Hoy
se nombra un nuevo monarca en las Cortes Españolas, y en la calle sigue la
polémica entre monarquía o república. Tasio
Munárriz, cree que muchos de los que piden la república tienen como ejemplo
la de los años 30 del siglo pasado, sin darse cuenta que estamos en el siglo
XXI, por lo que nos ofrece unas pinceladas históricas de lo que fue la II
República Española, que recogeremos semanalmente.
No hay duda de que la Constitución del 9 de diciembre
de 1931 aprobó derechos y libertades que habían estado reprimidos en las
dictaduras anteriores. Lo más significativo fue el sufragio universal para los
mayores de 23 años de los dos sexos.
En la primera etapa republicana que duró casi dos
años, hasta las elecciones a Cortes ordinarias el 19 de noviembre de 1933, el
gobierno de Manuel Azaña se dedicó a reformar superficialmente la propiedad
agraria, el ejército, la enseñanza, las relaciones Iglesia-Estado, las
relaciones laborales, la posibilidad de crear regiones autónomas, etc. de forma
que despertó una gran ilusión revolucionaria en los partidos y sindicatos de
izquierdas.
Pero pronto llegó la desilusión. Esta era una
República burguesa en la que seguía dominando económicamente la clase
capitalista del campo y de la industria. El hecho más significativo fue la mala
gestión del asunto “Casas Viejas” de Cádiz: la Guardia Civil asesinó a 19
hombres, 2 mujeres y un niño anarquistas refugiados en una chabola. También
murieron 3 guardias. Esta fue una de las causas de que la conjunción
republicano-socialista perdiese las elecciones de 1933.
En Portugalete el interés municipal estaba absorbido
por la reforma de Estado que permitía crear regiones autónomas. A ejemplo de
Catalunya, José Antonio Aguirre, alcalde de Getxo, y otros alcaldes
nacionalistas y carlistas promovieron el Estatuto de Estella que reservaba las relaciones entre la Iglesia y
el Estado al Estado vasco, el cual negociaría un Concordato con la Santa Sede.
Portugalete no fue a Estella e inició una campaña en
contra promoviendo el “Estatuto de las Encartaciones” que dejaba esas
competencias al Estado español. Una de las bases de este estatuto decía: “….Aunque por las relaciones sociales y
contacto constante con otros pueblos se hayan difuminado ciertas
características primigenias, todavía se advierte la pervivencia de algunas de
ellas y, sobre todo, hoy como ayer, la enorme diferencia, existente entre el
vasco y el encartado, que, aún conviviendo en una misma provincia, les separan
no pocos rasgos y matices biológicos”.
El 30 de agosto de 1936 acudieron al campo de fútbol
de La Florida unas 20.000 personas de catorce municipios encartados para apoyar
su autonomía (foto superior). Al final Las Cortes rechazaron el Estatuto de
Estella y el ayuntamiento de Portugalete desechó el de las Encartaciones, que
era su alternativa.
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