Si hay un
establecimiento hostelero de la Villa que ha sabido adaptarse a los tiempos actuales,
con su establecimiento restaurado, su gran terraza de gran atracción turística
y un servicio tradicional pero moderno y de calidad, ese es éste, que ya existía
en el muelle Viejo en el siglo XIX pero que desde 1967 en que lo cogió el
recordado Goyo está en manos de sus descendientes.
No me he resistido al
pasar por delante de él volver a sacar la misma foto, que nos muestra ya una
calle peatonalizada sin el borde de la acera y sin coches, y para completar el
cambio y recordando también al bar Rovira que completa este comienzo del Muelle
Viejo recojo la foto inferior con la cantidad de coches que entonces aparcaban
allí.


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