Cuando Javier de Ybarra y Bergé y Francisco de
Garmendia visitaron la villa con el fin de documentarse sobre la torre de los
Salazar, para reflejarlo en su obra “Torres de Vizcaya” (1946), pudieron
contemplar en la tapia que cercaba los jardines privados de la torre, dos
escudos colocados en dos de los tres arcos tapiados. Aunque aclara que “en
el muro que nos ocupa y mirando a la calle Santa María...”, todas
nuestras pesquisas no han dado con ninguna persona que recuerde los escudos, ni
han quedado plasmados en ninguna fotografía.
En esta fotografía de los ya abandonados
jardines, tras el incendio de la torre en 1934, cedida por las hermanas Montejo
Ibrain, nos permite fijar la situación de aquellos arcos a la altura de la
antigua tienda de Natxo y nos crea la duda sobre si los escudos pudieran
encontrarse por el interior de la citada tapia.
Cuando en los primeros años sesenta, Ybarra
volvió a visitarnos para fotografiar los escudos, de cara a plasmarlos en su
nueva obra “Escudos de Vizcaya” (1967), no pudo evitar escribir: “Hemos de lamentar que después de que los
consignáramos en nuestra obra Torres de Vizcaya, hayan desaparecido dos escudos
que se conservaban en la tapia que cerraba el jardín de la Torre de Salazar.
Cuando esta fue restaurada (1959), como acabamos de decir, sus dueños cedieron
al Ayuntamiento de la Villa el uso del antiguo jardín y con ese motivo al
derribarse el muro que circundaba a aquel, se cometió el hecho
que tenemos que denunciar de la destrucción de los escudos, tras cuyo rastro
hemos estado bastante tiempo, hasta que nos fue revelado lo que hemos
calificado de atentado histórico y artístico…”. Desconocemos el
destino de todo el archivo fotográfico de ambas obras, que nos pudiera aclarar
su imagen y situación.
Y nos da la descripción de los mismos: “El primero se componía en cartela, sin casco
ni aditamento alguno, armas que ofrecían dos llaves cruzadas y una panela en
cada uno de los huecos que aquellas formaban. Se trata del escudo de los
Sopelana, ya vinculado a la villa en la fogueración de 1704, y que tenían su
origen en los Montehermoso de Salcedo….por cuya advocación, las llaves vinieron
a compaginar con las panelas salcedanas”. Tiene su representación
dentro del rico muestrario de escudos del interior de la Basílica de Santa
María y que trataremos en otros capítulos.
Del segundo nos narra que tenía: “casco, plumaje y manto de lambrequines y
sobre la cartela con cruz de Calatrava acolada, ostenta armas cuarteladas: 1º
castillo con tres torres; 2º árbol; 3º aparecía borroso, ¿quizás llaves
cruzadas?; y 4º tres panelas y orla general de ocho sotueres.”.
No pudiendo contar con la colaboración del
difunto Echarte, me he atrevido a idealizar los dos escudos tomando como
modelos el de la iglesia de San Pedro de Sopelana y varios de la obra de
Ybarra.
JOSE
LUIS GARAIZABAL
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