En septiembre de 2022 comenzó la
restauración de la última casa de la tercera manzana del Muelle Nuevo (con
portal n.º 20 a la calle María Díaz de Haro), acabando las obras exteriores a
principios de agosto de 2024. Es uno de los escasos ejemplos que nos queda de
palacio construido para la oligarquía portugaluja; hablamos de una casa
construida originalmente para Luciano Urigüen, aunque luego fue reconstruida
por su viuda, Cayetana Urigüen. Es la única de las casas nobles adosadas que
quedan de la manzana original, pues el salvaje desarrollismo de la década
de los 60 y 70 hizo desaparecer el resto del conjunto al que pertenecía.
Veamos lo que dice Gorka Pérez de
la Peña Oleaga en su libro Portugalete (1852-1960) Historia de su
arquitectura y expansión urbana, p. 209: “Al igual que las cuatro manzanas
restantes, su autor probable es Francisco Orueta. Eran cuatro casas, una doble,
que sufrieron graves desperfectos durante el sitio carlista, por lo que fueron
totalmente remodeladas en 1876-1877 (…). De todo el conjunto sólo se conserva
la mitad de la tercera, que fue reformada por Santos Zunzunegui en 1927
(…). Hoy sólo resta de la tercera manzana la casa número 20, que
corresponde a la mitad de la casa doble que en 1877 Julio Saracíbar construyó
para Cayetana Urigüen en lenguaje neo-renacentista. Presenta antuzano rematado
por balaustrada pétrea y se articula en llano y dos pisos altos. Un mirador
poligonal de cinco paños ocupa su eje y está rematado con cúpula semiesférica
bulbosa. Las calles laterales tienen un vano por altura, con remates que imitan
corona de marquesado con flor de lys. El tránsito hacia la cubierta es marcado
por un friso corrido con decoración clasicista. Quedan en la fachada parte de
los elementos ornamentales neo-renacentistas, un tondo y un vano ciego rematado
con frontón triangular”.
La restauración actual de las
fachadas exteriores ha sido realizada con gran acierto por la empresa Artelis,
si bien tenemos que lamentar la demolición al principio de la obra, de ciertos
elementos originales del edificio: el mirador frontal poligonal, los dos
balcones de madera que se levantaban por encima de dicho mirador, parte de la
cornisa superior moldurada, así como toda la balaustrada pétrea que se asomaba
al paseo del Muelle Nuevo como puede comprobarse observando las fotografías.
Estos elementos se han reconstruido en la última restauración, pero nos
preguntamos si era realmente necesaria la demolición de los originales. Por
supuesto, todo el interior es moderno.
Nos alegramos por la restauración
de este valioso ejemplar de arquitectura noble portugaluja, que realzará aún
más si cabe nuestro querido paseo del Muelle Nuevo.
Aitor González Gato.