lunes, 2 de agosto de 2021

RELATOS DE VERANO: GORRINGO por JOSE BENITO LÒPEZ OKARIZ (1)

  


Su nombre era Martín Urcullo, pero sus amigos y vecinos le llamaban GORRINGO, porque era el chaval portugalujo que cogía los más y mejores carramarros rojizos -llamados gorringos- que corrían de lado, sobre y entre las piedras que bordeaban las orillas de la Ría y del Abra, cuando todavía no se habían construido muelles ni rompeolas. Tenía algo más de 12 años en 1746 y vivía en la Calle de la Fuente (hoy Coscojales) con su madre y su abuelo. El padre de Martín había desaparecido en la mar, junto con sus compañeros y la goleta que los llevaba, hacía ya un lustro, tras el paso de una fuerte galerna.

GORRINGO, madre y abuelo, tenían por toda hacienda una huerta y unos frutales en las afueras de la Villa y un bote fondeado en la cala que, por aquellos tiempos, la Ría formaba bajo la Torre de los Salazar. Escasos eran los bienes de la familia de nuestro protagonista, pero no podemos decir que lo pasaban mal si tenemos en cuenta el pobre nivel de vida de un pueblecito costero de hace 250 años. La tierra negra y buena del pequeño huerto y la media docena de árboles frutales proporcionaban buenas hortalizas y frutas muy aceptables. Además, la madre ayudaba al relativo bienestar de la familia trabajando, a ratos, como sirvienta en casa del Corregidor de la Villa que, por aquellas fechas, era y se llamaba Ignacio Aqueche. Documentos hay que lo atestiguan.

Pero el buque insignia de las finanzas caseras de nuestros personajes los Urcullo, era el modesto bote que, si a buque no llegaba, si era la txanela mas airosa que con el nombre de ARGUAJE, pintado en la estampa (en popa para los no iniciados) se mecía al suave vaivén de las olas en el fondeadero portugalujo. Cuando el botecito ¿qué pena que no lo conoció el maestro Sr. Federico Cobos, autor de esa canción tan bonita y tan conocida, que se llama BOTECITO!, largaba amarras para faenar en la pesca, llevaba el rol de embarque al completo. Piloto de altura, maestre y patrón de pesca, el abuelo. Marinero de cubierta, grumete de primera y txo para todo servicio, su nieto GORRINGO.

Por aquellas fechas las aguas del Abra y de la Ría, sin contaminación alguna, eran pródigas en peces y los más de los días el cesto, que descansaba en las panas del bote, en espera de recibir las piezas que el abuelo y GORRINGO desenganchaban de los anzuelos, pronto se llenaba, y más que cesta parecía la paleta de un pintor enamorado de los colores brillantes, porque allí lucían las bravas y plateadas lubinas, junto a las plácidas fanecas de leve tono marrón, revueltas con las finas y variopintas julias, junto al azul casi añil y anaranjado metálico de los gayanos machos y el precioso y fuerte rosa punteado de negro en las alturas de los gayanos hembras. Entre ellos asomaban los panchos, aprendices de besugo, y las apreciadas cabras y los elegantes y delicados durdos en unión de brecas, pálidamente sonrosadas, destacando sobre todo el rojo fuego de los barbarines, de carne exquisita, que los forasteros de afuera de la Villa llaman salmonetes. Del conjunto de tan vistosos y ricos peces y más que había, pero que ahora no vamos a detallar, unos se vendían y otros saltaban del aceite, que al freír hacía pil-pil en la sartén, a la mesa de la modesta cocina donde comían los tres héroes de esta historieta que, como ya dijimos, quizás sucedió.

Pero la tripulación arrantzale del ARGUAJE no se limitaba a faenar sólo en la pesca con anzuelo. Cuando llegaban días de buena y bella bajamar, GORRINGO y su abuelo dejaban descansar a la azada en la huerta y a los peces nadar en el agua en santa paz, y dedicaban toda su actividad a coger eso que en nuestra lengua materna se llama ITSASKIAK, los pulidos franceses denominan frutos de mar y, en general, todos conocemos con el amplio nombre de marisco. Marisco que ingresaba lo suyo en la kutxa casera que la madre de GORRINGO dirigía con tanta habilidad, como el abuelo su botecito, cuando con él cruzaba la difícil y arriesgada barra de arena que había a la entrada de nuestro puerto y de la cual se decía: "BARRA DE SOMORROSTRO, PELIGROSA DE OCTUBRE A MAYO. LA DE PORTUGALETE, TODO EL AÑO".

 Portugalete 1969 
(Continuará)

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