Con motivo de una foto de 1933 que encontró José Luis Garaizabal con los cabezudos por Zubeldia, según recogimos
en este blog, le entró el gusanillo de conocer la historia de los gigantes y
cabezudos en la Villa, que actualmente ya no existen, así como la idea de
proponer su recuperación con motivo de la celebración del 700 aniversario que
se celebrará dentro de dos años.
Prácticamente finalizado su trabajo, que se podrá consultar
en la Biblioteca Digital Portugaluja, vamos a adelantar algunos fragmentos del
mismo empezando hoy por los primeros cabezudos que adquirió el Ayuntamiento en 1926.
No obstante nos apunta que cuando en 1885 el Ayuntamiento de
Bilbao retiró los suyos y los sacó a subasta, Casilda Iturrizar adquirió los
gigantes y se los trajo a su casa de Portugalete, sin que tengamos más noticias
de su uso aquí.
Como decíamos fue en 1926 cuando
se adquirieron a la casa barcelonesa “El Ingenio” los primeros cabezudos que
aparecen en la conocida foto con los txistularis dirigidos por Benito Ocariz y que
representaban a una vieja desdentada, a un señor con peluca tipo juez, al
diablo con cuernos, a un negro sonriente y a una chavala rubia sonriente.
En el Programa de Fiestas de 1926 se les anunciaba así:
«El día 24 (San
Juan), a las 8 ½ de la noche un ensordecedor disparo de chupinazos y torpedos,
congregará en la Plazuela del Cristo, a la gente menuda de la población. La
banda de música, asistirá también, y en medio del natural griterío, harán
solemnemente su salida del cuartel, LOS
CABEZUDOS.
Primero, aparecerá El Negro con su novia La Tuerta; y después Mefistófeles con su prometida La Vieja. Como a los novios no se les
puede dejar solos, saldrán a continuación Don
Simeón y Don Pascual, en calidad de personas de respeto. Tras el saludo de
ritual a sus amigos los niños, los cabezudos visitarán la Villa y sus
monumentos, seguidos de la chiquillería y de la Música. Vejigazos, carreras
infantiles, bullicio. ¡ALEGRIA!.
La fotografía superior nos los muestra junto a las
Escuelas de Maestro Zubeldia. Los cabezudos “vivían” en el habitáculo sito en
los bajos de la escuela, donde Heliodoro Palacios tenía su pequeño taller de
carpintería y que luego había servido de vivienda a Petra Fernández y familia.
Él y algún otro empleado municipal se encargaban de asignar los “escogidos” que
se iban a pegar la gran paliza por una peseta en los años de bonanza.
A estos cabezudos les sustituyeron en 1935 otros que
representaban al Gordo y al Delgado, un mofletudo repeinado, el viejo de la
barbilla, el tuerto o tuerta y el negro y a los que acompañaban por primera vez
dos gigantes como veremos en la siguiente entrada.
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