas en aquellas fechas como para
obsequiar pan, huevo y chorizo. Pero como toda teoría no se debe descartar y
aquellos hechos habrían derivado en una romería en la que cada persona subiría
su cornite.
Otra teoría nos recuerda la posible variante religiosa
consistente en la visita anual a una de las dos ermitas que se erigían en las
faldas del Serantes desde los tiempos de Lope García de Salazar, allá en el
siglo XV, o a las cruces que se alzaban en el paraje conocido como “Peña de las
Nueve Cruces”.
En cuanto al nombre existe la misma nebulosa
histórica. La RAE no lo tiene registrado.
Sea cual fuera el origen, esta tradición ha llegado
hasta nuestro días y desconozco si las panaderías de los pueblos cercanos al
Serantes, siguen elaborando el apetitoso cornite y si los padrinos-madrinas
siguen obsequiando con ellos a sus ahijados. Si no es así, sirva la fotografía
como estímulo para algún panadero emprendedor.
P.D. Tal vez el amigo Goio Bañales nos pudiera aportar
alguna otra pista.
JOSE LUIS GARAIZABAL
He visto Cornites en alguna panaderia en la última edición.
ResponderEliminarPor otro lado, alguna vez leí que en Miranda había una tradición similar
Recuerdo que en el año 1954,en el dia de cornites nuestras madres nos preparaban un bocadillo y casi corriendo subiamos al monte Serantes, nos comiamos en bocadillo y corriendo bajabamos hasta el ojillo que era nuestro espacio natural de juegos de la infancia, que recuerdos, asi durante varios años.
ResponderEliminarDe pie: Mari Jose, Memé y Jone Montejo, Javi y Miren Uriarte y su prima Arantza. Sentados: Jule Urkidi Marifé Ponce, Garbiñe Urkidi y Manuel Campo. JOSE LUIS GARAIZABAL
ResponderEliminarEstupendo rescatar estas fotos y ponerles el nombre, cosa que no nos suele resultar fácil con el paso de los años
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