Hijo
de Diego Antonio de Andía y Varela Usparicha y Vicenta Antonia de Zamorategui y
Zuriondo, embarcó joven para probar suerte en América, llegando a Buenos Aires para
pasar luego a Chile, donde con 19 años se casó con la hija de una familia dedicada
a los negocios, en los que se integró. En 1767 era uno de los maestres que realizaban
habitualmente la ruta mercantil entre El Callao y Valparaíso para sus negocios
particulares o los de su suegro.
En 1774 a instancias de Manuel de Amat,
virrey de los reinos de Perú y Chile, acompañó a la fragata La Águila,
capitaneada por Domingo de Bonechea, en su expedición a Tahití a bordo de su
paquebote El Júpiter. Les acompañaban dos tahitianos conversos,
un intérprete y dos padres franciscanos. Era la
segunda expedición de este tipo con intención de convertir a “los infieles
que la habitan” y llevando varias especies de animales “para que procreasen
en aquella isla”.
Andía nos dejó un importante legado con todos
los detalles del viaje anotados bajo el título Relación del viaje hecho a la
isla de Amat, por otro nombre Otahiti y descubrimiento de otras adyacentes en
los años 1774 y 1775.
En él describe con gran minuciosidad Tahití
y las costumbres, lenguaje, religión, y comida de sus indígenas además de su topografía,
paisaje geográfico, la fauna y la
flora. Aunque siente simpatía por los indígenas de buena presencia, alegres y
confiados, abomina sus supersticiones, sus danzas lascivas y su pereza.
Tuvo nueve hijos entre los
que destacó su hija Josefa, y su hijo Ignacio considerado una figura importante
en la cultura chilena por sus dotes de escultor, pintor, así como calígrafo,
herbolario y genealogista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario