lunes, 12 de diciembre de 2016

CRÓNICA DE LA FUGA DE DOS VAQUILLAS: 1) LA VAQUILLA CORREDORA


Cuentan nuestros mayores y otros que no lo son tanto, aunque he recogido distintas versiones, que durante las fiestas de San Roque de un año que podría ser 1949, se celebraron en el nuevo Campo de San Roque una serie de festejos taurinos tal y como se puede ver en el Programa de Fiestas de ese año que encabeza estas líneas.
Se habían dispuesto unos vallados a lo largo de ambas porterías. En la más cercana a las escaleras que bajan de Zubeldia al Ojillo se instalaron los toriles y en la otra portería se colocó otro vallado para delimitar el “ruedo” rectangular y el respetable se acomodó en las gradas o donde pudo.
Soltaron una vaquilla que debía ser la Usain Bolt del momento, ya que nada más verse libre, arremetió con ímpetu contra los osados mozos. Estos al ver al morlaco, se apresuraron a subirse a la valla y Heliodoro Palacios y compañía, que eran los encargados de embolar las reses y preparar el vallado, no debían haberse diplomado en el arte de vallados tan largos, pues con el peso e ímpetu de los mozos se vino abajo y la vaquilla que vió hueco, se lanzó en un ágil salto pasando por encima de los sorprendidos mozos. Entre ellos, Miguel Ángel Gutiérrez Olalde, que es quien nos ha narrado la primera parte de la fuga.
La vaquilla no se lo pensó y saltó por la puerta que daba al Ojillo, dándose un golpe tremendo. Pero la libertad le animó a seguir adelante y allí se encontró con la cuadrilla de Estancona que venían de chufla con un violón y la vaquilla les embistió saliendo el instrumento volando.
La fuga, fue seguida por la chavalería y gente mayor hasta las inmediaciones del Parque del Dr. Areilza por donde venía tan campante un vendedor de “cascagüeses” desde Santurtzi. La vaquilla que le vio, se dijo: “A este me lo meriendo”. Le mochó y el hombre salió por piernas contemplando como la cesta de su negocio se iba de vuelta a su pueblo, ya que la vaquilla la había ensartado con el cuerno y allá corrieron unidos hasta llegar al puerto, seguidos por muchos curiosos portugalujos.
Nos podemos imaginar el revuelo que se montaría entre los sorprendidos santurtziarras y como no había manera de pararla, un carabinero la tuvo que matar con su carabina. R.I.P.
Al de un par de años del suceso, 1951, murió el portero del Portu, Gerardo Sánchez del Campo, por tétanos y el populacho lo achacó a alguna herida que se habría hecho en sus estiradas en el Campo San Roque, donde habrían cagado nuestra fugitiva y sus compañeras.

JOSE LUIS GARAIZABAL FLAÑO


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