En este blog se ha contado muchas
aventuras acaecidas en la ría, sobre todo con la famosa barra, y los
protagonistas han sido muchas veces nuestros pilotos mayores.
En las últimas décadas su figura la
representa el portugalujo Joserra Marin (n. 1957) a quien más de una vez hemos
recurrido pidiendo ayuda y datos para nuestras entradas, que lleva 34 años como
práctico y más de 20 años como práctico mayor del Puerto de Bilbao.
Ahora que encara la recta final de
su carrera laboral, le cuenta al periodista Koldo Dominguez de EL CORREO
en la edición del pasado domingo día 27 algunos de sus recuerdos:
Empieza, entre risas, reconociendo
que el práctico mayor es el puto amo del puerto. Un puerto, el de Bilbao,
que es un puerto seguro. Tiene mucho calado, no es muy estrecho y los barcos,
cuando están atracados y viene temporal, pueden salir y entrar. Pero eso no
significa que sea cómodo. De cómodo no tiene nada.
En estas tres décadas, reconoce que todo ha cambiado. En 1991 el tráfico estaba en Bilbao, en el canal de
Deusto, Zorroza... Todavía no venían los grandes barcos y tecnológicamente el
cambio ha sido radical. Con los barcos que venían antes estabas
acojonado porque no sabías si iba a arrancar la máquina o no. Ahora los barcos
son buenos, tienen de todo.
El primer barco al que ayudó a
entrar en puerto fue el 'Federal Calumet', de 200 metros
de eslora, uno de esos que navegan por los grandes lagos americanos, que tienen
mucha eslora y poca manga. Fue perfecto, no rompí nada, porque todos hemos
tenido golpes pero yo de los gordos, de esos que dices 'jooooder' y tienes que
hacer grandes papeles, no.
Y si alguna vez se ha jugado la
vida, ha sido desembarcando. No es ninguna chorrada.
Cada vez que vas allá fuera, te juegas el pellejo con olas de 7 metros. Tienes
que bajar una escala y saltar a la lancha. El problema es la diferencia de
tamaño del barco y la lancha, que hace que no suban ni bajen a la vez. Tienes
que andar con cuidado y claro, hay veces que te equivocas.
Los navíos más complicados son los gaseros con unos protocolos de seguridad que hay que cumplir, así
que está todo muy controlado. Pero te viene un barco 'normal' de 90 metros al
río y estás tú como Gary Cooper, solo ante el peligro.
Los petroleros se manejan con remolcadores y con paciencia y tranquilidad. Date cuenta que
mover 300.000 toneladas de peso son 300 millones de kilos, tienes que ir muy
despacito. Si tienes una avería con un petrolero, lo primero que te hacen es
meterte a la cárcel de Basauri y luego ya veremos. Como el 'Prestige'.
Los megayates que atracan son puro lujo. A mí sólo me ha tocado uno. Decían que había sido de Frank
Sinatra. Recuerdo que me pusieron unas de esas pantuflas de plástico de
hospital para no estropear las moquetas. Como los cruceros pequeños, no a esos
grandes, que son muy de plástico, en los pequeños de lujo pisas la moqueta y se
te mete el pie y te dices, 'hostia, no tendré grasa porque me matan'.
Pero para trabajar son cómodos
porque el protocolo del crucero es muy estricto. Hay mucha seguridad.
Si hubiera que recordar dos nombres
estos serían: El 'Ocean Saphir' al que se le
estropeó la máquina y empezó a garrear y no podía dar máquina avante. Tuvimos
que salir con remolcadores para que no se fuera a las rocas. Estuvimos
acojonados toda la noche.
El 'Modern Express' es otra historia
de las buenas. Mis amigos los holandeses, venían remolcando el barco y yo tenía
la seguridad, y no voy de listo, de que el cabo de remolque iba a fallar al
llegar a puerto. Que iban a romper. Y claro, rompió. ¿Por qué? Porque los
holandeses son los piratas del siglo XXI. Estuvimos al borde de un gran
accidente porque no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Se había
corrido la carga y no sabíamos por qué. Ellos eran los únicos que habían estado
en el barco pero no decían nada. Se quisieron pasar todos los protocolos por el
Arco de Triunfo.
Y
finalmente una anécdota. Salimos a
pruebas en un pesquero construido en los Astilleros Murueta y entre los
invitados venía un notario. Cuando estábamos entrando a puerto se nos acercaron
tres veleritos. Y le dije al notario: 'Va usted a levantar acta notarial de lo
que va a hacer esa cuadrilla de quinquis'. Venían por estribor y creían que
tenían preferencia. Pero no. Nosotros seguimos a rumbo y el notario decía que
íbamos a colisionar. 'Qué va', le dije. 'Ya va a ver'. Y cuando estaban a cinco
grados, pegaron una bordada en dos segundos y se fueron.
Que por qué lo hicieron? Por tocar las
pelotas. Muchas veces entre ellos se apuestan una cerveza a ver quién aguanta
más. Los capitanes griegos, ante esa situación, son muy tranquilos. Te sueltan
'ya se apartarán' y tiran.
Y
otra vez denuncié a unos a Capitanía. Estábamos en un petrolero grande, de unos
280 metros en lastre, con una arboladura de 15 metros. Y cuando estábamos justo
en la boca de Lucero, entre el rompeolas y el bloque, se nos acercó un velero.
Llegó un momento en que no le veíamos. Nos preocupamos. Ahí no puedes torcer.
Paramos máquinas. Al final apareció. Entonces, llamé a la lancha y cogimos la
matrícula del velero y lo denunciamos. Y multa. A cotizar. Pero los... de
corbata, creyendo que nos lo habíamos llevado.
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