lunes, 5 de agosto de 2013

EL RACIONAMIENTO EN LA POSGUERRA: LA ESCASEZ DE ALIMENTOS


 Tras el comienzo del artículo anterior de Tasio Munárriz, sobre las cartillas de racionamiento en los años de la posguerra, continuamos hoy con el mismo donde repasa la situación de los principales alimentos, el tabaco o el estraperlo:

Cada cartilla estaba compuesta por un talonario de cupones para aceite, arroz, azúcar, garbanzos, bacalao, tocino y varios y unas hojas con espacios para ser sellados por el tendero para carne, grasas y pan.
“Los de Abastos”, sin avisar, inspeccionaban los pesos de las tiendas para ver si estaban trucados. Los tenderos se las apañaban para corregirlos y demostrarles que eran exactos.
Para la venta de la carne había carnicerías designadas, sometidas al sistema del racionamiento, y otras de venta libre, mucho más caras y con un género mejor. Los huevos estaban fuera del racionamiento y la docena llegaba a valer más que un kilo de carne o pescado. De ahí venía el dicho de aquella época “Cuando seas padre, comerás huevos”.
El pollo era un lujo, uno de los platos preferidos en las fiestas familiares y en Nochebuena o Nochevieja. El café-café era casi desconocido y se utilizaba la mezcla de malta y achicoria con derecho a volver a usar las borras. Como la harina de maíz era barata, se consumía mucho morokil y talo.
La leche también caía fuera del sistema y era de varias clases según la cantidad de agua que contenía. Pero esta adulteración tenía un límite. A un vecino de Urioste que vendía la leche en la villa el alcalde le multó dos veces y, como persistía, el gobernador le sancionó con 500 pts. Esta vez la práctica viciosa consistió en que la leche sólo tenía “el 2% de manteca y bastante cantidad de agua”. A la leche sin agua se le llamaba “rusa” porque estaba sin bautizar; la bautizada recibía adjetivo de “española”. En 1942, 17 lecheros fueron sancionados con multas de 100 a 200 pesetas por vender leche adulterada.
El beneficio por la venta de calzado sobre costo en factura estaba controlado así: Hasta 10 pts, un 20%; de 10 a 20 pts, un 25%; de 20 a 30 pts, un 30%; y de 30 en adelante un 35%.
Al declararse en 1940 el comercio libre de la patata, su precio subió de tal manera que era inaccesible para la mayoría de la población.

Lo que sí había en abundancia era vino (1,60 pesetas el litro), boniatos, sardinas en salazón (arenques), algarrobas, etc. Los “chuches” de los niños eran precisamente algarrobas, chufas, regaliz de palo, etc. El precio del chiquito de vino rioja era de 10 céntimos de peseta (una perra gorda) en 1937, mientras que en la capital y los pueblos circundantes se vendía a 15 céntimos. El gremio de taberneros de la villa solicitó al alcalde subir su precio hasta esa cantidad. El billete del Puente costaba 10 céntimos (una perra) y el del bote 5 (una chiquita).

1 comentario:

  1. Ahora que leo lo de subir el precio, recuerdo que hubo un "pin" de ojal de solapa, de los que no tienen pincho, que pedía el txikito a 0,50 cts.

    No he encontrado referencias ni imágenes. ¿ Te suena ? Creo que era allá por el año 59 del siglo pasado.

    Un abrazo.

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