miércoles, 20 de septiembre de 2023

UN PEQUEÑO RECUERDO A JOSÉ IGNACIO BERROETA

  


Ayer despedimos a José Ignacio Berroeta. La prensa se había hecho eco de su fallecimiento con numerosos artículos recordándole como un gran profesional, como un banquero con alma, pues como se decía en una de las reseñas, su vertiente no bancaria tenía rasgos muy marcados. Y resaltaba que cuando casi nadie se preocupaba por ello, él había decidido aprender euskara con un profesor particular que ahora sonaría a relumbrón: Bernardo Atxaga. Trabajaba en Cáritas y siempre defendió que las personas que habían tenido oportunidades debían esforzarse para ayudar a quienes no las habían tenido. Por ello encajó como un guante en BBK, disfrutó con su obra social y fue pionero en la banca solidaria: la concesión de microcréditos a personas con escasos recursos, con una especial incidencia en los inmigrantes. Era la otra cara de la moneda, la cara humana. 

Corrían los años 70, le conocí al entrar a formar parte de la Cooperativa de Enseñanza Errikoa. Casado con Mari Jose Aurrecoechea tenía ya los dos primeros hijos en el Ikastola, formaba parte de su Junta Directiva, y su hijo Jon coincidiría con el mío, Aitor, en la misma clase. La sencillez y claridad con que expuso la situación de las cuentas de la Cooperativa, con el préstamo que había que afrontar con la CAJA y la difícil situación financiera, se me quedaron grabados y siempre lo tendríamos en cuenta los que le continuamos en la Junta siguiente.

Su implicación en la recuperación del euskera, empezando por el ámbito familiar nos lo recordaría Atxaga en uno de nuestros Cuadernos Portugalujos, pues además de los niños daba clase a los adultos, tanto a María Jose y José Ignacio como a Rosa y Pablo.

Nos volvimos a encontrar una década después en una cena con antiguos cooperativistas de la Ikastola, cuando yo era presidente de la Asociación de Amigos de la Basílica y el se había hecho cargo de la dirección de la BBK. Al margen de interesarse por las obras de reestructuración del templo, introdujo su deformación profesional:

En la multinacional en que trabajas, con qué banco lo haces? Me preguntó.

Con uno grande, BBV, pues la CAJA no deja de ser “un banquillo” que además ha dejado de lado su faceta social. Le contesté intencionadamente, pues desde la Asociación no habíamos conseguido ayuda de la CAJA para las obras de la Basílica.

Saltó como un resorte.

Eso dicen las malas lenguas. Me contestó.

Pues hemos pedido una aportación para una colecta popular para restaurar obras de arte de nuestro templo, y no entra en vuestros planes.

Cuanto necesitas? Un millón? Pues pasa mañana por mi despacho y lo recoges.

A la mañana siguiente me presenté en el 4º piso de su sede en la Gran Vía y en cuanto dije mi nombre me entregaron un cheque a nombre de la Asociación de Amigos de la Basílica.

 Posteriormente trataríamos la relación comercial con la empresa, que por cierto, fue excelente, lo que sabemos que le llenó de satisfacción.

Con aquel millón, conseguimos que el Ayuntamiento hiciera también su aportación para encabezar la citada colecta popular. 

La última vez que nos encontramos fue en el funeral de un conocido común en Las Mercedes.

 Qué tal vas? Le pregunté.

Tranquilo, disfrutando de los nietos. 

Que pocos vamos quedando! Y sobre todo, cómo recordamos a algunos.

2 comentarios:

  1. Una gran persona, una pérdida irremplazable por sus grandes valores. Un abrazo a toda su familia.

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  2. Su mujer, M José Aurrecoechea, fue una excelente profesora de Matemáticas en el colegio del Carmen, en Portu. Guardo un gran recuerdo de ella.

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