jueves, 19 de diciembre de 2019

LOS PORTUGALUJOS EN LA HISTORIA DEL TRAFICO DE ESCLAVOS



Con 700 años de historia nuestra Villa tiene que tener capítulos dedicados a todas las etapas que ha vivido la civilización europea y una de ellas ha consistido, aunque siempre se ha intentado pasar por encima de puntillas, el comercio y tráfico de esclavos que encontramos perfectamente documentado desde los siglos XVI hasta principios del siglo XIX.
El comercio con América en que muchos portugalujos tomaron parte activa mantuvo siempre esta parte denigrante del tráfico humano y la esclavitud, significando la compra de un esclavo una clara muestra de prestigio –el general Vallecilla solía acompañarse de un esclavo negro- y una inversión segura.
Si tenemos que poner como referencia a un portugalujo este sería Hortuño de los Hoyos, importante comerciante del siglo XVI, que también se dedicaba a la captura de esclavos en la zona africana para desde Cabo Verde abastecer a los encomenderos de México y Santo Domingo.
En 1535 era socio de Juan de Urrutia, balmasedano, que establecido en México con importantes inversiones en minería, e industria naval, incluido el comercio de esclavos se había hecho en diciembre de ese año con una licencia de Carlos V para llevar esclavos negros desde África hasta Veracruz. Correspondiendo a esa licencia real consta uno de sus viajes a Cabo Verde en 1536 para llevar 55 esclavos a Urrutia.
Por lo general las referencias de estos negocios no son frecuentes, exceptuando su reflejo en los testamentos y cuando se solicitaba el pase a Indias, así encontramos las siguientes referencias:
A comienzos del siglo XVI el capitán Peruchete de Salazar, vecino de Portugalete y de Bilbao, solía acompañarse de dos negros, llamados Diego y Antón, a los que se denomina como “sus negros”
El galeón “La Trinidad”, de Coscojales, hundido a mediados del siglo XVI a su salida de Sanlúcar de Barrameda, transportaba cierto número de esclavos, tal y como declaraba uno de los testigos presenciales, llamado Diego de Amaya, señalando que tras el naufragio se sacó “...toda el agua y pasajeros y esclavos y sus cajas que la dicha nao tenía dentro”.
En el año 1558, la nao Trinidad, propiedad del portugalujo Juan de Herrada, con destino al puerto de San Juan de Ulúa en Nueva España, con mercancías y pasajeros, llevaba nueve esclavos y cuatro esclavas.
El año 1579 el capitán portugalujo Gregorio de Ugarte solicitó, y se le aceptó, licencia para poder llevar 50 esclavos negros a Nueva España libre de derechos.
El comerciante portugalujo, Gonzalo de Uria, pasó al Perú en el año 1614, en un galeón de la armada real, asistido por un criado aragonés, llamado Joan Cerbera, que le servía como cajero, y por un esclavo negro, llamado Juan, “de edad de diez años, poca frente y hundida”. Era el segundo viaje de Uria, en el anterior había vuelto con dos esclavos negros y disponía de licencia para regresar al Perú con ellos, sin embargo lo hace únicamente con el citado Juan: “es notorio, digo, que su majestad por esta su real cédula que presento, me da licencia para volver al Perú y llevar en mi servicio dos esclavos negros que de allá traje, de los cuales no vuelvo sino el uno, nombrado Juan...”
El año 1734 el portugalujo Simón de Lezama, pasó al Perú, para hacerse cargo de la gobernación de la provincia del Choco, acompañado de su esclavo negro llamado Diego Cayetano “negro de nación, color atezado, buen cuerpo, de edad de veinte y un años, esclavo suyo propio, como parece de la escritura de su venta que exhibo....”
En 1798 el portugalujo Luciano de Lopategi, sobrecargo de la fragata Witerbos, solicitó fletar para colonias extranjeras “o para el comercio de negros”.
Simón de La Valle y Cortés obtuvo licencia para llevar 2.000 negros bozales de África hasta Montevideo (real orden 16 de abril de 1798).
No nos adentramos ya en el siglo XIX, aunque debemos recordar que nuestro indiano Manuel Calvo, en 1856 tenía trabajando 220 esclavos en su ingenio azucarero Esperanza, hasta que tres décadas después España abolió la esclavitud.






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