La Villa fue durante un siglo la
capital del comercio de calzado de Bizkaia, centrado según recordaba José
Antonio Zunzunegui, en la “popularmente
llamada calle de Enmedio, donde una tienda sí y dos no son zapaterías;
zapaterías que cuelgan sus ristras de botas en las jambas de las entradas dando
un aire de zoco a la calle”.
Hoy, ya en el siglo XXI, todavía nos
queda el último de aquellos establecimientos del pasado siglo, calzados RUMBO,
que fundaran Rodrigo Pérez Díaz y María Martínez Torrealday tras haber empezado
con el popular Calzados JUR.
“Rodri” como cariñosamente era
conocido, había nacido como tantos otros portugalujos que en aquellos años
bajaron “del monte”, en Gallarta y empezó en 1930, con 14 años, a trabajar en
el comercio de calzado de Rodrigo Barroso en el número 6 de dicha calle, donde
permanecería 17 años.
Por su parte María Martínez
Torrealday, nacida en Santurce en 1919, dotada de una gran simpatía y dotes
innatas de vendedora, sería la compañera ideal para emprender la aventura
empresarial.
A pesar de su experiencia en el
mercado de calzado, hay que recordar que también ella tenía sus antecedentes en
el mismo pues su abuelo materno fue zapatero en Gernika, su primera iniciativa
fue montar una “taberna”.
Fue el año 1945, (ellos se
casarían el año siguiente) cuando Rodrigo consiguió autorización para abrirla
en Coscojales nº 10 con el rótulo de “Vinos y licores Rodri”, donde María
atendía el mostrador, según recoge la foto lateral y el ayudaba al finalizar su
trabajo de dependiente de Calzados Barroso. Al parecer como no era un personaje
calificado como adicto al nuevo régimen, le exigían que estuviera personalmente
al frente del bar, o una persona autorizada por la policía, y le apercibían de
que si permitía “la estancia de personas
que con sus modales, forma de conducirse o conversaciones, se produzcan en
contra del Régimen o sus Postulados, será motivo suficiente, para la inmediata
clausura, sin perjuicio de cualquier otra sanción a que hubiera lugar”.
Como prevención, según práctica de aquellos años, se puede vislumbrar en la
foto el cartel que colocó de “Se prohíbe
cantar, blasfemar y hablar de política”.
Similares problemas encontró dos
años más tarde cuando al cerrar Delgado su Relojería en la calle Salcedo, quiso
adquirir el traspaso del local. A pesar de un certificado de buena conducta de
Rodrigo Barroso, tuvo que recurrir a un amigo, Julio Llona, para que pusiera su
nombre en la solicitud de apertura del negocio.
El nombre del nuevo comercio que
llegaría a ser muy popular al comienzo de la calle del Medio, concretamente en Salcedo
nº 3, JUR, con las dos primeras letras del nombre de su amigo y la primera
suya, sería un pequeño gesto de agradecimiento al amigo que hizo posible que
diera comienzo a su experiencia empresarial en el gremio del calzado.
Continuaremos en la entrada de
mañana.
La foto superior nos muestra al
matrimonio con dos de sus dependientas en el citado establecimiento, que como
vemos bajo estas líneas no era muy amplio.
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