Hace un año en una entrada con este mismo título dimos la noticia de la aparición en Cuba de una obra del investigador de San José de las Lajas, Félix Horta García, que hoy tras un viaje de nuestro colaborador Txomin Hermosilla tenemos en nuestras manos con su dedicatoria.
Al
margen de que volvamos sobre su contenido, que aporta algunas nuevas noticias
sobre la estancia de nuestro indiano Manuel Calvo en Cuba, hoy anticipamos
algunas noticias sobre sus esclavos.
El
libro se adentraba en la historia del antiguo
cafetal, luego convertido en ingenio azucarero, ambos con el nombre del querido
pueblo de su fundador, PORTUGALETE, donde sus primeros pobladores
fueron negros que tras ser arrancados de su tierra natal eran vendidos,
rebautizados todos con el apellido Calvo y a punta de látigo les fue impuesta
una identidad ilusoria que resultó en el fenómeno de la transculturización.
El autor
recurrió no
solo a los archivos locales, sino sobre todo dando voz a la palabra acallada de sus nietos, los descendientes aun vivos de
los esclavos, todos con el apellido Calvo.
Por los
registros de su iglesia parroquial vemos que en el apogeo del contrabando
negrero, los últimos esclavos introducidos en el cafetal PORTUGALETE
ascendieron a 112 entre el 15 de febrero y el 27 de marzo de 1863.
Pertenecían a
los grupos étnicos: Lucumí, (46%) congo (39%), macúa, carabalí jausa, arará, y
mandinga. 64 eran varones y 48 hembras. Desde los primeros tiempos se produjo
una diversidad étnica, patrón establecido en las plantaciones para fomentar y
mantener la desunión por las distintas lenguas y leyendas
En la memoria
de la población solo quedó el recuento de los conga porque eran la nota alegre que impusieron con sus
tambores la música africana. África
fue tomada por los portugueses, mi abuelo Leopoldo y Manuela Calvo eran
esclavos congo portugués o engunga, recuerda uno de ellos.
En los
precios en el mercado de esclavos llama la atención la alta valoración de los
miembros de la etnia, conga. A nosotros de jóvenes también nos llegó el dicho,
ante el alto coste de una cosa, de “vale un congo”.
Un anciano al
que entrevistó, José Inés Calvo, a partir de los relatos de su abuela, le contó
una de las tretas del amo en el tráfico ilegal a través de la Compañía de
Navegación Trasatlántica.
Este utilizaba a los esclavos de
confianza, los que enviaba en veleros a las costas de África, para que con los
toques de tambores, atrajeran a los nativos a una fiesta en la cubierta del
barco, donde eran embriagados con aguardiente. A la mañana siguiente estos
despertaban estupefactos, prisioneros encadenados ya de camino a Cuba. “Congo
musabulé, a la isla va el congo musambulé”.
El autor nos
dice que aunque parezca novelado este relato hay que recordar que ya la escasez
de fuerza de trabajo conllevó a la importación de canarios, al principio a
través de Manuel Calvo, quien en 1889 participó por vía marítima en el
suministro de braceros españoles para la industria azucarera.
También
recoge que al margen de los relatos de crueldades que se dieron por parte de
los blancos, el portugalujo dejó una
estela de bondad y compasión.
Algunas de
las versiones recogidas entre los descendientes:
Manuelito era bueno con los ecrabos… no
le gustaba castigar a nadie… cuando estos se escapaban a las fiestas de otras
fincas cercanas, les decía a las autoridades que no les dieran golpes y los
llevaran al ingenio.
Algunas fugas
que se dieron en el Portugalete se solucionaban en caso de reincidencia con la
venta del esclavo al ingenio Unión-Fernández con mayores correctivos y
controles
Fieles a sus
concepciones defendían al amo, el cual en su estancia en el ingenio era
caritativo, mientras condenaban al mayoral, para ellos el exponente del rigor
del trabajo y sus vicisitudes.
Un anciano
desvalido, Ta Pelayo, se irritaba con una mujer burlona que gritaba, Manuel Calvo murió por malo…
El se
arrodillaba, con los ojos fijos en el cielo, para maldecirla:
Y uté tambié va a morí, con su cara
colorá que parece un guanajo.
De todas maneras
una realidad que puede confirmar el trato más humano que los esclavos recibían
la encontramos en este párrafo de la historia de aquella zona cubana:
La abolición
de la esclavitud produjo una marcada carencia de brazos en las plantaciones
azucareras debido al éxodo de los trabajadores hacia las zonas urbanas, sin
embargo esta causa no afectó al central PORTUGALETE, en el cual a pesar de ser
libres y poder hacer lo que les parezca, cuantos viven en la finca y antes
fueron esclavos, siguen allí casi en su totalidad.
afortunadamente, hemos abolido la esclavitud. O eso me dice amatxu
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