jueves, 14 de mayo de 2009

LA BATERÍA DE EL CUERVO

Hemos recibido de nuestro colaborador Aitor González Gato, unos pequeños datos sobre la pregunta que le hicimos sobre la antigua batería de El Cuervo, a la espera de que pueda completarlos en un futuro.

Se trata de la batería sobre la que menos información tenemos: casi nada sobre su morfología, y poco más sobre su ubicación. Respecto de esto, dos son los lugares donde, a su juicio, podemos ubicarla. El primero sería justo encima de los acantilados que daban a la playa de Portugalete, donde más tarde se levantaría el palacio de Martínez Rivas (a la derecha de la foto) o más probablemente donde a principios del siglo XX los Chávarri construirían su palacio, finca que en el centro de la foto estaba rodeada de un muro.
A esta batería se llegaba por el llamado “camino del Cuervo” (y que probablemente daría nombre al fuerte), camino que transcurría por detrás de los acantilados que daban a la playa. Precisamente, y aunque no nos sirva de mucho, un documento del siglo XVIII (una visita que se hace a los términos y mojones de la Villa) la ubica “al extremo del salto y arenal de junto a la ría”.
En 1740, esta batería se refleja tímidamente en el óleo que hoy se expone a gran escala en los bajos del Ayuntamiento y junto a la cual leemos la breve leyenda “Campo del cuerbo (sic). Batª de 4 piez(as)”. Este número de piezas de artillería las seguía poseyendo, según Labayru, en 1759. Y aun allí estaban en 1812, según Iturriza en su primera edición de “Historia General de Vizcaya”.
Pedro de Lemonauría escribía en 1846, en la Revista Pintoresca de las Provincias Vascongadas, que esta batería, junto con las restantes de Portugalete, fue desmantelada después de la Guerra de la Independencia, aunque parece que se volvió a artillar en 1827.
Y finalmente, Alejandro de Gandarias, escribiría a finales del siglo XIX en la revista portugaluja “Patria”, cómo por aquel entonces “ha poco que se veían desparramados cantos y derruidos muros en las (baterías) del Cuervo y Campo Grande”. Con lo que podemos afirmar, que esos nimios restos desaparecerían definitivamente hacia 1885.

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