En varias ocasiones hemos hablado de Fernando Bayo. Hoy completamos algunos datos más de su faceta de pintor, facilitados por su familia a través de su sobrino Ignacio Medina Bayo, con destino a próximo número de Cuadernos Portugalujos.
En 1945 estuvo becado durante unos meses en Xauen (Marruecos) y a la vuelta, en enero de 1946, junto con otros pintores también becados realizaron una exposición en los salones de la Sociedad Española de Amigos del Arte de Madrid. De esta exposición el afamado crítico de arte Cecilio Barberán comenta en el diario ABC de Madrid:
“Fernando Bayo aparece como un virtuoso del color. Un fino temperamento le lleva a reflejar en su obra las impresiones que recibe con una solidez en cuanto a la construcción de sus aspectos del urbanismo y del paisaje rifeño, realmente original".
De estos meses son sus cuadros, Xauen, desde los olivos; Zoco del carbón y Fondak.
Hasta 1953 reside en Madrid, dedicándose intensamente a la pintura, siendo discípulo de Benjamín Palencia. De esta época son los cuadros: La familia del indiano, San Pablo, La vieja, Retrato de su padre, El viejo (cuadro premiado en varias exposiciones), y frescos de varias iglesias madrileñas.
En 1948 pinta para el ayuntamiento de Portugalete los retratos del General Castaños y de Salcedo, y a continuación los de Salazar y el Almirante Vallecilla.
En 1950 pese a estar profesionalmente establecido y su modo de ser bohemio, se sintió llamado a entregar a Dios toda su vida, y solicitó su admisión en el Opus Dei. El 4 de agosto de 1957 fue ordenado sacerdote en Madrid. Celebró su primera Misa solemne en Portugalete, en la basílica de Santa María. En 1960 le destinan a Bilbao, donde trabajó sacerdotalmente en diferentes labores, entre otras la capellanía del colegio Gaztelueta.
En 1976 se traslada a Madrid y en los pocos ratos libres que le permitía sus deberes pastorales, volvió a coger los pinceles, con cuadros especialmente paisajísticos, Campo de Criptana y Denia (1978 ), paisajes salmantinos (1982),…
Sobre estas líneas hemos recogido, junto a su fotografía, durante su estancia en Roma, tres de sus obras: El viejo, La familia del indiano y Campo de Criptana. Y además dos de sus acuarelas de 1948, Altos Hornos y Portugalete
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