miércoles, 2 de octubre de 2024

EL MAREOMETRO Y LA JARRILLA, SIMBOLOS PORTUGALUJOS

  


La próxima celebración este fin de semana de PORTUTALENTO 2024, y el hecho de que yo tenga que participar hablando sobre el Mareómetro, así como la edición de una bonita tarjeta anunciándolo, con nuestro amigo “Faneca” delante del mismo, me obliga a hacer esta entrada.

Añado debajo, tras la pasada FIESTA DE LA VENDIMIA, otra vista de la Jarrilla más antigua que se conserva en la Villa, en la Cofradía de Mareantes de San Nicolas, pues es el segundo elemento que mejor representa nuestra historia.

El primero es nuestro patrimonio industrial más antiguo y único en su género en el mundo, por lo que es la representación mas genuina de nuestra historia.

Debemos recordar que cuando se fundó la primitiva puebla portugaluja, los barcos que subían hasta el primer puerto de Ugarte en el Galindo naufragaban aquí en la entrada y había que prestarles ayuda a los náufragos, desde darles comida y cobijo, y hasta recuperar sus mercancías de naufragio. Su gente ofrecía además el servicio de atoajes ayudando a los navíos a sortear la barra.

El motivo por el que el primer poblado fuera luego declarado Villa, fue el puerto, y desde las primeras Ordenanzas Municipales se preocuparon de reglamentar los servicios relacionados con el mismo, ya que era su razón de ser. Y ya en el siglo XV se reglamenta el trabajo de los pilotos lemanes, los modernos prácticos,  concediendo su titulación especifica. La historia de nuestra VILLA MARINERA va unida a la mejora de la entrada de la ría construyendo muelles y luchando contra la barra y su gente, expertos marinos, no pescadores, se centraron en la navegación mercantil, siendo su flota en algunos siglos la más importante del País. (El galeón del escudo municipal lo recuerda).

Como ayuda del piloto mayor, que desde 1824 disponía de una desaparecida torre para resguardarse y dar desde ella sus señales a los navíos que entraban y salían por la ría, se colocó en octubre de 1883 el mareómetro, que medía en cada momento el nivel de las mareas (solían variar desde 1,24 en las mareas muertas hasta 4,60 en las equinocciales), convertido en un singular elemento decorativo urbano cuya aguja de la esfera que mide la marea se mueve mediante un mecanismo de piñones y cadenas en conexión a un flotador.

La Villa complementó esta actividad marinera con la explotación vinícola de sus extensos viñedos que se extendían por todo su territorio y que duró hasta finales del siglo XIX, por lo que sus oriundos se enorgullecen de su VILLA JARRILLERA.

 Finalizamos con dos peticiones:

Que la Autoridad Portuaria, responsable del Mareómetro, transfiera ya su mantenimiento, como tiene prometido, a la Cofradía de Mareantes de nuestra Villa, para acabar con la vergüenza que representa la desidia de tener nuestro patrimonio industrial más antiguo y único en su género en el mundo, estropeado, sin funcionamiento desde hace mucho tiempo y si la memoria constructiva resaltaba la colocación de tres piezas decorativas en la esfera como eran los dos “botones” a cada lado y la “bola de coronamiento” en su parte superior, hace tiempo también que perdió uno de los “botones” sin que se preocuparan de reponerlo. 

Por cierto que la imagen del mareómetro no tiene ninguna relación con la actividad de los pescadores, con sus redes, que hemos conocido en el siglo pasado, como fueron los palangreros.

En cuanto a aparición de la jarrilla del siglo XVII, con una forma distinta de la que normalmente se utiliza, sería oportuno adaptar este modelo a las nuevas jarrillas portugalujas que se hagan, como muestra de singularidad local, salvo que los estudiosos opinen otra cosa.

 

 

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