sábado, 31 de diciembre de 2022

URTE BERRI ON 2023

 


Hoy que finalizamos el año, no es día de ofrecer la habitual entrada de este blog.

Pero desde el retiro familiar en que nos encontramos, esperando la hora de la última cena del 700, observando el contador de visitas, nos damos cuenta de la asombrosa fidelidad de nuestros seguidores.

Mas de un millón de visitas en los cuatro últimos años, con 270.000 por ejercicio, que se mantiene constante, lo que nos da una media que se aproxima a las 800 visitas cada uno de los 365 días del año.

Está claro que no es merito de los que llevamos este blog sino del gran número de gente portugaluja, residente en la Villa o fuera de ella, que lleva muy dentro su orgullo de pertenencia y de amor a la Villa jarrillera o Villa marinera para nuestros mayores.

A toda esa gente que está enganchada a las cosas de su querida Villa, y constantemente a lo largo de estos años visita el blog con asiduidad va nuestros mejores deseos para el nuevo año.

FELIZ 2023

URTE BERRI ON

viernes, 30 de diciembre de 2022

EL OJILLO DE POSGUERRA: LA PANADERIA DE MENES (4)

  


Las fotos de la casa nº 1 de la calle Correos allá por el año 1975, nos sirven para ilustrar esta entrada con los recuerdos de Juan Fermín López Markaida. 

La panificadora Menés o Meneses, (se cree que provenían del valle de Villasana de Mena, de ahí su nombre) que ocupaba la lonja grande con entrada por el Ojillo, cerró hacia 1952 cuando en su recinto interior se declaró un incendio que la destruyó entera, según me dicen. Posteriormente Etxebarría hacía uso de ella metiendo algún vehículo a motor de los varios que tenía.

Esta panadería hacía unos bollos muy sabrosos, y como anécdota jocosa, debo recordar aquel vecino de la calle que responde a las siglas J.M.M.A. los degustaba con fruición a diario, pues era muy aficionado a comerlos, hasta que un día vio, pues vivía al lado, como un sinsorgo, un gili, se metía una bocanada de agua de un botijo, búcaro o piporro, espurreando, rociando, pulverizando los bollos para darles más brillo y que tuvieran así mejor presencia comercial. Excuso decir que la persona mencionada no volvió a comer un bollo en su vida.

Esta citada casa que hacía esquina con la calle del Ojillo, tenía un único portal en la calle Correos, un solo piso con varias manos, una lonja grande y alta a la calle del Ojillo y otra pequeña a Correos, con una amplia terraza corrida a ambas calles con un murete de mampostería como antepecho o guardalado, pretil ciego. La fachada principal y con más prestancia daba a la calle del Ojillo y disponía de dos elegantes balcones de hierro fundido.

En la lonja que hacía esquina estaba la mercería de CONCHI, Conchi Tijero, con su hija Mari Conchi que vendían y cogían puntos a la medias de naylon (1938), la Lycra (1958), fibras sintéticas. Con la uña podías hacer saltar un punto (una carrera), con un roce o enganchón al polímero Nilon.

En la entreplanta, entrando por el portal, había un taller de tejer, que lo llevaban dos mujeres tejedoras que se llamaban Hnas. Menés, tal vez por estar emparentadas con la Panificadora que ocupaba la lonja

En el primer piso, en la mano izquierda, vivían el cartero del pueblo y Andrés Pradas, de los Talleres Pradas y en la mano derecha con entrada por el portal, una tal señora Amparo y su esposo Agustín.

jueves, 29 de diciembre de 2022

RECUERDOS DE REPÉLEGA (4) Y EL LAVADERO DE AZETA

 


Continuando con los recuerdos de la gente de Repélega, que Aitor González Gato, está recogiendo, nos habla hoy de Esperanza Blanco:

 

Nació en Sestao en octubre de 1931. Su primer recuerdo es también uno de los más atroces, pues se refiere al bombardeo que sufrió la villa a manos de la aviación italiana en 1937, cuando una bomba cayó en una de las llamadas “casas de Escribano”, en Rivas Nuevo, donde ella se encontraba con tan sólo 6 años.

Hacia 1940-1941 su madre compraba en la droguería Pascual de Sestao, sebo, sosa cáustica y resina. Con estos elementos combinados en sus justas proporciones y vertidos en un molde de hierro, la madre hacía pastillas de jabón, que luego Esperanza, con 10 añitos, llevaba en el mismo estuche de la escuela a venderlas en Portugalete y Santurce. El precio de las pastillas de jabón era de 2 pesetas y 50 céntimos, pero cuando alguna vecina se hacía la remolona porque le parecía demasiado caro, la pequeña Esperanza tenía que bajar el precio hasta las dos pesetas.

Esperanza recuerda vivamente el lavadero de generosas proporciones que construido en 1893, aún existía en los años 40 poco antes de llegar a la Casa del Fielato que hacía límite con Sestao (casa que Esperanza ha conocido con su actividad de recaudación de impuestos), arrimado aquel al acantilado que daba a la ría, muy cerca del colegio del Carmen. Recuerda perfectamente que el lavadero era rectangular, con un tejadillo, y que se dividía en dos partes, una para lavar la ropa sucia, y otra para enjuagarla. Allí iban las lavanderas contratadas por quien podía permitirse pagarlas, a lavar la ropa, sábanas y otras prendas del hogar.

En 1959 se trasladó junto con su marido Esteban a Portugalete, donde vivió en una de las casas del entorno de la calle La Vid, entorno que por aquel entonces era en buena parte campas. Hablando de este lugar, es interesante reseñar que su tío (el hermano de su padre), Jacinto Blanco, y el hijo de este último, Armando Blanco, construyeron en la década de los 60 del siglo XX varios de los edificios que hoy se conservan en las calles La Vid y Travesía de Arantza (como constructores, también construyeron otros bloques de pisos en otras localidades cercanas).

Entre 1961 y 1962 Esperanza solía ir al río Ballonti a la altura de Galindo, a lavar la ropa de su hija pequeña, en una estampa bucólica que hoy nos parecería impensable, debido a la contaminación que actualmente lleva este río. Pero no sólo era normal lavar la ropa en este riachuelo entonces limpio, sino que por aquel entonces existía en el mismo lugar un pequeño arroyuelo que desembocaba en el Ballonti, donde iba nuestra protagonista a por agua potable; recuerda que en verano tardaba mucho tiempo en llenar los cubos, pues en esa época era muy escaso el caudal de agua que llevaba el arroyo. Hoy día nos parecería casi imposible imaginar arroyos de agua en Galindo aptos para el consumo humano.

Completamos esta entrada con una fotografía cedida por Santos Fernández, del año 2001, donde se ve la conocida como “casa del cura”, es decir, las escuelas de Ramón Durañona en Rivas Viejo, después de haber sufrido un incendio y poco antes de su derribo.





 

miércoles, 28 de diciembre de 2022

LA FUENTE Y EL URINARIO DEL MUELLE VIEJO HACE UN SIGLO

 


Agradeciendo a Juanjo Loredo que nos tiene al corriente de todo aquello que se puede divulgar desde este blog, traemos antes de que acabe el año, dos de las fotografías que recoge el calendario de 2023 de la Autoridad Portuaria de Bilbao relacionadas con la Villa.

Está dedicado a la obra del fotógrafo bilbaíno amateur, Jesús de Echebarría Ibargüengoitia (1882-1962), siendo la superior, que abre esta entrada, la que mas nos sorprende. Fechada en torno a 1915 nos muestra a una muchacha con su cántaro de agua en la fuente del Muelle Viejo, donde todavía hoy existe otra frente al bar Siglo XX, y enfrente el primer urinario público que hubo y del que ya hablamos en otra entrada (pinchar).

Aparte de otra foto con una embarcación a vela pasando bajo el Puente, la portada (foto inferior) nos ofrece un atardecer con la Punta del Muelle de Hierro y la balsa flotante del Sporting Club delante, y algún buque de guerra dentro del Abra de aquellos que nos visitaban en los años 30.




martes, 27 de diciembre de 2022

PORTUGALUJOS DE HACE SIETE DECADAS EN LOS FONDOS DE A. ZORRAQUIN

 


Reorganizando los fondos fotográficos de Andrés Zorraquin, ofrecemos hoy dos fotos conocidas de los años 1950 y 1951, donde destaca su gran calidad.

En la superior, la cuadrilla de los Austrios el día de San Roque, con su pancarta anunciando, Ya estamos aquí. Mientras el cuerpo aguante… AVANTE.

Muchos recordados portugalujos, con el pequeño FAUSTI, agachado, que será el que todavía aguanta.

Abajo otro grupo muy conocido, delante de la oficina de la CAJA en los bajos de la Casa Chapa.



lunes, 26 de diciembre de 2022

EL POETA LARRAÑAGA EN EL PREMIO DE INVESTIGACION HISTORICA



La semana pasada el Ayuntamiento concedió el Premio de Investigación Histórica NOBLE VILLA DE PORTUGALETE, MARIANO CIRIQUIAIN a José Ignacio Salazar Arechalde por su trabajo “Adolfo de Larrañaga. Agua silenciosa. Poeta portugalujo exiliado”.

Se cierra así el circulo en torno a la figura de este conocido poeta portugalujo a quien la primera corporación democrática presidida por Doroteo Pinedo, en el último pleno del año 1979 decidió recordarle, tras su muerte en 1961 pobre y olvidado, dedicándole una nueva calle que nacía frente al convento de Santa Clara.

Fue también entonces cuando su amigo personal, el portugalujo Miguel Sáenz, director entonces de la galería de arte Windsor de Bilbao recogió como homenaje, en un libro póstumo titulado POESIAS, una selección poética de su obra.

A ese año de 1980 corresponde la foto que encabeza esta entrada de la colocación de la placa con el nombre de CALLE POETA LARRAÑAGA KALEA, con la presencia, además del alcalde y el citado Miguel Sáenz, del exlehendakari José Mª Leizaola y el Diputado General de Bizkaia, José Mª Makua.

Por nuestra parte uno de los primeros títulos de la Colección El Mareómetro, en 2001, titulado MISCELANEA PORTUGALUJA, la dedicamos a los portugalujos olvidados, J. Salazar, Lizarraga, Sasía y Larrañaga (pinchar en la Biblioteca Digital Portugaluja), con el recuerdo que le dedicó su amigo Indalecio Prieto, titulado El poeta de las regatas y algunas de sus poesías relacionadas con sus recuerdos de su Villa.

Al empezar a recoger en el periódico enportugalete.com las fichas de las personas que configuraría el recién aparecido DICCIONARIO BIOGRAFICO PORTUGALUJO, le dedicamos también una de las primeras con el citado subtitulo de “Poeta de las regatas”.

Y todavía hace tres años en este mismo blog recogimos un trabajo del autor ahora premiado, recogido de la prensa, recordando a ADOLFO DE LARRAÑAGA EN “EL CENTENARIO DE ‘EL OBRERO VASCO’. (Pinchar)

Como decíamos al principio, en este año del 700 aniversario, con la próxima publicación de este trabajo que nos completa toda su obra e historia se cierra un círculo en torno a este portugalujo.


 


 

viernes, 23 de diciembre de 2022

2008. EL DERRIBO DE RIVAS NUEVO

 


José Luis Gutiérrez Landa al leer los Recuerdos de Repélega de Aitor González Gato, nos ha enviado estas dos fotos que sirven de memoria fotográfica del comienzo de derribo de Rivas Nuevo en 2008, y del último caserío, que la piqueta acabó con los restos del barrio.

 


 

jueves, 22 de diciembre de 2022

RECUERDO DE PORTUGALETE de CESAR GONZALEZ RUANO en 1950

 


Un artículo de Juan de Hernani sobre las fiestas de Portugalete me aviva en la memoria que por ahora hace un año que fui allí para pasar unos días y me quedé casi dos meses en aquel hotel gracioso de los Mendiguren en cuyo café escribía mis artículos.

Dice Juan de Hernani que de Junio a Octubre todos los días son de fiesta en Portugalete y es verdad. ¡Que me lo digan a mí que tuve un balcón sobre la plaza y no había manera de dormir con la música, absolutamente permanente, en cuanto anochecía y exaltada por los poderosos altavoces! También habla el cronista del enorme programa de festejos de este año, con poesías de Julio Gutiérrez Lumbreras, a quien yo dediqué un artículo señalándole como un buen tipo modernista -generación modernista, entiéndase bien- con cierto parecido temático y de expresión a José del Río Sainz, el santanderino que tan certeramente cantó la ría de Bilbao.

Portugalete aun en quienes nos pasamos media vida viajando deja un fino y fuerte recuerdo. Tiene un gracioso señorío y en ella la ría industrial y poblada, se despeja momentos antes de llegar a Santurce. La ría, con el elegante paseo de hoteles frente a la otra ribera de Las Arenas, es una delicia que tal vez vemos mejor los forasteros con ojos menos acostumbrados. Y el corazón de la villa es delicado y amable. A mí me gustaba por las tardes subir por sus calles y junto a la torre de los Salazares ganar el mirador de la prodigiosa iglesia. Luego volvía al café y luchando con la música que ya tronaba en la plaza me ponía a leer o a escribir. Allí leí el libro de Ciríquiain Gaiztarro sobre Portugalete y me divertía con sus disquisiciones sobre las villas que fueron balleneras. Parece que Portugalete no pescó nunca ballenas, aunque llegaban hasta la altura de sus calles. Todo no lo había de tener.

Entre las fiestas, algo impresionante era lo del día de las «vaquillas» que soltaban por la bajada de San Roque. En la farmacia donde yo iba al día siguiente a comprar penicilina, había un caballero muy serio, lleno de chichones y esparadrapos, que, por lo visto, había intervenido en el encierro y recibido considerable paliza, de la que estaba muy orgulloso. También vi otro día cucañas en la ría y un concurso de trajes en la plaza, creo que para premiar el traje más económicamente confeccionado. Las chicas, muy peripuestas, desfilaban por una pasarela que salía del quiosco de la música. A los dos lados habían instalado sillas y la plaza estaba llena de gente.

Pero lo para mí curioso en Portugalete era que, sin necesidad de «atracciones», cada día tenía un aire comedido de fiesta y aquel carácter mixto de cosa aldeana y de prolongación elegante de la ciudad próxima, que a los de fuera nos parecía un misterioso y probablemente no intencionado encanto, y que antes de Portugalete, viniendo de Bilbao en tren, no tenían las demás villas.

Ha danzado uno mucho en esta vida y conocido bastante bien Europa, y en Portugalete se comprendía que sería fácil quedarse, tal vez por aquel perfil un poco mixto que tenía y por lo elegante que era al no querer serlo y por la suave melancolía que andaba en todas sus cosas.

Es el País Vasco, milenario en paisaje y plural en bellezas, raro es el pueblo aldeano o marinero que no tiene una natural belleza y un bien entendido modo de vivir, que comienza por la inteligente y general norma en Vizcaya de no cultivar -antes al contrario - el turismo que pueda pretender algo más que el discreto y rápido paso. Conozco rincones deliciosos y villas de gran carácter No las vamos a echar a reñir con Portugalete desde un artículo. Es bien probable que Portugalete no sea un lugar indicado para hacerse la casa que puede hacerse en otros sitios de Vizcaya; pero siempre tuvo para mi un encanto difícil de contar y de cantar. Es posible que este encanto resida en un cierto hermetismo y en ese no hacer nada directo para agradar por el lado fácil.

 Sí, quizá sea eso.

CESAR GONZALEZ RUANO
Hierro 1950



miércoles, 21 de diciembre de 2022

RECUERDOS DE REPÉLEGA (3)

 


Los siguientes recuerdos de nuestro querido barrio de Repélega me fueron relatados por Santos y su mujer Charo, de 72 años (nacidos en 1950), habitantes del Grupo El Progreso.

La más veterana del barrio es Charo, pues su abuelo fue uno de los cooperativistas que levantó las casas de El Progreso, inauguradas en 1931. De hecho nació en 1950 en el n.º 39 de esta bonita barriada, donde nunca ha dejado de vivir. En cuanto a Santos, es natural del pueblo cántabro de San Miguel de Aras, muy cerca de Treto y su ría. En 1954 la familia de este último emigró desde el citado pueblo a Urioste (Ortuella), desde donde, en 1958, se trasladaron al barrio de Villa Nueva.

En ese mismo año el padre de Santos, Nemesio Fernández, entró a trabajar como peón en la carbonería que estaba al final de la Avenida de Repélega, esquina con Ramón y Cajal (frente a las casas de Villa Nueva), negocio que llevaban el matrimonio Pedro y Aquilina, él alavés y ella natural de Dima. Una vez que estos se jubilaron en 1961, Nemesio Fernández se encargó de regentar la carbonería. Su hijo, Santos, recuerda cómo aún siendo un chaval repartían el carbón por las casas de Repélega, ayudados por un burro y un carro. Según me cuenta, su trabajo se circunscribía prácticamente a este barrio, pues en Portugalete había otras muchas carbonerías que abarcaban sus zonas más inmediatas. Realizaron este trabajo durante cuatro años, hasta que en 1965 abandonaron el negocio del carbón.

Como muchos del barrio, llegaron a conocer el famoso lavadero de la Campa de San Cristóbal, que como tenía un tejadillo muy empinado y se situaba en una hondonada, facilitaba que los niños se subieran a dicho tejadillo, encima del cual jugaban allá por los años 60.

De esta misma década recuerdan un hecho luctuoso acaecido en la cercana campa de Landaberri, cuando en una diminuta casa que allí existía habitada por el matrimonio conformado por Salvador y Asunción y sus dos hijos, se produjo un terrible incendio que acabó con la vida de uno de los vástagos.

Muchas son las tiendas, bares y almacenes de los que se acuerdan como existentes en la década de los 60 y 70 del siglo XX: así por ejemplo, los bares de Chamagua, Picotos y Meñaca, casi contiguos, en Repélega Viejo. Justo en frente, en El Roble, el bar de Mari y “El Chato” (no confundir con el que más tarde regentaron en la calle Ramón y Cajal). Junto al campo de futbol que existió en el actual Parque de Martínez de las Rivas, estaba la bodeguilla de los Acha. Y junto a la carbonería que habían regentado, se levantaba el almacén de maderas que llevaba Virgilio.

Encabezando esta entrada y bajo la imagen de la barriada el año de su inauguración recogemos las fotografías cedidas por Santos Fernández (si bien las dos más modernas fueron efectuadas por Agustín Benito). La primera data de 1969. Se trata de la parte alta de la calle Almirante Vallecilla. Vemos a la derecha los bloques de casas de las calles Alfonso del Pozo y Juan Antonio Zunzunegui, construidos un año antes. Al fondo a la izquierda tenemos el cerro de San Roque, llamado entonces popularmente “monte de piedras”, debido a las obras del depósito de aguas. Como se observa en la imagen (donde aparece Santos Fernández, siendo el segundo por la derecha), el suelo carece de asfalto, siendo tan sólo tierra apisonada.

La segunda imagen es de 1993 y corresponde al grupo de casas que formaban parte de Repélega Viejo. Se situaban frente a El Roble. De izquierda a derecha, tenemos el caserío donde estaba la tienda de ultramarinos Varona, luego reconvertida en bar (este caserío fue derribado en noviembre de 2007), en el centro, la casa que albergó el bar Meñaca, y a la derecha la casa perteneciente a Pedro Sáez, personaje popular que había sido torero y después taxista. En los bajos del inmueble abrió el bar “Chamagua”, que por alguna razón los del barrio llamaban “de la cagona”.

La última foto también es de 1993, tratándose de una estampa de Repélega Viejo, en su parte más adyacente al grupo El Roble. Todo este entorno desapareció entre los años 2007 y 2008.

 

AITOR GONZÁLEZ GATO.

 

martes, 20 de diciembre de 2022

EL ACANTILADO ENTRE PORTUGALETE Y SANTURTZI EN EL SIGLO XIX

 


El tema ha quedado ya reflejado en otras ocasiones en este blog, así como las dos litografías que encabezan esta entrada, pero esta vez ha sido el plano inferior que nos ha ofrecido Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales, en su blog LA VIDA PASA, hablando del Chalet de Mazas, quien nos ha descubierto la situación del arco o túnel como se señala en el citado plano, firmado por Francisco de Berriozabal, que nosotros no conocíamos y lo señalábamos erróneamente.

El plano sobre el que hemos resaltado con títulos y color lo que nos interesaba, para su mejor comprensión, nos muestra la situación de los dos grabados:

La Peñota, bajo el chalet de Mazas, y el túnel, por el que en bajamar se pasaba andando hasta Santurtzi, bajo la batería de Campo Grande.

En el centro del plano el camino de costa, desde la batería del Cuervo a la de Campo Grande, que sobre el acantilado unía las dos localidades, separadas por el arroyo Peñota que era el límite jurisdiccional, y que lo denominan Senda de Salvamentos. No olvidemos que en estos acantilados se produjeron numerosos naufragios.



lunes, 19 de diciembre de 2022

EL OJILLO DE `POSGUERRA: GASEOSAS BERRIATUA (3)

  


En sus recuerdos de infancia en el Ojillo, Juan Fermín López Markaida, se detiene en la fábrica de gaseosas Berriatua: 

Se encontraba en la calle Correos, tras pasar la pared trasera del Cine Ideal, a la derecha también, donde entonces se acababa la calle.
Disponía de un par de hermosos perros para disuadir a los chavales de mangar o guindar los cascos, envases, estos muy estimados por los críos, aparte de las propias gaseosas que en mas de una ocasión le birlaban mientras descargaba el repartidor que iba atendiendo a los clientes.
Los envases de gaseosas tenían dos componentes bastante solicitados por la crialada, las chapas o iturris, de cierre de los mismos y la canica (bolinche) de vidrio opaco de un tipo concreto de línea de producto que la portaba en el gollete de la botella o más bien botellin.
El propietario de la firma era Pedro Berriatua, su hombre de confianza Vicente López Sáez (Txola) y para repartir disponían de camionetas, camiones de poco tonelaje, en los que trabajó algún tiempo Manolín Angulo Ruiz de Luzuriaga de repartidor, después de haber trabajado cierto tiempo en la competencia, gaseosas Sirimiri, ubicada en el nº 11 del los bajos del Ojillo.
Enfrente de la gaseosera estaban las campas huertas de Aroma y de Rastrilla, lugar de múltiple juegos de la muchachada, espacio lúdico por excelencia pues la teníamos siempre en el pensamiento, con el chuncho del deseo de trastadas y andanzas nocturnas, para ver si caía algo. Pedro Berriatua encima de la envasadora, en el espacio del almacén donde desarrollaba su actividad industrial y comercial, disponía de un lugar muy especial, era una especie de laboratorio o banco de pruebas donde realizaba distintas combinaciones de productos para obtener el jarabe que le permitiera destacar en la profesión, diferenciarse del resto de la competencia, ofreciendo un articulo novedoso. De ahí salieron las conocidas DIANA NARANJA Y DIANA LIMÓN, en una especie de envases redondos, botellines de apariencia redondeada queriendo semejar al fruto natural de la naranja y limón. Fue un poco como el precursor del KAS naranja y KAS limón.
Tuvo que cerrar hacia final de la década de los 60.
Uno de la calle del Ojillo, que responde a las iníciales M.C.H.H. hizo de conejillo de Indias probando aquellos preparados. Nunca hemos sabido cómo le pagaron por participar, si en especie o con dinero, o con un “gracias chaval”.

 

sábado, 17 de diciembre de 2022

JOSU TORRE KORTAZAR (1934-2022). IN MEMORIAM

 


A lo largo de los 27 años que la Colección El Mareómetro ha desarrollado su existencia, gracias al apoyo incondicional y entusiasta de unos centenares de personas portugalujas, hemos tenido que ir despidiendo a muchos de ellos por la simple ley de la vida.

No siempre lo hemos hecho desde este blog, al que solo hemos traído en general a colaboradores estrechos, pero esta vez lo hacemos con Josu, portugalujo de pro, amigo y suscriptor que parece que hubiera esperado a recibir el último ejemplar de la Colección, que ocupaba lugar preferente en su biblioteca, y que releía con frecuencia, para dejarnos también silenciosamente.

Aficionado al futbol desde niño aunque no llegó a jugar en el equipo de la villa, pero si fue fiel seguidor, empezó de botones en el Banco Vizcaya, en el Cristo, llegando por méritos propios al cargo de director.

Siempre estuvo en cuantas iniciativas se daban a favor del Hospital de San Juan Bautista o de la cultura vasca, siendo presidente del Elai Alai en 1966, año en que se realizó la compra de los locales de la calle Santa María, y formando parte de las primeras juntas que impulsaron la Ikastola San Francisco Xabier a la que envió a sus hijas frutos del matrimonio con Pauli Martínez, Agurtzane, Josune e Idoia.

Nuestro sentido pésame a su actual esposa, la portugaluja Begoña Garaizabal, a sus familiares y a los innumerables amigos que deja, que nos congregaremos en la basílica en la tarde del próximo lunes para rendirle nuestro homenaje de despedida.

viernes, 16 de diciembre de 2022

TXEMA LORENTE Y RUBEN LAS HAYAS, PROTAGONISTAS EN TV

 


Ahora que el año del 700 aniversario llega a su fin, TELE7 que ha estado presente en todos los actos que han tenido lugar en la Villa, fundamentalmente con la presencia activa de la portugaluja Koro Mendieta, ha dedicado, representando a tantos vecinos y vecinas que se han volcado en participar en esta efemérides, un primer programa a recordar a dos de ellos Rubén Las Hayas y Txema Lorente.

 



 

 

EL OJILLO DE POSGUERRA: JUEGOS INFANTILES (2)

  


Con esta conocida foto de los años 20 del siglo pasado al comienzo del Ojillo, coloreada por Javier García damos entrada a uno de los recuerdos del Juan Fermín Lopez Markaida. 

Era por la época del lanzamiento al espacio exterior del primer satélite ruso SPUTNIK, el año 1957, al que le siguió un mes después el SPUTNIK 2 con la perrita Laika que orbitó la tierra, y el lanzamiento posterior del cosmonauta Gagarin (1961).
Estos acontecimientos marcaron a algunos de los chicuelos de entonces, bien por lo novedoso o por efecto imitación, dándoles por hacer pequeñas experiencias caseras como juegos de supuestos cohetes espaciales, que su imaginario infantil creaba a raudales.
Ya se había dado un caso trágico con un chaval que creo que vivía en el nº 2 de la calle Correos, Agustín Muniz, cuya madre viuda se casó con el viudo Sierra, empleado de AHV. Le gustaba experimentar con sustancias químicas diversas y artilugios varios, y en una ocasión le explotó uno de sus experimentos y perdió la mano entera del brazo izquierdo.
Nosotros empezamos haciendo unos cohetes más simples. Cogíamos varios fósforos de cera, cuatro concretamente, los poníamos erguidos juntando sus cabezas, con tres de ellos haciendo trípode abriéndolos un poco y el cuarto dejándolo en medio. Se forraban las cuatro cabezas con papel que llamábamos de plata, de las cajas de los bombones de chocolate, de las golosinas, caramelos y demás, eso sí bien prietas, muy envueltas una por una y luego las cuatro cabezas juntas.
A continuación se prendía fuego con chisquero a la cerilla que estaba en medio y cuando la llama llegaba al papel plateado el conjunto salía disparado, a veces hacia arriba, otras en cualquier dirección e incluso en ninguna, saliendo una hermosa llamarada y permaneciendo estática. Pero la ilusión que se ponía en la confección y en la posibilidad de que ascendiera emulando un cohete era mayor que la pequeña decepción de que no lo hiciera.
Superado este estadio del juego, entretenimiento, se ponía la mente a escudriñar una posibilidad más ambiciosa y por ende con una gran o mediana carga de peligro, que no era capaz de vislumbrar nuestro asenso.
Consistía esta vez en agenciar un tubo de hojalata o similar, hueco por dentro, cerrado por un extremo y abierto por el otro, de cartón duro nos valía también. Una vez conseguido se metían trapos viejos o papel de periódico muy apretado, echando antes una mezcla de azufre en polvo, que yo como vinatero los azufrines podía conseguir sin dificultad, de pajuelas o alguaquidas por empajolar o azufrar a los pipotes de madera para desinfectarlos, los machacábamos a tope conmixto con carbón vegetal que no faltaba en las carboneras de las cocinas de nuestras casas que tenían chapa económica, lo triturábamos hasta hacerlo polvoriento, le añadíamos potasa que adquiríamos en la botica de Miguel Arnaez Capellan o en Aniel Quiroga en la plazuela del Cristo. Lo vendían en una cajita de cartón como las cajas de mixtos de las cerillas, pastillas molturadas que pegábamos hasta convertirlas en polvo, juntábamos los tres materiales, los mezclábamos adecuadamente y dentro del tubo metíamos luego estopa, lo prensábamos fuerte todo bien entestecido clave, poníamos algo cónico en punta, lo sujetábamos con esparadrapo, entapujábamos el cono puntiagudo con papeles brillantes que pegábamos, procedíamos a mechar poner pábilo de infiernillo, candil quinqué impregnado de alcohol que se cogía del botiquín de casa, con un buril se hacía un agujero en la base del tubo por donde introducíamos dicha cinta o cuerda hecha de filamentos combustibles del mechero o de un velón le añadíamos al conjunto cuatro palos (patas), se daba fuego a la mecha y nos íbamos a esconder.
Así en algunas ocasiones conseguíamos que aquel aprendiz de cohete saliera disparado o reventara allí mismo sin más.
Cosa de chiquillos que me hace sonreír al recordarlos.

jueves, 15 de diciembre de 2022

LA CALLE DEL MEDIO Y LAS LONJAS DEL ASILO, EN UNA PÁGINA DE EL CORREO

 


El pasado viernes día 9, EL CORREO, con la firma de Laura González, dedicó una página entera a un reportaje, EL FULGOR APAGADO DE LA PORTUGALUJA CALLE DEL MEDIO, “ vía que suma 20 locales cerrados en sus empinados y estrechos 150 metros, tras ser antaño el epicentro comercial de la zona”.

Al margen del contenido del artículo, con cuyo contenido podemos estar de acuerdo, y que reproducimos en esta entrada, hay una frase que en la Junta de Caridad del Hospital San Juan Bautista, ha dolido por falsa: Una arteria en la que, como en otros puntos de la villa, muchas de las lonjas son propiedad del asilo. Hay quien critica el excesivo precio del alquiler…

En estos momentos en que dicha Junta ha encargado un plan de viabilidad de la entidad, tras la situación de los últimos años, con la pandemia de coronavirus, la marcha de las monjas que durante un siglo atendían a los residentes y su sustitución por nuevo personal, se encuentran con una enorme sangría de pérdidas cada ejercicio por el déficit que se produce entre los ingresos y los costes de la Residencia.

Dicha Institución, tiene un problema en sus cuentas con un gasto en personal (medio centenar de personas) para la adecuada atención que una moderna Residencia tiene que ofrecer a sus usuarios, pero con un desorbitado índice de absentismo laboral superior al 30 % habitual y unos ingresos, donde se mantienen unas cuotas a los residentes claramente inferiores a otras residencias y un rendimiento de su patrimonio tanto financiero como mobiliario muy bajo, dada la situación actual de estos sectores.

 Concretamente en la citada Calle del Medio, de que se habla en dicho artículo, tiene algunas viviendas en los números 16 y 19 con tres lonjas. Estas tres que recogemos en la foto superior, están alquiladas ajustando su precio de alquiler a la situación actual del mercado y hasta una de ellas, ante la falta de demanda comercial está alquilada como almacén de material a un local de hostelería.

Por lo tanto la afirmación que sugiere responsabilidad del Asilo “propietario de muchas de sus lonjas vacías” (cuando solo tiene 3) al parecer por su “excesivo precio de alquiler” (el estar alquiladas las tres lo desmienten), ha resultado dolorosa no solamente por su falsedad sino por ser algo tendencioso que algunos propagan, quizás inconscientemente o por ignorancia, añadiendo que esta institución tan portugaluja está “forrada”. 

El citado artículo periodístico es el siguiente: 

Pocos vecinos ya veteranos habrá en Portugalete que no tengan algo en sus casas comprado en la populosa calle Víctor Chávarri, una de las cuatro arterias originales de la localidad vizcaína, con siete siglos de historia y conocida como la 'Del Medio', debido a su ubicación, entre Santa María y Coscojales, en pleno casco histórico, nombre con el que se la denominó de manera oficial desde 1481 hasta 1900, pero con el que hoy en día muchos se siguen refiriendo a ella.

Fue rebautizada para ensalzar a su vecino más ilustre, Víctor Francisco Chávarri Salazar, nacido en el número 21 de esta misma vía, uno de los políticos y empresarios más influyentes en la revolución industrial vizcaína y en el desarrollo económico de Euskadi a finales del siglo XIX. Una denominación que cambió desde 1931 al 37 por Galán y García Hernández, capitanes republicanos, antes de volver a su rótulo actual. A principios de los años 50 estuvo a punto de ser renombrada como Tendería, ya que en ella se concentraban las principales tiendas jarrilleras. Y es que esta arteria, que ahora languidece, con una veintena de persianas bajadas en sus apenas 150 empinados y estrechos metros, fue durante décadas el epicentro del comercio tanto en la villa como en la zona, situada en un punto estratégico, en la bajada hacia la ría, hacia el Puente Colgante.

Con un gran trasiego de gente a todas horas, se concentraban los establecimientos más destacados, como la Bota de Oro, una de las 14 zapaterías que llegó a tener abiertas a la vez, a la que acudían de toda Bizkaia. También estuvo la de Ugarte, Lángara, Suárez, Pisa, Jur, Gildo, Rumbo -aún con género abandonado en su interior-, Isidrín...; la cacharrería de Feliciana, la ferretería de Aretxabaleta, y la de Montejo, la carnicería Gárate, la relojería de Aurelio, la de Álamo y la de Lucio Delgado, Tejidos Barroso, la librería de Julián Bayo, la sastrería de Germán, la confitería de Mendizabal, el primer local de Óptica Elías, la mercería El Dedal y la de Candi, la barbería de Lozano... Una interminable lista que los más veteranos del lugar recitan casi de carrerilla.

Una actividad incesante que vivió María Victoria Gutiérrez, nacida encima de una lonja en la que su padre se estableció en 1919 como zapatero remendón. Años después ella y sus hermanas cogieron las riendas, pasando de arreglar a solo vender calzado. Desde hace 31 años lo regenta su exnuera, Lourdes Sacristán, quien optó por volver a los orígenes del local. «Es una pena ver cómo está esto. Cuando vine aquí todo estaba abierto, ahora está medio abandonado», declara. Un poco más abajo, en el número 14, se encuentra la farmacia Arnáez, uno de los locales más antiguos de esta vía, abierta hace más de un siglo, y que en 1961 pasó a manos de Manuel Arnáez. Ahora está al frente su hijo Borja, quien también lamenta el cambio radical que ha sufrido. «Han intentado revitalizarla pero no lo han logrado».

«Había de todo»

En Portugalete se recuerda a la calle 'Del Medio' como «lo más». «Había de todo y se vendía de todo», señala Julia Robles Llamazares y su marido Ángel Pablos, mientras toman un café en la pastelería Kimetz Gárate, a un paso del Ayuntamiento, uno de esos numerosos locales donde antiguamente se vendía calzado. Una arteria en la que, como en otros puntos de la villa, muchas de las lonjas son propiedad del asilo. Hay quien critica el excesivo precio del alquiler, pero para Santi Benítez esto no fue impedimento para abrir su negocio de tatuajes hace cinco años, pese a que tuvo que llevar a cabo una reforma integral.

Nadie se atreve a señalar cuál ha sido el causante del declive del casco histórico jarrillero en general, y en particular de esta vía, en la que se encuentra uno de los edificios de viviendas más antiguos de la localidad, la casa-palacio Sota, que se intuye que fue levantada a finales del siglo XVII. El cambio de hábitos, la irrupción del metro, la apertura de los centros comerciales y la instalación de rampas mecánicas en la cercana Casilda Iturrizar, ha restado paso y ha llevado la vida comercial hacia arriba, cruzando General Castaños.

«Aquí se encontraba el motor comercial de toda la zona, y a todos nos da pena el estado en el que se encuentra, pero desgraciadamente no tenemos la varita mágica», declara a este periódico Javier Aranburuzabala, presidente de la Asociación Profesional Comercial de Portugalete, quien en su día, como portavoz del PNV en el Ayuntamiento, participó en la elaboración de un plan estratégico para revitalizar la zona. «Los tiempos han cambiado e igual nos ha cogido a contrapié y no hemos sabido adaptarnos. En cualquier sitio de vacaciones o en una ciudad está el plan de ir al casco antiguo, a dar un paseo o comprar, pero aquí en Portugalete no sucede eso».

Empuje del Ayuntamiento

Desde el Consistorio destacan las «características especiales» que tienen los locales que permanecen vacíos en la calle Víctor Chávarri, «por su accesibilidad y tamaño». Por ello señalan que en 2014 se puso en marcha un programa de ayudas para la instalación de negocios en esta zona del conjunto monumental, con subvenciones de hasta el 50% en el alquiler o hipoteca durante el primer año de apertura. Hasta 2021 se acogieron a ello 41 negocios, siete en la calle 'Del Medio'. Además, se financian, como en el resto de la localidad, las obras necesarias para la puesta en marcha de un comercio con un máximo de 5.000 euros, a lo que se añaden ayudas para la rotulación bilingüe y para la página web. «Dadas las características del casco sabemos que esto no es suficiente y estamos trabajando en otras ayudas y nuevos programas especialmente para los locales que llevan mucho tiempo cerrados, que hacen que sea más difícil su salida al mercado», adelanta el concejal de Promoción Económica y Empleo Txema Ezkerra. «Recuperar el casco histórico, si su declive y degradación fue a lo largo de diez años puede costar el doble. Es un trabajo que hay que hacer y habrá que buscar la manera de que tenga el esplendor de antes ya que forma parte de la idiosincrasia de Portugalete».



 

miércoles, 14 de diciembre de 2022

RECUERDOS DE REPÉLEGA Y VILLANUEVA (2)

 


Los siguientes recuerdos pertenecen a Maite Aguirre, de 64 años y habitante de una de las casas del Grupo Villa Nueva, en una amable conversación que mantuve con ella en noviembre de 2022.

Empieza relatándome que la casa tocó por sorteo a su bisabuelo, quien entonces trabajaba en Altos Hornos de Vizcaya. La prole de este hombre ya nunca se desvinculó de la casa, pues tanto el abuelo paterno de mi informante como dos tías suyas y ella misma nacieron en dicha casa. De hecho, Maite fue bautizada en la cercana y ya desaparecida iglesia de San Cristóbal (derribada en 1989).

Maite recuerda que originalmente las casas de este bonito barrio eran de color marrón, con los falsos entramados de madera pintados de rojo. Había unos pocos árboles junto a las casas, y mantiene vivo en su memoria el desaparecido lavadero de Rivas.

Su madre le contó que durante la guerra civil, en un bombardeo de 1937, cayó una bomba en frente, en lo que hoy es la Plaza Gorbeamendi (entonces unas campas), cuya onda expansiva hizo saltar los cristales de su casa.

Rememora que posteriormente se construyeron, al final de la Avenida Repélega y frente a las casas de El Progreso, una serrería y una carbonería, que aparte de carbón también vendía leña para el fuego (entonces eran muy comunes las casas con cocina “de chapa”).

Maite afirma orgullosa: “Aquí sólo estaban las casas de El Progreso, Villa Nueva y las de la Babcock. Todo lo demás eran campas. Estaba todo tan despejado de edificios, que aquí subían los de Portugalete a tomar aires”.

 

Jesús, de 67 años y habitante de una de las casas del Grupo El Progreso, donde nació en 1955, me relataba en noviembre de 2022 que en la década de los 60 del siglo XX el actual bloque de casas que da a la Avenida Repélega y a la calle Luis Fernández Gómez, era entonces una campa con un campo de fútbol improvisado, donde iban a jugar los chavales. Así mismo, aún recuerda que en la Avenida Repélega, muy cerca de la actual Plaza Gorbeamendi, se erigía el caserío de los Arana-Vizcaya, desaparecido cuando en los 70 se construyó el bloque de casas que rodea la citada plaza. En su niñez fue alumno de las escuelas de Ramón Durañona, que ellos llamaban siempre “las escuelas del cura”.

 

Ángela E., vecina de Villa Nueva de 60 años que ya citamos en una anterior entrega, recuerda que siendo niña, a finales de la década de los 60, iban a comprar leche a una caserío de Rivas Nuevo (pequeño grupo de casas que estaban a apenas 100 metros de Rivas Viejo), trayéndola en las cántaras o lecheras metálicas que algunos hemos conocido. Así que el paso continuado de vacas por las campas de Villa Nueva era algo muy común y entretenimiento de los niños.

Ángela me relata que cuando su madre iba a los bailables de la Plaza o al tren de La Canilla, tenía que quitarse los zapatos y ponerse unos menos elegantes, ya que hasta el casco urbano de Portugalete (que entonces, años 40 y 50, se reducía al Casco Viejo, General Castaños, el Ojillo y una incipiente Carlos VII), todos los caminos eran de tan sólo tierra apisonada; y aún peor cuando llovía, pues esos caminos se convertían en auténticos lodazales. Entonces se decía “bajar a Portugalete”, expresión que según Ángela los de Repélega aún siguen usando.

Ilustramos este artículo con tres fotografías que nos ha cedido la citada Ángela. En primer plano el primer bloque de Villa Nueva según se viene de Sestao, con sus entradas originales (estas eran una especie de pequeño porche o antuzano, dentro del cual se abrían las puertas de acceso a las casas). Al fondo unas campas, donde a finales de los 70 se construirá el ambulatorio de Repélega.

A la derecha aparece la madre de Ángela y una de sus hijas, fechada en septiembre de 1971, junto a las primeras casas de la Babcock & Wilcox. Detrás de ellas las campas donde unos años después se construirá el citado ambulatorio de Repélega.

La última de las fotos, fechada en 1975, está sacada desde la parte alta de la actual calle Barrengoitia, que como se ve, entonces eran sólo campas. Detrás aparece la calle San Nicolás, con sólo construida una de las aceras. La acera de enfrente, a la izquierda de la imagen, aún está por construir, pero se ve que las obras de los actuales bloques ya han comenzado.

AITOR GONZÁLEZ GATO.



martes, 13 de diciembre de 2022

CASTO COMONTE “CASTORIN” (1938-1979). Director de la Banda de cartón El Resbalón

 


A pesar de la aparición del Diccionario Biográfico Portugalujo, que ha recogido todas las fichas de personajes aparecidos en el periódico enportugalete.com, seguiremos publicando en este medio de tan gran tirada otros, algunos quizás no incluidos en esta obra.
Obra que como suele ser habitual no se libra de erratas, como es el caso que nos ocupa, ya que el segundo apellido, LOPEZ, estaba equivocado. No se si algún día esta obra será reeditada o ampliada, pero de momento anotamos esta errata, al igual que otras que nos hemos dado cuenta, para tenerlas en cuenta.
Como hacemos en general este recordado personaje nos sirve para hacer la historia de la Banda de Cartón que le hizo tan popular: 

Esta banda de cartón fue la primera que se creó en Bizkaia en 1951, siendo sus fundadores Ángel León y Evelio Álvarez, dos hojalateros, que construyeron los instrumentos de cartón y chapa de cinc, soldados con estaño, siendo el bombo y la caja de madera de chapa de ocume. Los primeros años llevaron la batuta Martin Arronte, Tomás Díaz, y Bienvenido Chamorro, con el frac del conductor del carruaje fúnebre, alquilado a la Casa de Misericordia de Bilbao.

En 1958, tomaron el relevo Vicente Arizmendi,  hijo de los dueños de la hojalatería Trasviña, Valentín Arana, Fernando del Río Astorqui, o Faustino Lerma, turnándose en la batuta hasta que en 1963 Casto Comonte, “Castorín”, que figuraba como músico tocando el bombo, cogió el relevo definitivo.

Castorín, que había nacido por circunstancias de la guerra civil en Valls (Barcelona) en 1938, resultó ser un director carismático con su frac y chistera, todo bondad y humanidad, que llevó a la banda con una treintena de ejecutantes a su máxima popularidad y calidad, no faltando en las recaudaciones a favor del Hospital Asilo, ni a cualquier acto festivo por toda Bizkaia.

Tenían su sede, donde ensayaban, en el popular bar El Resbalón, situado en un escondido callejón hoy desaparecido, que cerró en 1972, un duro golpe para el grupo pero no tanto el definitivo, la muerte súbita de Castorin en 1979.

Tras ser enterrado con su traje de director, con frac y chistera, se produjeron diversos actos de homenaje con la banda de Música Municipal y otras bandas y al año siguiente se celebró un Campeonato de Euskadi para bandas de Cartón y fanfarrias, con el título de Gran Premio Castorin.

lunes, 12 de diciembre de 2022

REGALO NAVIDEÑO PARA GENTE JARRILLERA

 


Esta entrada quiere ser un anticipo de las felicitaciones de las fiestas navideñas y de reconocimiento a la gente del mareómetro.

Tras 27 años la Colección El Mareómetro ha llegado a su fin, con el Diccionario Biográfico Portugalujo, cuya distribución a pesar de las dificultades ha resultado bastante buena.

Algunos todavía no lo han recibido por los retrasos de Correos en estas fechas, y otros han aprovechado los que pusimos a su disposición, ya totalmente agotados, para ofrecerlo como regalo navideño. Nuestras disculpas por los fallos que se han podido producir y como recordatorio repetir que a los que devuelven el recibo, al margen del motivo, se les da de baja automáticamente sin proceder a reclamárselo.

Hemos cumplido nuestro objetivo, partiendo de que debido al aumento de costes tendríamos un déficit en torno a los 2.000 euros (asumibles con nuestros fondos propios), previendo en ello un 3% de recibos impagados (en esta ocasión han sido 20 personas) y que los costos por gestión del banco nos ha sorprendido con 700 € . 

Finalmente recordar que el Ayuntamiento, previendo el éxito de este libro, ha publicado otra edición que se puede adquirir en el Centro Cultural Santa Clara o en las librerías, y que esperamos que ante estas fechas de final de año tan propicias para regalos siga la misma suerte y se agote.

 

viernes, 9 de diciembre de 2022

EL TRANVÍA: LAS CANARIERAS

 


En la fotografía de A. Zorraquin de finales de los años cuarenta o comienzo de los cincuenta, veíamos un segundo detalle que era el número de mujeres junto al tranvía parado en medio de General Castaños, portando unas cestas en la mano que no podían ser otras que las conocidas como “canarieras” en las que se llevaba a la fábrica la comida a los hombres de la familia. También apreciábamos otro grupo con dos tipos de cestas (canariera y de la compra), esperando junto al muro de contención situado frente a las escaleras del bar El Metro.
En los tiempos actuales, cuando las grandes empresas cuentan o han contado con comedores para el personal o cuando alrededor de las mismas hay numerosos bares de “menú del día”, a las nuevas generaciones les puede sonar “a chino” que los obreros comiesen su comida en los talleres o en plena calle. Pero, ¿quién y cómo llevaba la comida a los obreros?
Desde la implantación de la gran siderurgia, astilleros, minas, puerto, etc. han sido las mujeres de la casa quienes han preparado la comida, desplazándose luego hasta el tajo para compartir la comida con el hombre de la casa, tal y como reflejó magistralmente Manuel Villegas Brieva en 1895 en el cuadro titulado “Las doce en los Altos Hornos”. La escena muestra a los sudorosos obreros en su lugar de trabajo, poniéndose la camisa antes de sentarse junto a la pulcra etxekoandre, qué apoyada en un pilar, espera al suyo tras haber colocado sobre un mantel el puchero de barro con el cocido, el plato del mismo material y la botella de vino que había llevado en la cesta de mimbre con tapas. Otra pareja, al fondo, ya están en plena comida y al acabar, relevarían a los hombres que seguían atendiendo las bocas del horno.
Ese sistema de transporte adquirió en la margen izquierda características especiales. La cesta de colgar del brazo se sustituyó por una cuadrangular, “más masculina”, con una sola tapa de mimbre en la que iba sujeta un asa metálica que facilitaba el transporte con una mano. Un cierre metálico permitía cerrarla con candado. Hasta tuvo su propio nombre: “la canariera”. En algunas casas aún se guardan como una reliquias del pasado.
Nadie ha sido capaz de asegurar el origen del apelativo. Unos creen que la forma rectangular facilitaba el transporte de canarios, y otros, que las cestas provenían inicialmente de Canarias, dada la gran industria del mimbre que hubo en las islas. Si alguien sabe el origen, se agradecerá su comentario.
Sea como fuere, las mujeres preparaban el cocido al anochecer y una parte de él, se mantenía caliente en una tartera en una esquina de la chapa para qué al amanecer, el hombre la llevara a la fábrica junto a una humilde tortilla o unas sobras de la cena, dentro de las tarteras de aluminio con cierre hermético. En la canariera no podía faltar el “morapio”. Otros, los menos, iban en bicicleta, llevando la canariera amarrada en el portabultos sobre la rueda trasera.
Otra forma de transporte hasta AHV consistía en que algún familiar la llevara hasta el tajo antes de que a las doce tocara el “cuerno” del descanso que duraba hasta la una y media en que nuevamente volvía a sonar. Este método de transporte sería el que muestra nuestra fotografía. Un grupo de mujeres se mueve alrededor del tranvía con sus canarieras en la mano, ya fuese para llevarlas a la fábrica o a un punto convenido, o para volver a casa con ella.
Hemos consultado a los amigos habituales, recogiendo varios testimonios que paso a resumir.
De la importancia de contar con una, sirva este relato del numerito de unos recién casados por el Muelle Viejo con la cesta a medio envolver, que habían comprado en una cestería en Bilbao al darse cuenta qué no tenían canariera y al día siguiente él tenía que ir a trabajar.
El segundo relato es del desplazamiento de la madre y un hijo cogiendo el tren en Lamiako hasta Axpe, pasando la ría en el bote y llevando la comida a su aita a la Naval, para volver a casa con la cesta tras la comida en el taller de modelos
Un tercero, de ir andando desde Retuerto a Zubileta con la cesta de un vecino cuyos familiares no la podían llevar ese día. Tras la caminata y después de haber comido el vecino, vuelta a casa con la canariera en la mano.
También era normal que se bajara en mano la comida a los maquinistas y obreros de los cargaderos de mineral, tal y como relataba mi bisabuelo Juan Flaño en sus memorias.
Una mujer trabajadora en la “jabonera” de Zorroza llevaba la comida en la canariera al entrar a trabajar y quedaba al mediodía con su hijo a medio camino, ya que trabajaba en Sefanitro. En un lugar apartado, entre vagones y a poder ser a cubierto, encendían un fuego y en él calentaban su comida y a ellos mismos. Con los años, sustituyeron la fogata por un hornillo de alcohol.

Esta forma de comer a la intemperie o en un rincón del taller se trató de corregir mediante el Decreto del 8 de Junio de 1938 cuyo Artículo 1.º decía:

 Toda empresa sujeta a un régimen de trabajo que no conceda a sus obreros un plazo de dos horas para el almuerzo, vienen obligadas a habilitar un local-comedor que les permita efectuar sus comidas a cubierto de los rigores del tiempo, y provisto de las correspondientes mesas, asientos y agua. El local estará acondicionado para poder calentar las comidas”.

Para la debida aplicación del Decreto de 8 de Junio, se dictó la Orden de 30 de junio de 1938, que reglamentaba las instalaciones de comedores laborales, estableciendo su Artículo 1.º:

”Toda empresa cuyo régimen de trabajo no conceda al personal dos horas como mínimo para el almuerzo, estará obligada a habilitar, en sitio inmediato al trabajo, un local cubierto, apropiado al clima y provisto de mesas, asientos y agua potable, en cantidad suficiente para la bebida, aseo personal y limpieza de utensilios. En dicho local se dispondrá igualmente de hornillas o cualquier otro medio de uso corriente, con el combustible necesario para que el trabajador pueda calentar su comida.”

En los años de la fotografía del tranvía, las grandes empresas, como AHV o B&W, tenían su propio sistema de recogida de canarieras, transporte y reparto entre los destinatarios en el interior de la fábrica, donde contaban con comedor y zona de fuegos y limpieza. La forma de identificar las cestas cerradas con candado era mediante el nombre grabado en una chapa dorada colocada en la tapa.
AHV las recogía en la Plazuela del Cristo mediante un camión de la empresa que hacía el recorrido por varias paradas en los pueblos cercanos y tras la comida, las devolvía por el mismo método a los familiares que esperaban junto al kiosco de Sofi.
B&W, lo hacía en la confluencia de Carlos VII y General Castaños mediante una furgoneta descubierta con cartolas, que luego subía por el cementerio hasta hacer una parada junto a la Cooperativa de las casas de Villa Nueva y una segunda junto a las casas de Babcock & Wilcox. Si alguna vez llegabas tarde a la recogida, a algún hijo le tocaba bajar la comida por Galindo hasta la fábrica.
Sirvan estos recuerdos como homenaje a nuestras sufridas amatxus que además de hacer maravillas con los sueldos para llevar la casa y alimentar a la prole, se tenían que ocupar de hacer llegar el condumio hasta la fábrica al hombre de la casa, fuese esposo, padre o hijo. 

JOSE LUIS GARAIZABAL FLAÑO

Testimonios:
Juanjo del Horno, Mertxe Adán, Mikel Otxoa,
Xabier Martínez, Mabel Basterretxea,
Ángel Laurrieta, Ramón Barrasa, Juana Mari Ponce
 Manu Orbe, Andres Vitores,
Juan Fermín López Markaida (Relato del Ojillo)

¡ESKERRIK ASKO DANORI! 

Fotografías:
Todocoleccion, Atalaya3d.urg.es
 La Nueva Crónica (León),
Fotos antiguas de España