lunes, 18 de abril de 2011

UN PORTUGALUJO ANONIMO EN SEVILLA EN 1601


En Sevilla, que ya está inmersa en su Semana Santa con tantas cofradías y hermandades, murió en 1862 Fray Gabriel de Lasurtegui, un portugalujo que tiene una calle en la Villa, y que tras su vida por Perú, y su paso por el Convento de San Agustín de Bilbao, en 1858 había ingresado en la sevillana Hermandad de la Santa Caridad, para servir mejor a Dios en sus pobres.
Igualmente esta capital andaluza fue en el siglo XVI lugar de paso para muchos portugalujos en su camino hacia las Indias. Una de sus calles, la actual calle Castilla, llevaba el nombre de Portugalete y en ella existía un hospital regido por una Congregación formada por esclavos negros bajo la protección de la “Gloriosa y Bienaventurada Virgen Nuestra Señora Santa María del Rosario” que vio aprobadas sus reglas penitenciales en el año 1584 incluyendo la advocación de la “Sangre de Jesucristo”.
Pues bien, de uno de aquellos anónimos portugalujos que pasaron por Sevilla, y además por sus hospitales, nos habla Daniel Docampo en esta entrada que nos ha enviado y que la titula El testamento apresurado de Tomás de Hoz:

Muchas vidas han ido construyendo Portugalete. La mayoría de ellas son de gente común y, por eso, están olvidadas en la trastienda de la Historia. Olvidadas, sí, pero necesarias en su aparente irrelevancia para que nuestra Villa “pese sobre el suelo” como diría en aquel magnífico poema Ángel González. Tomás de Hoz es uno de esos personajes que por un triste acontecimiento viene hoy a engrosar la lista de anónimos portugalujos. Fue acogido por un “balazo en el brazo derecho” en el desaparecido hospital del Cardenal (también llamado de San Hermenegildo) seguramente debido a alguna reyerta callejera común en la Sevilla de aquel tiempo. En ese trance, redactó su testamento de poco más de un folio que podemos encontrar en el Archivo de la Diputación Provincial de Sevilla, Hospital de San Hermenegildo, legajo 55 y que hemos obtenido gracias a la amabilidad del profesor Francisco Núñez Roldán quien habla de él en la página 224 de su estupendo libro La vida cotidiana en la Sevilla del Siglo de Oro:
Tomás de Hoz era vecino y natural de Portugalete, donde vivían su mujer y sus hijos, y en abril de 1601 fue acogido en el hospital de San Hermenegildo con una herida de un balazo en el brazo derecho. Su testamento apenas ocupa un folio y es tan parco que no deja lugar a dudas de las prisas con las que fue redactado. Dejando a la voluntad del hospital el lugar de su enterramiento, dio unas instrucciones precisas para la disposición de su alma. Y para dejar las cosas arregladas avisó de que toda la soldada que se le debía por sus servicios en el galeón la cobrase el capitán Cortés, con la confianza de que como buen cristiano que era la diese y entregase a su mujer, a quien Cortés “muy bien conoce y le suplico y ruego a mi mujer e hijos le amparen y favorezcan como padre”. Miraba el vasco por sus huérfanos, por el mantenimiento de su familia, apurado como estaría por su sentimiento de culpa. Y no dejó tampoco pasar el fatídico momento para recordar las deudas que debía […].

1 comentario:

  1. Daniel Docampo nos envía la transcripción del testamento hecha ex profreso por Francisco Núñez Roldán, a quien agradecemos sinceramente su colaboración, quien lo acompaña además de esta pequeña aclaración:

    El testamento lo redacta y escribe un notario del hospital que solía actuar como tal en esos casos extremos. Tomás de Hoz no firma porque no sabía escribir (se dice al final del mismo y por eso firman por él los testigos). El capitán Cortés era el capitán del galeón en el que estaba enrolado de Hoz y seguramente era de Portugalete pues los capitanes eran los que contrataban a los soldados de los galeones y si el barco, cuyo nombre no conocemos, había partido de Portugalete lo lógico es que de allí fueran los marineros. Además, que de Hoz declarara que Cortés conocía a su mujer es señal evidente de que el capitán era de Portugalete.

    Transcripción:

    En la ciudad de Sevilla, ocho días del mes de abril de mill y seiscientos y un años, ante mí Antonio Ximenez, clérigo presbítero notario y secretario del hospital del cardenal, estando enfermo de un valazo en el braço derecho Thomas de Hoz vecino y natural de Portugalete en Vizcaya, estando enfermo del cuerpo y sano de la voluntad y creyendo bien y firmemente todo lo que tiene y confiesa la santa Iglesia romana y en su juicio y entendimiento, tal qual Dios fue servido de le dar, y estando dispuesto para todo aquello que Dios fuere servido de hacer de su persona, ordena su testamento o codicilo y ultima voluntad en la forma siguiente: primeramente quiere y es su voluntad que si Dios fuere servido de le llevar desta presente vida de la enfermedad que al presente tiene, que su cuerpo sea sepultado en la parte y lugar donde el señor administrador señalare. Y asimismo quiere y es su voluntad que toda la soldada que se le debe del salario que se le daba en el galeón que toda se le entregue al capitán Cortés para que él como buen cristiano la dé y entregue a mi mujer, a quien el muy bien conoce y le suplico y ruego a mi mujer y hijos le ampare y favoresca como padre.
    Asimismo digo que debo a Diego Desdar(de Adar) siete reales, quiero que luego se le paguen.
    Mas debo al despensero tres reales quiero que se les paguen.
    Debo más a Sebastián Doña (de Oña) cinco reales asimismo se le paguen luego.
    Y nombro por mis albaceas herederos a mi mujer e hijos a los cuales encargo mi alma y mando me hagan decir algunas missas y para pagar cosas que sean a mi cargo. Y pagado y cumplido este mi testamento o codicilo y ultima voluntad reboco todos los demás y mandas que ubiere fecho por escrito o por palabra.Y no firmó porque no sabía siendo presentes por testigos que para ello fueron llamados y rogados Pedro de Sanabria y Sebastián Doña y Hierónimo de Robles enfermos, y Francisco Guerra y Joan Ramírez, enfermeros del dicho hospital, y nombro por mis albaceas al capitán Cortés y a mi mujer. Fecho en Sevilla en ocho días del mes de abril de mill y seiscientos y uno.

    Por tº(estigo) Francisco Guerra Soriano (rúbrica) Ante mí Antº Ximenez, notº (rúbrica)
    Por tº(estigo) Juº Ramírez (rúbrica)
    Pedro de Sanabria (rúbrica)

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