lunes, 17 de enero de 2022

SOFIA AYARZA URDAMPILLETA (1896-1969) REFERENTE EN LA HOSTELERÍA LOCAL CON SU BAR ROVIRA

 


El periódico enportugalete.com de este mes, nos ofrece otro de los personajes que recoge el Diccionario Biográfico Portugalujo, que verá la luz a final de año como colofón a la Colección El Mareómetro. Un trabajo que lleva como subtítulo Esbozo de la historia de Portugalete a través de su gente, pues no es una recopilación de gente ilustre, sino que es un repaso a los 700 años de vida jarrillera recordando la vida de tres centenares de sus mujeres y hombres, algunas ilustres (por supuesto) y otros populares o gente corriente pero que con su quehacer nos muestran el trascurrir de la vida en nuestra Villa.

En este caso Sofía Ayarza fue una mujer sencilla, trabajadora y emprendedora que nos resulta un referente en la historia de la hostelería jarrillera a través de su Bar Rovira.

Nieta de un sastre bilbaíno establecido aquí en 1870, fue su padre Ricardo Ayarza Navamuel quien en 1892 abrió en el nº 6 del Muelle Viejo su “Casa de huéspedes, Comidas y Bebidas de todas las clases” y en 1899, en el nº1 de la calle Santa María la casa de huéspedes y restaurante La Guipuzcoana, en honor a su mujer Maria Urdampilleta Beristain que procedía de Regil.

Sería ésta quien se haría cargo de los fogones y que continuó el negocio al quedarse viuda ayudada por sus hijas. Una de ellas fue Sofía, casada con Ricardo Rovira, un bilbaíno de Deusto nacido en 1886, quien hacia 1928 ya tenía también su casa de huéspedes en el primer piso de Manuel Calvo 3. Con él, que trabajó como obrero de Altos Hornos, tuvo 10 hijos, cinco mujeres y cinco varones creando así una larga saga portugaluja.

En los años 30, Sofía tenía además de la casa de huéspedes, con bar, la cervecería de los jardines de Valle, denominado Bar “La Cervecera” de Ricardo Rovira, con “distracciones y recreos de todas clases”. Mujer de gran carácter, tuvo que sacar adelante a su larga prole, teniendo todos ellos que ayudar en función de su edad, ya fuera tras el mostrador, en la cocina o sirviendo comidas. La guerra civil le supuso una tragedia familiar. Su hermano pequeño José, que había sido secretario de ANV y miembro de la Junta de Defensa, muere en Santander (agosto 1937), ella evacua la Villa con sus hijos hacia Cataluña donde una bomba de la aviación mata a su hermana Carmen (marzo 1938) teniendo que huir a Francia. Tras su regreso, se centró ya exclusivamente en el Bar Restaurant Ricardo Rovira.

Lo mismo que hizo su madre “la Guipuzcoana”, ella al enviudar en 1950, reformó el local y continuó con el mismo, hasta su muerte en que  pasó a la última generación de los Rovira.

Bajo estas líneas en el Campo de la Iglesia con sus nietas y nietos en una foto cedida por uno de ellos, Luis Bastida.



 

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