martes, 6 de julio de 2021

EL SORTEO DEL TXARRI

 

 En una entrada anterior referente a la gente del Ojillo que vivió en el nº 1, aparecía José Benito López Ocariz, nieto del famoso txistulari Benito Ocariz, lo que ha removido los recuerdos de muchos de nuestros seguidores.

José Benito que fue el suscriptor nº 1 de la Colección El Mareómetro, era aficionado a escribir pequeños artículos de los más diversos temas que repartía entre sus amistades o se publicaron en la Revista El Abra, de la que fue miembro, o en las memorias anuales del Hospital Asilo, de cuya Junta de Caridad formó parte durante muchos años.

En su recuerdo recogemos uno de aquellos temas bien documentados y escritos con su gracejo habitual:

 

En 1858 la Casa de Misericordia de Bilbao inició un sorteo, a beneficio de su orfanato, que se llamaba LA RIFA DEL CERDO (dicho sea con perdón) y durante muchos años fue tan popular como la Lotería de Navidad. El sorteo cerdicular desapareció en 1981 y en 1992 los comerciantes del Mercado de la Ribera lo resucitaron a beneficio de sus clientes.

Nuestro Hospital de San Juan Bautista, que no era menos que la Misericordia de Bilbao, también comenzó su Rifa en 1858. No sé quien copió a quien, pero como siempre hay diferencias, resultó que nosotros no iniciamos el sorteo poniendo como premio un vulgar y prosaico cerdo sino que, como elegantes que somos, decidimos que el objeto a sortear fuera un distinguido juego de cubiertos de mesa, realizados en fina plata.

En el archivo de nuestra Institución existe copia de una carta que, cumpliendo lo legislado en aquella época, la Junta dirigió aquel año a la Reina Isabel II, solicitando permiso para llevar a cabo dicha benéfica y platera Rifa. No he podido averiguar cuantas veces se celebró el sorteo con cubiertos como premio pero sí que, a pesar de comienzos tan finolis, la cosa pronto cambió a lo tradicional y popular, es decir: al sabroso cerdo, porque aquí nunca hemos tenido prejuicios judaicos o musulmanes para comer txarri. Este antiguo dicho lo demuestra: "Siete platos hubo en la boda de Antón: Cerdo y Cochino, Puerco y Marrano, Guarro, Lechón y Tostón".

¿Y porqué se hizo el cambio de premio? No lo sé, pero pienso que quizás aquellos antiguos ganadores, que recibieron los aristocráticos cubiertos, dijeron: ¿Para qué quiero tenedor y cuchillo de plata si no tengo carne que pinchar ni chicha que cortar? ¡Mejor que hubieran rifado un cerdo!

Y como el pueblo es soberano y manda, dejamos las finuras y pasamos al cochinillo, que es más vulgar pero en la sartén hace chirri chirri y da mucho unte para fortalecer el cuerpo y alegrar el espíritu.

Y volviendo a la comparación con los bilbaínos, debemos decir que en nuestros sorteos, teníamos unos ganadores de puercos que la Misericordia se hubiera dado con una piedra en los dientes por tenerlos ella.

Van dos ejemplos que constan documentalmente: En la rifa del marrano, que se celebró el 20 de diciembre de 1919, (las fotos superiores de La Ranchería son de aquellas primeras décadas del siglo XX) el afortunado poseedor del número premiado, con un hermoso txarri, fue D. Lino Gutiérrez, que había comprado 100 papeletas y, además, tuvo el detalle generoso de regalar el gocho al Hospital.

Veinticinco años después, en 1944, en la rifa celebrada con motivo de la Tómbola de ese año, el cerdo le tocó a Dª Carmen Gandarias, que seguramente habría cogido más boletos que los demás dada su proverbial generosidad, y también tuvo el detalle de donarlo al Hospital.

Como la Junta siempre ha tenido muy desarrollado el sentido del aprovechamiento y del ahorro, es seguro que al año siguiente volvería a rifar el mismo cerdo (con perdón), pero ¡eso sí! esta vez más gordo y con el deseo de que cayera otra vez en suerte a estas personas.


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