Eduardo Ardanza
consultando en su biblioteca se encuentra con el libro, JUAN DANIEL FULLAONDO, donde se recoge una de sus obras realizada en colaboración con Alvaro Libano, como fue la
biblioteca de Portugalete (1973), de la que se cumple el medio siglo, enviándonos su reseña por si es de nuestro interés.
Fullaondo (1936-1994), uno de los arquitectos vascos más destacados de la segunda mitad del siglo XX, estuvo vinculado con artistas como Chillida u Oteiza y realizó una importante labor de divulgación e investigador como editor de ‘Nueva Forma’, y con su labor docente como catedrático.
En 1990 en la citada obra nos deja una anotación, constatando las pegas que tuvo al llevar a cabo su proyecto por parte del entonces Ministerio de Educación, y dejando constancia de su admiración por el mítico arquitecto finlandés Alvar Aalto uno de los grandes del XX y también un vanguardista como él.
El breve texto es el siguiente:
Lo más interesante de esta obra, es su planteamiento microurbanístico, convirtiendo la cubierta en ampliación de la plaza situada ante la iglesia. Había un enorme terraplén y la solución no era sencilla. Intentamos relacionarnos lingüísticamente más con los barcos de la ría que con las presencias históricas. Pero fue en vano. La dirección de obra, a cargo del Ministerio de Educación, se sintió creadora y lo trastocó casi todo, chapándola en piedra, alterando los óculos, etc. Pienso que debiera haber más verde.
El espacio interno se concibió a la manera aaltiana, por decir algo. Curiosamente aquí el objeto desaparece casi del todo, integrándose en el contexto y pese al no deseado chapado en piedra, toma un aspecto bastante brutalista, malgré lui, como una obra de ingeniería pesada, casi inadvertida pese a su realismo. Cuando hablaba a los munícipes de la estructura finlandesa de la organización interna me miraban con los ojos desorbitados por el horror. Pretendíamos hacer una especie de nave y aquello devino muro de contención.
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