miércoles, 6 de septiembre de 2017

LA VIOLACION DE UNA MENOR EN LA VILLA EN 1774: (3) OTRAS DECLARACIONES




Seguimos hoy con el caso de estupro, o violación de una menor, en la Villa, con otras declaraciones de testigos que se recogen en el expediente del AHMP estudiado por Roberto Hernández Gallejones.

María Antonia de la Llosa, de 20 años, que acompañó a María de Zuricalday al barco refirió que la conocía y la tenía “por doncella virgen, honesta y recatada, sin cosa en contrario” y que sabía que la joven y Juan de Travieso, habían estado a solas en el barco antes del suceso, y que el día 10 la había acompañado y al poco rato de haber entrado la moza en la cámara de Juan de Travieso, “empezó el susodicho a hacerle algunas fiestas y halagos a María”, conminándola a ella a que subiese a la cubierta, cosa a la que en un principio se negó, hasta que, ante la insistencia del marinero, accedió dejándoles a los dos jóvenes a solas.

Allí, en la cubierta del buque, “estuvo un rato divertida escogiendo unas castañas”, bajando luego nuevamente encontrándoles en la cama “pero echados, y a su parecer, el citado Juan con los calzones sueltos, de lo que receló la testigo”. Después, una vez desembarcadas ambas, María Antonia riñó a la chica por lo que había visto, confesándole ésta que era cierto que había “tenido acto carnal”, pero que éste le había prometido casarse con ella.

Esta versión fue rebatida por el abogado del chico diciendo que mientras los dos jóvenes estaban en el interior de la nao ella “constantemente los acechaba sin que quitase la vista de ellos, aun desde arriba”, y con todo decía no haberlos visto “en aquella postura que parece regular en actos fornicarios, ni menos afirma estuviese dicha mi parte con los calzones sueltos ni sus botones”.

El otro abogado expuso que con la negación de los cargos que se le imputaban parecía querer imitar al “casto Joseph falsamente, y asegura que fue provocado lascivamente por la chica, pero que venció la inclinación natural y ademanes cariñosos, y no sé cómo se componga esto con estar echado en la cama, juntamente con dicha María, todo desmantelado, los calzones caídos, descansando en realidad de la pasada fatiga”.

No obstante, según el abogado, su parte no deseaba “hostigarle a Juan, trayéndole de la melena”, ya que querían que el novio de María “esté bueno, robusto y sano para recibirle, como esposo, cuando cumpliese con su palabra”.

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